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Al llegar al Instituto, el Maestro Gojo se fue cargando a Itadori a otro lugar. Fushiguro y yo nos quedamos en la puerta de la enfermería esperando a que nos atendiesen. El silencio era bastante cómodo por lo que no me vi en la necesidad de tener que decir algo. Cuando nos dejaron entrar, me senté en la camilla y esperé pacientemente a que me atendiesen. Por otro lado, Fushiguro se sentó en una silla que había enfrente del lugar en el que estaba yo. Aún me encontraba un poco mal y sentía la enorme necesidad de darme una ducha. Cuando acabaron de atendernos tanto al peli negro como a mí, comenzamos a dirigirnos hacia los dormitorios.
- Estoy hecha polvo... - murmuré mientras tocaba con las yemas de los dedos el vendaje que me habían puesto en la zona de la cabeza en la que tenía una pequeña brecha ocasionada por la maldición que nos había lanzado contra la pared. - Lo bueno es que ahora tenemos un par de días de descanso. - dije mientras formaba una leve sonrisa. - No crees Fushiguro?
- Sí. - dirigió su vista hacia mí mientras seguíamos caminando. - Yo también estoy hecho polvo.
Cuando llegué a mi habitación me paré frente a la puerta mientras observaba a Fushiguro agarrar el pomo del dormitorio próximo al mío. Mientras abría la puerta de la habitación, miré a mi compañero que ya estaba casi dentro de su habitación.
- Descansa. - dije mientras entraba.
- Igualmente. - escuché cuando acabé de cerrar la puerta.
- Ugh...qué cansancio. - dije mientras pellizcaba el puente de mi nariz.
Me dirigí hacia el espejo que tenía en la habitación y cuando me vi en él, me di cuenta de que realmente tenía una pinta penosa. Tenía el pelo un poco enredado y con polvillo del cemento de la pared. En la frente, tenía un vendaje que me cubría la brecha que me había hecho y en la mejilla derecha y una tirita grande que me cubría algún rasguño y corte. También le sumo a todo eso que unas ojeras comenzaban a aparecer por debajo de mis ojos. Suspiré pesadamente mientras me dirigía a mi cama. Cuando estuve delante de esta, me dejé caer en el colchón mientras enterraba mi cara entre un montón de cojines. Estaba realmente cansada. Los párpados ya me pesaban y sentía cómo poco a poco me iba quedando dormida.
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Me desperté sobresaltada en mi cama. Había vuelto a soñar con ella. Cuando miré el reloj que tenía en mi mesilla de noche, pude ver que aún era un poco temprano. Eran las 7:53 de la mañana por lo que aún era de noche y supuse que Fushiguro seguiría durmiendo. Cuando miré la almohada pude ver que estaba levemente mojada y por instinto, me llevé la mano a la cara pudiendo sentir como algunas lágrimas resbalaban por mis mejillas. Suspiré y me dejé caer de nuevo en el colchón para quedar boca arriba mirando hacia el techo. Con el dorso de la mano, limpie mis mejillas. Me giré hacia mi mesilla de noche, donde tenía algunas cosas mías, entre ellas una foto. La cogí y me quedé mirándola por un buen rato. Nos vi a ambas. Aquel día lo habíamos pasado genial. Dirigí mi vista a su rostro. Siempre había sido muy guapa y siempre solía decírselo. Sus mechones rubios que caían a los lados de su cara ovalada, sus ojos castaños con unas pestañas largas, sus labios rosados y su complexión perfecta... Dejé de nuevo la foto en la mesilla de noche y encendí la luz de la habitación. Me incorporé de la cama y me dirigí hacia el armario, lo abrí y cogí algo cómodo. Cuando me cambié, volví a mirar la hora. Eran las 8:22. Fui hasta la puerta y salí de la habitación para dar una vuelta. Los pasillos estaban vacíos pero por la ventana podía ver al resto de alumnos.
Cuando me aburrí de dar vueltas por el edificio, decidí salir fuera un rato. Al salir, vagué un poco más por el exterior hasta cruzarme con mis senpais; Inumaki, Panda y Zenin.