4

8 2 0
                                    

Grito decidido a romper su garra mental. Era un dulce tormento, un crescendo de calor y seducción tan peligroso que se lanzó a si mismo hacia la entrada de la casa para huir de su oscuro poder sobre él.

El brazo de Yoongi detuvo el precipitado vuelo. Su boca se movió al oído de Jimin. Su cuerpo, agresivamente masculino, duro y fieramente despierto, acarició el de él. Dilo, Jimin. Di las palabras.

Incluso el susurro en su mente era terciopelo negro. Su boca, perfecta y sensual, tan caliente y húmeda, vagaba bajándole por la garganta. La realidad de su carne era incluso más erótica que su seducción mental. Sus dientes le rozaron ligeramente la piel. El cuerpo de él se tensó, y pudo sentir el monstruo despertando en él, hambriento, ardiendo con una necesidad nada gentil, no un amante ideal sino un hombre de los Cárpatos completamente excitado.

Las palabras que le ordenaba decir casi estrangulaban su garganta y las expulsó tan bajo, que fue imposible decir si estaban hablando en voz alta o si eran meramente un eco en su mente.

- Voy contigo por mi propia voluntad.

Lo soltó instantáneamente, permitiéndole tropezar para cruzar el umbral por sí mismo. Tras él, su enorme forma llenó la puerta. Permanecía en pie elevándose sobre Jimin, con los ojos plateados irradiando calor, poder, intensa satisfacción. Yoongi cerró la puerta con el pie y lo alcanzó.

Jimin gritó e intentó evadir su toque, pero él lo alcanzó con su fuerza casual, acunando el cuerpo que luchaba contra su pecho. Su barbilla acarició el pelo sedoso.

- Quédate quieto, infante, o terminarás haciéndote daño a ti mismo. No hay forma de luchar contra mí, y no puedo permitir que te hagas daño.

- Te odio.

- No me odias, Jimin. Me temes, pero por encima de todo, temes lo que eres. - Replicó con calma. Se estaba moviendo a través de la casa con largas zancadas, llevándolo al sótano, después bajó aún más hasta la cámara cuidadosamente oculta en las profundidades de la tierra.

Su cuerpo ardía por él, y, tan cerca de su calor, no había alivio. El hambre aumentó bruscamente, y algo salvaje en Jimin alzó su cabeza.

En el momento en que Yoongi lo dejó sobre sus pies, Jimin corrió lejos de él. De un solo salto puso la distancia de la habitación entre ellos. El miedo era una entidad viva y creciente, mezclándose con su salvaje naturaleza.

Yoongi podía sentir su corazón latir, y el suyo propio se sintonizó a sí mismo para igualar el latente ritmo del de Jimin. Su sangre le llamaba. Tomó la esencia en sus pulmones, en sus venas, en su propia sangre ardiente y surgió con un feroz y ardiente deseo. Tomó aliento por los dos, luchando por controlar al rugiente demonio en él, luchando por la calma que necesitaba para evitar hacerle daño, para evitar que se hiciera daño a sí mismo.

Parecía lo que era, joven, salvaje, hermoso, sus ojos profundamente violetas parecían estrellas, enormes por el miedo. Se acurrucó en la esquina más alejada de él, todos sus pensamientos eran tan caóticos que le llevó unos pocos momentos ordenar sus confusas emociones. Pesar y culpa por su amigo perdido. Disgusto y humillación porque su cuerpo pudiera traicionarlo, porque no fuera lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a él. Temía que él pudiera lograr su meta, hacerlo su compañero, controlar su vida. Temor de que le hiciera daño con su fuerza, con su propio deseo ardiente. Ante la necesidad de escapar de esa visión; estaba dispuesto a luchar a muerte.

Yoongi lo enfrentó sin expresión, sin mover un músculo. Buscó una forma de relajar la situación. Nunca permitiría que Jimin muriera. Lo había arriesgado todo por él. Había arriesgado su propia cordura, su misma alma. No lo perdería todo ahora por su propia torpeza.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 03, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Magia oscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora