19.

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Para cuándo llega a su quinto mes, Harry  puede definirlo como un tiempo de cambios.

Ellie había dicho que sería un trimestre relajado, lo que había sido, en contraste a los meses anteriores. Y desde que terminaron con su cuarto guardería, Harry, sin duda, se encontraba mucho más tranquilo en su síndrome del nido.

Absolutamente toda su casa ahora estaba adaptada para recibir a sus hijas, aún cuando faltaran meses para ello.

Todas las bellas decoraciones de cristal se habían mudado a un nivel mucho más alto, no existían más esquinas filosas o pisos rasposos, las puertas con acceso a lugares peligrosos —como al jardín, la piscina y los mismos balcones— habían sido aseguradas y Louis había instalado puertillas de seguridad en cada escalera. Así como cámaras de monitoreo entre habitaciones listas para ser usada.

Toneladas de pequeña ropita ya había sido guardada a la perfección, más que suficiente para lo que sería su crecimiento por su primer año de vida. Y habían conseguido un montón de herramientas, pañaleras, carriolas a pares, portabebes y sillitas para el auto. Hervidores de biberones y extractores de leche esperando a pronto ser utilizados.

Ya habían leído todos los libros disponibles y con certeza, Harry podría afirmar que ambos estaban preparados para ser padres. 
Sin embargo, adaptarse a los pequeños cambios había sido... Diferente.

No son cambios malos, realmente que no. Harry se encontraba adorando el observar como su cuerpo se adaptaba, recibiendo tan bien a su bebés. Incluso pasaba largas horas en la baño simplemente admirando el tamaño de su barriga, acariciando, hablandoles a sus niñas.

Le encanta.

Y es que, el ama con cada fibra de su ser lo bonito que se ve, como la gran mariposa y sus laureles se han estirado conforme su pancita ha crecido. Ama los pequeños aleteos que ha comenzado a sentir cada vez que el o Louis hablan, casi como un cosquilleo. Ama sentir sus grandes manos pequeñas en comparación a lo mucho que le ha crecido su vientre. Ama los rollitos que se han formado en sus caderas y esa línea vertical que se ha trazado sobre su ombligo, y aunque aún le cohibe un poco, ha comenzado amar como su pecho se ha transformado, colgando solo un poco, hinchado para una próxima lactancia.

Ama observar su silueta, y como la ropa de maternidad le queda.

Ama que su casa se ha llenado del olor de productos para bebe. Adora el rodar sobre la cama se su habitación cuando el cuarto huele tanto a ellos dos, e incluso ama el curso en línea al que de ha metido para preparar papillas orgánicas.

Ama entrar a su cuarto guardería al menos dos veces por día, enamorado el resultado. De los dos cuneros continuos, el color de las paredes y sus hermosos patrones con animales. De cada juguete, móvil, silla para mecer, alfombra y decoración que han preparado. Y como las repisas permanecen con un espacio vacío esperando a ser decorado con las letras de un nombre que aún no deciden.

Y es que, en realidad, ama la sentirse tan lleno de Louis. De sentirse tan suyo estirado por cargar a sus bebés, de ambos. Tan orgulloso de sus caderas ahora anchas, sus pechos gordos y su vientre redondo.

Es solo que, sus bebés ahora tenían el tamaño de un plátano.  Comparten una sola cavidad y comenzaban a estar apretadas, presionando todo para estar cómodas.

Bebé uno, que Harry cree que es un poco más tímida ha insistido en quedarse en el lado izquierdo, chupa mucho su dedo y puede notar, le gusta estar dormida. Casi no reacciona cuando hablan, pero si que ha mostrado cautivarse un poco más cuando escucha música.  Sobre todo, si es Louis el que canta.

Por otro lado, bebé dos, parece disfrutar dar vueltas aplastando un poco a su hermana. Se mueve todo el día y aletea un poco más fuerte cada vez que escucha la voz de sus padres. Casi como si dijera «hey, mírame, estoy aquí, hazme caso» pero una vez llegada la consulta parece refunfuñarse a cualquier autoridad y decide no dejarse ver. Sucede tambien, que bebé dos solo se calma si escucha a su mami cantar.

Ambas están sanas y con un desarrollo excelente. Ahora han alcanzado a tener los mismos centímetros y su peso varia solo un poco.

Es solo que parecen aplastar su nervio ciático de dos a tres veces por día, provocando contracciones de dolor que compensan la fracción de segundo que duran con la intensidad de dolor que provoca y aplastan su vejiga cada veinticinco minutos. Cargarlas se ha vuelto pesado y ahora su espalda duele todo el día.
Con su barriga más grande, la cantidad de masa extra le ha convertido su pancita en su nuevo centro de gravedad, cosa que hace que pierda el equilibrio cada tanto y, por si fuera poco, ha comenzado a sudar por montones.

Le encanta, pero está un poco cansado. Así que se ha vuelto, por decir poco, perezoso.

Ahora, tumbando sobre su sillón con la piernas elevadas y una serie de cojines bajo su cintura, lleva un ligero conjunto de pijama aunque es media tarde. Sus shorts de tela suave refrescan sus largas piernas y una camisa de gruesos tirantes que se pega a su piel le permite lucir su figura. Ha recogido su cabello, ya un poco largo, con broches de colores y el termostato de la habitación desciende para mantenerlo fresco.

Friends de reproduce sobre su pantalla plana y el se detiene cada tanto a contarles detalles a su hijas, sin dejar de acariciar.

— Hey, amor. Te traje la merienda. — Louis dice. Más que un bocadillo le entrega un plato caliente con una comida completa

— Esto es mucho.

— Aún estás por debajo de la mitad de las calorías que debes consumir hoy, Hazz. Termina y te dejare comer todas los sandwiches de helado raro que me has pedido.

Harry sonríe, llevando un bocado a su boca.

— Vas a ser un excelente padre. — Louis se sienta en el sillón junto a él, llevando su mano al rostro para atorgar una caricia.

— Ambos lo seremos. Estas siendo tan bueno, estoy muy orgulloso de ti — el corazón de Harry se encoge con ternura y Louis aún deja lentas caricias sobre el perfilado mentón.

— Mm, no me he rasurado. — Harry dice. Sintiendo el tacto de Louis sobre los pequeños vellos que han formado su barba. Hace una mueca. — Como en ningún lado.

— No tienes que, amor.

— No, pero lo prefiero. Solo... Muy cansado.

—  Lo sé — Louis se inclina y besa su frente. Entonces se desciende un poco más y besa su vientre. — Se que ha sido difícil. Así que estaba pensando, ¿recuerdas cuando nuestra agenda era mucho más accesible y teníamos días de citas? ¿Cómo 24 horas seguidas? — Harry asiente con sus hoyuelos marcados. — Bueno, ya terminamos con todo. No hay citas médicas, no hay trabajo, no tenemos que salir, y la casa está más que lista. Dios, Incluso Clifford parece estar listo. — se ríe. Antes de integrarse para comenzar a dejar cortos besos sobre su mandíbula, bajando por su cuello, mordiendo juguetonamente — ¿Así que, que opinas bebé? ¿Tu, yo, 24 horas ininterrumpidas? ¿Tal vez un spa casero donde te ayude a afeitarte y así estás cómodo? ¿Cómo te caería eso?

— Tu si sabes cómo tratar a un hombre. Es un cita, cariño.

— Mmm, no. — Louis lo besa en los labios — Yo se tratar a mi hombre. Día de cita será. Ahora, ¿que tal si terminas de comer, comemos helado, después te masajeó la espalda y por la noche cenamos pizza y chocolate caliente como te gusta?

— Por favor. Dios, estoy tan enamorado de ti.

— Te amo, Harry.

El resto del día, Louis se encarga de acariciar su cabello, mimar su pancita y darle besitos mientras termina de comer.

Y como dijo, no puede amar más cada parte de ello.

No puede amar más el estar embarazado de su novio.

 [ 𝗲𝗰𝗰𝗲𝗻𝘁𝗿𝗶𝗰 ] 𖦹 l.s. | m-pregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora