5. Solo por esa razón estoy completamente seguro que amo a ese bebé

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Desde el nacimiento de Arnold, hace tres meses, me he vuelto más sedentario y callado de lo que era antes. Pienso detenidamente antes de hacer algún movimiento y soltar una simple palabra, o me puedo perder en un punto fijo. Puedo pasar horas viendo el techo y pensar en todo y a la vez nada. Puedo pasar el día entero admirando a Arnold en su cuna o en los brazos de Louis; y todo eso en silencio, perdido en mi propio mundo, atormentándome con mis propios sentimientos. 

Desde que pasé la etapa de pubertad aprendí a manejar mi omega, a detenerlo y no dejarme llevar por mis impulsos. Fueron años de pura práctica y muchas caídas, ahora, él rechazando a mi hijo y mi parte humana queriéndolo tener en mis brazos y acurrucarlo con amor como siempre quise, es un conflicto que me está atormentando. Las dos partes que me gobiernan están en total desacuerdo y ninguno quiere ceder. Aunque, siendo sinceros, el único que quiero que de su brazo a torcer es mi omega.

Las pocas veces que Arnold ha estado en mis brazos desde que salí del hospital ha ocasionado que mi corazón lata desenfrenadamente, puedo comparar ese sentimiento a lo que experimento cuando estoy con Louis, cuando él me ama y me dice lo mucho que lo hace. Solo por esa razón estoy completamente seguro que amo a ese bebé. Pero, nada es color de rosa pues mi omega hace de las suyas y el simple olor de aquella pequeña criatura genera asco en mi. Pero es mi lobo gobernándome porque puedo sentir la tristeza de mi corazón al momento que tengo que alejarme de Arnold. 

-Hazz- la voz de Louis me sacó de mis vacíos pensamientos obligándome a enderezarme en la cama para prestar total atención en él -Puedes darle pecho a Arnold?- continúo hablando pues desde hace tiempo de mi boca no salen palabras más que las esenciales. 

Me levanté y comencé a caminar siendo seguido de Louis, quien con mi mano presa en la suya mantenía una sonrisa radiante en su rostro.

-Qué pasó con el biberón?- dije en un tono de voz extremadamente bajo que si no es porque Louis ya está acostumbrado y sus sentidos se agudizaron, estoy seguro de que no me hubiese podido entender.

-Se le acabó tu leche, te iba a llevar el aparato pero se me cayó- y una sonrisa de yo no fui apareció en su rostro. Haciéndolo lucir infantil pero extremadamente tierno a mis ojos. -tranquilo, le compraremos otro- tal vez sintió mi preocupación por medio del lazo o tal vez yo no pude ocultarla bien. 

En silencio llegamos a la habitación del bebé que solo se encuentra a dos de la de nosotros. Entramos con cuidado de no asustarlo; Louis lo sacó de la cuna y me observó a mi esperando que el diera el permiso de entregármelo. 

-Si puedo- lo dije más para mí que para él, me sonrió. Caminé hasta la mesedora que se encontraba en la esquina contraria a la cuna y extendí mis brazos esperando a que Arnold se posara en ellos. Ya con él, me levanté mi camisa y lo acerqué a mi pezón izquierdo para que me succionara como si fuera una vaca amamantando a su becerro. 

Sonreí por ese pensamiento. 

Me permití a observarlo, viendo detalladamente sus ojos verdes y sus pestañas largas. Tenía un lunar cerca del labio y su cabello era casi inexistente; supongo que porque aún está muy pequeño. Pasé mi mano libre por su frente y cabeza, acariciándolo ocasionando que cerrara sus ojos; dejándose llevar por la tranquilidad.

-Papá te ama, pequeño- dije en un susurro esperando que solo él escuchara, como si de un secreto de estado se tratase. 

El aroma de Louis estaba esparcido por todos lados generando que la menta de Arnold sea casi indetectable. Estaba bien con eso porque sino no se me hubiese hecho posible esta acción pues mi omega me hubiese obligado a abandonarlo. 

-Es igual a ti, Hazz- dijo Louis rompiendo el silencio cómodo en el que los tres estábamos metidos. Siguió hablando mientras yo solo me dedicaba a sonreír mientras acariciaba el rostro de mi primogénito -si le acaricias mucho tiempo la cabeza se duerme, como tú- una pequeña risa salió de sus labios.

-Es una parte sensible, creo- dije respondiendo a sus comentarios. Muchas veces hago esto por cortesía que por querer decir una palabra.

El timbre de la casa sonó, Louis tuvo que salir a atender mientras en pequeño Arnold me succionaba a más no poder, la puerta entreabierta fue un escape fatídico a todo el chocolate y canela de Louis, mi omega comenzó a dar vueltas en busca de un escape mientras yo me desesperaba porque no encontraba como retener las náuseas que el menta de mi hijo provocaba. 

-Ya viene papi- dije poniéndolo en la cuna, no aguantando más. 

Lo siento Arnold. 

arnold ; larry omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora