𓂸𝐃𝐨𝐧𝐝𝐞 𝐉𝐮𝐧𝐠𝐰𝐨𝐧 𝐞𝐬 𝐞𝐥 𝐨𝐦𝐞𝐠𝐚 𝐦𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐨𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐲 𝐒𝐮𝐧𝐠𝐡𝐨𝐨𝐧 𝐮𝐧 𝐝𝐞𝐥𝐭𝐚 𝐬𝐨𝐥𝐢𝐭𝐚𝐫𝐢𝐨.
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•| Está historia no me pertenece es una adaptación creditos a la autora orig...
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Sunghoon estuvo inquieto todo el camino, pero no fue sino hasta que estuvieron a un kilómetro de distancia que comenzó a sentir el llamado en su pecho.
Un aullido bajo, lleno de pena.
Sabía que no era su lobo, y que era de Jungwon.
Al entrar a la casa no vió mucho más allá de la puerta de la sala, importándole muy poco el mundo.
Podía sentir el olor de Jungwon , cerca, fuerte.
Se olvidó de todo, del dolor de su cuerpo, o de su cabeza, su cansancio pareció desparecer, sólo recordó al gruñido que le había dedicado a otro chico que olía un poco a Jungwon, pero no le dió importancia.
Tenía que ir con su omega.
Pareció que hubiera estado ciego todo el camino hacia aquella habitación, porque no fue sino hasta que vió la cama, y el bulto en esta, que reaccionó.
Sus ojos se aguaron.
—Alfa...
Sunghoon se apresuró, casi corriendo hacia la cama, hasta subirse en ella, y en un movimiento rápido, tomando el cuerpo de Jungwon , abrazándolo con fuerza contra sí.
Sunghoon lloraba, de alivio, de alegría. Llevó su nariz hasta el cuello de Jungwon, aspirando su dulce olor.
El omega hizo lo mismo, con las mejillas húmedas y una sonrisa, frotando su rostro en el cuello del más rubio, dejando pequeños besos, embriagandose en su aroma.
Jungwon dejó de sentir frío, calentándose con a presencia de su alfa y su abrazo, como si de una estufa se tratara.
Jungwon rió un poco, con alegría, y eso hizo sonreír al otro.
Sunghoon se apartó un poco para mirar su rostro, su sonrisa, sus ojos, besó su frente, sus mejillas, su nariz y sus labios, con gusto algo salado por las lágrimas, pero lleno de felicidad.
Las manos de Sunghoon bajaron al cuello de Jungwon, preguntando con la mirada.
—Sí— dijo, con seguridad—, sí, por favor...
Sunghoon dejó un casto beso en sus labios antes de mirar la curva entre su cuello y hombro, libre, ya sin ningún collar en el medio, dejó un par de besos hasta llegar allí, quería darle el cariño que se merecía y hacerlo suyo al mismo tiempo, abrió su boca, acomodando sus caminos sobre la piel.
Sintió a Jungwon tomar aire, buscó su mano y la apretó, al mismo tiempo que enterraba sus dientes en el omega.
Escuchó un jadeo, con algo de dolor en él, sostuvo su mano más fuerte, el sabor metálico de la sangre lo hizo asquearse un poco.
Pero por fin estaba pasando, y no podía sentirse mejor, la felicidad tapó ese sabor.
Sus corazones comenzaron a latir al mismo ritmo, sus pechos se llenaron de la mezcla de emociones, de alegría, de alivio, de paz, de amor, de ambos.