Parte I

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Era otoño, la lluvia era protagonista casi exclusiva de los días, que se acortaban cada vez más para dar paso con rapidez a la noche. Se notaba que la gente tenía prisa por regresar a sus hogares lo más pronto posible, después de las interminables horas laborales, pero David, sabía que tocaba gimnasio; había días en los que le apetecía mucho ir, se sentía habitualmente estresado y con el cuerpo entumecido por las largas horas que pasaba sentado frente al ordenador y luego llegaba allí, se cambiaba de ropa y el mundo se detenía mientras realizaba las tablas de ejercicios que el profesor le indicaba. Desconectaba del mundo, de las llamadas inoportunas, del jefe, de los problemas, de las pequeñas punzadas que le daba a veces el corazón cuando arribaban a su memoria los recuerdos... pero aquella tarde David no tenía en mente dirigirse hacia el gimnasio, no sabía bien el motivo, pero aunque había traído consigo su bolsa de deporte, en vez de tomar el metro que le llevaba como todos los días al gimnasio, tomo otra línea al azar sin pensar demasiado bien a donde le llevaría.

Cuento para DavidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora