Especial, lo siento.

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Apolo.

—Gracias de nuevo, Apolo.

—Ya te dije que no hay nada que agradecer, Percy.

—¿No? Igual, gracias.

Bien, ahora sí se enojó.

—¡Estás así por mi culpa! No debes agradecer por cuidar tus heridas...

La molestia se fue tan rápido como había llegado, dejando en su lugar esa asfixiante culpa que estrujaba su corazón divino. El castigo era para él, Apolo, y no había motivo o razón alguna para que el joven Dios lo tomara.

—No debes disculparte por nada.

Estigio ¿Desde cuándo Percy era tan bueno leyendo los sentimientos de los otros? Tal vez así había sido siempre y no lo había notado hasta ahora. Pero debía pedir perdón costará lo que costará... O agradecer, parecía más correcto lo segundo.

— Perdóname. Gracias.

— Un Dios Olímpico agradeciéndole a un Dios menor, que divertido.

Aquel sarcástico chico simplemente le sonrió y puso su mano en cabeza, convirtiendolo en un infante de cinco años de ojos llorosos. Así es como se sentía en verdad Apolo, como un niño perdido que por fin había encontrado a quien lo quisiera tal cual era, sin importar lo útil o lo prácticas que eran sus habilidades divinas.

Era algo tonto puesto que Apolo tenía algunos centenares de años de existencia encima, mientras que Percy solo contaba con poco más de cien de ellos. Pero eso no evitaba que sus brazos protectores lo cobijaran como si fuera otro de esos semidioses a los que cuidaba con tanto esmero.

—Esta bien Apolo, yo tomé el castigo porque se que no te gusta visitar el Tártaro, demasiado lejos de Artemisa y tus dominios.

—Pero...

Su voz temblaba. Es como si en verdad fuera el niño que su imagen física representaba.

—Además, no creo que lo que hiciste mereciera un castigo. Esas niñas estaban en peligro y tu las ayudaste.

Esa tranquilidad con la que el hijo del mar hablaba era increíble, abrumadora y envolvente. Apolo seguía sin entender de dónde venía esa paz contagiosa pero la agradecía.

—Pero desobedeciendo las reglas.

—Ahora tu hermana tiene nuevas cazadoras, esas chicas ahora tienen un motivo y tú no estás herido. No veo el problema, Apolo.

Él si lo veía, más claro que el agua limpia con la que Poseidón ama jugar en las reuniones: Percy estaba herido, su cuerpo divino era un caos de cortadas, moretones, huesos rotos. Si seguía vivo era porque no podía morir, solo eso.

—Lo siento.

Repitió nuevamente Apolo mientras se acurrucaba más en los brazos de Percy, quien solo resopló un poco y le sonrió como solo él sabia hacerlo, empezando un suave tarareo de la melodía que su madre le cantaba cuando tenia pesadillas, esa misma que había usado con sus hijos y luego con sus nietos, ahora destinada a confortar a todos los niños que se cruzaran en su camino.

Porque no importaba si era un mortal, un semidiós, o un Dios con forma de niño, Percy estaría ahí para ellos por lo que restaba de su eternidad, compartiendo el amor con el que había crecido y en el cual había decidido creer.



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551 palabras.

Sin comentarios, no crean que me olvidado de esto, solo no he terminado lo que tengo xD un día les voy a llegar con cinco capítulos seguidos, ya verán, jajaja.



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⏰ Última actualización: Aug 14, 2021 ⏰

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One shot's: El nuevo Dios [Percy Jackson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora