Jungkook siempre quiso saber porqué en Jimin había una mirada de tristeza, como si la soledad lo consumiera lentamente por dentro, mientras que por fuera se veía igual que todo los días, sin embargo, tan rápido como esas dudas llegaban se iban. Ahora, ahí sentado en el suelo del viejo parque abandonado, tenía entre sus manos la respuesta.
El sol había caído desde hace horas, poco después de haber escapado de su colegio porque la culpa lo carcomió tal cual gusanos a carne podrida. Unas nubes grisáceas cubrían el cielo sobre su cabeza, el silencio espectral solía relajarlo la mayor parte del tiempo, en cambio ahora parecía un recuerdo lejano porque paz era lo último que sentía dentro de su corazón.
Jungkook observó al frente donde la maraña de árboles escondían lo que era el inicio de un frondoso bosque, a su derecha estaba una resbaladera oxidada, un columpio malogrado, y unos asientos de cemento a los que les faltaban pedazos, a su izquierda, a unos tres metros, había una rejilla que protegía el paso y que él siempre cruzaba sin dificultad; a sus espaldas, en la pared en la que estaba apoyado, había un baño público que nadie utilizaba desde hace años. Jungkook podía recordar las voces de los niños jugando entre risas por el césped, él todavía podía verlos correr dándose los mismos empujones que él y Lisa solían darse para llegar primero al columpio; su padre estaría corriendo detrás de ellos para que no se hicieran daño mientras su madre reía haciéndoles fotos descuidadas.
Ellos habían sido una familia feliz, común como la mayoría hasta que fueron testigos de la maldad humana, entoces los problemas habían llegado y sus padres se divorciaron, los niños quedaron con la madre, y el padre que aún compartía con ellos el mismo amor de siempre, había salido adelante solo en un pequeño departamento en el centro de la ciudad. Jungkook, por más que sus padres quisieran demostrar que nada había cambiado menos su amor de pareja, sabía que jamás las cosas serían como antes, podía sentirlo cada vez que surcaba la reja del parque para perderse en las fantasías de una vieja familia unida, y en recuerdos de lo que fue y no volvería a ser nunca.
Sentado ahí, con la pesadumbre dibujando cada arruga en sus expresiones, se preguntaba si alguna vez Park Jimin, el chico que todos en su salón odiaban, había sido feliz. Jungkook podía afirmar haber vivido la felicidad en carne propia, perderla, y finalmente no desearla, pero podía presumirla porque sabía lo qué se sentía un abrazo de amor sincero, un beso amoroso por parte de una madre, de una hermana, o el beso inocente de un padre; Jungkook tenía la dicha de haber vivido en carne propia el amor de una familia, de haber sentido esas mariposas en el estómago cuando la chica que te gusta te corresponde, o simplemente la amistad de un verdadero amigo. Jimin... ¿Qué había sentido Jimin a lo largo de su vida? El desprecio por parte de quienes lo consideraban inferior, despreciable, sucio, una personas que valía menos por lo que demostraba y no por lo qué era, Jimin conocía únicamente la maldad del ser humano, la escoria que las personas podían entregar, el desamor, y las miradas de asco que iban desde la punta de sus pies hasta su cabeza. Jungkook solo ahora podía ver la inocencia del chico que a pesar de recibir odio, solo devolvía educación y timidez, Jungkook se preguntaba cómo era eso posible, en su cabeza no cabía un pensamiento tan asombroso pero a la vez tan espantoso. Silencio, Jimin había vivido dentro a una celda donde el silencio remplazó todo rastro de necesidad, de pedir auxilio y amor verdadero. Jungkook, mirando una vez más la hoja entre sus manos, recordó lo leído, entendiendo que el silencio de Park Jimin en realidad eran gritos de auxilios que expresaba con su cuerpo.
Ahora comprendía el porqué de todo, el porqué su compañero se empeñaba en comer fuera de sus horarios a pesar de las arcadas de llenura, o el porqué llegaba al salón con un fuerte olor de sudor y comida. Jungkook recordó esa vez en que Jimin había expresado su ansiedad cuando la profesora, delante de toda la clase, le había pedido que sus padres se presentaran al comité de profesores para discutir su situación, Jungkook recordaba como Jimin había negado con nervios causando que luego el salón se burlara a sus espaldas porque, según ellos, el mojigato del salón temía que sus padres vieran que el buen alumno era en realidad uno de los más desagradables. Jungkook recordó como también había reído cuando bromas como esas fueron hechas; ahora solo podía arrepentirse aunque consciente que de nada valía su tardío arrepentimiento.
Jungkook sabía que no podía hacer nada al respecto, seguramente pedir perdón, aunque era justo, no era suficiente para remediar el daño, sobretodo cuando fue él quien desde hace años hizo que Jimin fuera apodado como el chico grasa. La gente podía pensar que era hipócrita de su parte, absurdo que de un día al otro sus pensamientos sobre Jimin cambiaran de forma drástica, o que el fastidio que su cerebro hacía que ejerciera hacia su compañero desapareciera tan rápido, pero así eran las cosas. Jungkook no era un chico malo, era solo un adolescente con la cabeza llena de pensamientos vengativos, entonces cuando vio que Park Jimin estaba pasando por la misma situación por la que un día pasó su hermana, todo empeoró. Jungkook negó riendo con sarcasmo, si bien Lisa vivió el abuso en carne propia por un tiempo, su caso no tenía comparación con lo que Jimin vivía día tras día.
Jungkook nunca había odiado a Jimin, fastidio e irritabilidad era lo que sentía en confronto al muchacho, pero eso estaba muy lejos de ser odio, sin embargo, ahora que la verdad había salido a la luz, todo lo que hasta hace horas pensaba sobre Park se había convertido en muchos sentimientos encontrados; sentía admiración hacia su compañero por la capacidad que tenía para lograr vivir entre tanta mierda, extrañeza porque no entendía cómo era posible soportarlo, y tristeza porque nunca nadie había visto el miedo tras esa mirada tímida, ni siquiera él que era con quien llevaba sentado desde el inicio del año, ahora todo estos sentimientos lo llevaban hacia un único final: cada vez que imaginaba lo que Jimin había vivido y vivía, el reflejo de una pequeña Jeon Lisa llorando aparecía.
Al inicio, cuándo finalizó de leer la hoja de Park, Jungkook pensó que lo mejor sería reportar el caso a la policía o al centro de carabineros que se encontraba a una vuelta de su casa; era aquello lo más sensato en un caso tan grave como el de Park, sin embargo Jungkook sabía que las cosas no eran tan fáciles como parecían. ¿Jimin tendría la suerte de salir de ese horror de casa? ¿El delito de su padre y abuelo era tan grave como para llevarlos a ser condenados con cadena perpetua? El muchacho negó furioso, y se levantó del suelo luego de doblar la hoja de Jimin para guardarla dentro de su mochila; había tomado su decisión final, no obstante fuera apresurada y descabellada, desde su perspectiva era la mejor de las ideas. Uno o tres, tres o más... Daba igual si era por el bien los inocentes.
Pensando en cosas que no compartiría ni con su sombra, llegó a casa. No había nadie, Lisa visitaba el psicólogo cuatro veces por semana en la tarde junto a su madre; el almuerzo servido sobre la mesa no lo tocó, pues su apetito se cerraba cada vez que pensaba en su compañero de clases y en las arcadas que hacía obligándose a comer. Subió a su habitación con el rostro libre de cualquier expresión que delatara sus pensamientos, y una vez allí encerrado a llave, marcó sobre su calendario un día menos en el mes, lo marcó con tres cruces a diferencia de la única cruz que solía utilizar desde hace exactamente dos años.
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.Intentaré actualizar mañana mismo 🥰
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Grasa | Kookmin
FanfictionPark Jimin es conocido por el salón como "El chico grasa", él es un muchacho de apenas dieciséis años que pesa más de ciento treinta kilos. Sin embargo, hay más bajo un número y un cuerpo; eso a las personas les cuesta entender. Jeon Jungkook, el co...