🌙

788 128 12
                                    

Llevaba al menos cinco minutos aguantando las estruendosas carcajadas de Felix, y estaba tan tentado a lanzarle lo primero que tuviera a la mano de no ser porque en serio necesitaba su ayuda.

Así habían transcurrido las cosas: luego de aquel jodidamente incómodo encuentro, con un omega lanzando feromonas a diestra y siniestra, un beta en total estado de shock y un alfa al borde de la histeria, Minho, en un acto de cordura y poco importándole que estuviese tirando su orgullo por la ventana, sacó su teléfono y marcó el número de su amigo con dedos temblorosos.

—Hola hyung, ¿qué pasa?

—Felix, tenías razón— se detuvo jn segundo a tomar aire, porque dios, se estaba ahogando en el olor del omega—. Tenías toda la maldita razón. Necesito tu ayuda.

—¿La razón? ¿Pero de que... — se quedó en silencio al comprender la situación, y por el sonido estrangulado que brotó de su garganta Minho supo que estaba por largarse a reír—. Oh vaya, esto es tan divertido.

—Te puedes reír todo lo que quieras después— le cortó secamente. En esos momentos había cosas más importantes que atender, como la dolorosa erección en sus pantalones, el posible celo adelantado del omega a juzgar por su olor y al beta que en cualquier momento se desmayaría de la impresión—. Lix, por favor, ven por nosotros.

Su tono debió ser totalmente desesperado, porque las risas al otro lado de la línea murieron al instante—. Enviaré a mi chófer por ustedes, ¿donde están?

—Casi en la entrada de la academia de danza a la que posiblemente ya no entraré.

—Bien, bien— lo oyó suspirar—. Estaré allí en menos de cinco minutos.

ᏪᏪᏪᏪᏪᏪᏪᏪᏪᏪᏪᏪᏪᏪᏪᏪᏪ

De eso ya habían pasado dos horas, y ahora los tres estaban en la casa— más bien mansión— del australiano. Todos habían tomado una ducha fría y bebido una taza de té para tranquilizarse, aparte de que Minho se vio obligado a darle su remera al omega en un intento de tranquilizarlo junto con un potente supresor para bajarle el calor.

Ahora, con los implicados y Felix en la sala de estar en medio de un silencio incómodo, solo roto por las risas de su amigo, Minho nunca se había sentido tan derrotado.

—Esto es imposible— sorpresivamente fue Jisung quien habló. Este yacía sentado en el sofá individual hecho bolita, vestido con unos boxers que pertenecían al otro omega y su camiseta, la cual le quedaba un poco grande. Sus mejillas seguían algo sonrojadas pero sus feromonas se habían calmado lo suficiente para no alterar a nadie—. He sido amigo de Minn- Seungmin desde que éramos niños y jamás sucedió esto.

—Sunggie tiene razón— completó Seungmin, quien estaba sentado en el sofá de dos plazas con él, aunque separados lo más que el mueble permitía—. Además, soy un beta. No puedo enlazarme a un alfa, y menos tener un destinado.

—Bueno, pues así está la cosa— Felix dijo como si nada, encogiéndose de hombros—. Sospecho que la razón por la que no les había pasado nada antes es porque no habían estado los tres juntos nunca, hasta hoy.

—¿Y cómo podemos confiar en ti?— preguntó Seungmin con una mueca seria.

—¿Me estás jodiendo?

—Nunca he ido más enserio en mi vida.

Felix suspiró hastiado—. Estoy seguro que has oído hablar de la familia Lee y sus servicios.

—Ellos juntaron a mis padres— rodó los ojos el más alto—. Claro que los conozco.

—Bueno, ellos son mis papás— ante la cara de sorpresa, sonrió de lado—. Ahí tienes.

—Bien... sí, esto sigue siendo raro.

—Ugh— Minho se frotó el rostro en un gesto cansado—. Esto es demasiado surreal.

—Te dije que me hicieras caso, alfa idiota.

¡No llames así a mi alfa!— la voz del omega de Jisung chilló en tono lastimero. Sus ojos se habían tornado grises, denotando que en esos momentos no era el humano, sino su lobo, quien hablaba.

El repentino cambio en el más bajito sorprendió a todos. A Felix porque la escena que parecía estar a punto de desarrollarse le parecía peculiar. A Minho por la voz tan dulce y sumisa del menor. Y a Seungmin porque su instinto protector empezó a salir a flote.

—¿Hannie?— preguntó el beta despacito, a la par que se levantaba para acercarse a su amigo—. ¿Eres tú?

¡Mío! ¡Minnie mío!— de golpe Jisung tomó a Seungmin del brazo y jaló con fuerza, haciéndole caer de rodillas frente a él y aferrándose con un agarre de acero—. ¡Alfa! ¡Necesito a alfa también!

Sin siquiera notarlo el lobo de Minho gruñó y se revolvió en su interior, picando por salir y encaminarse hacia el omega.

Es mío. Mío mío mío. Ambos míos.

—¡Basta!— gritó el pelinegro agarrándose el pecho y doblándose en una mueca de dolor. El alfa en su interior arañaba y sus caninos crecieron en su boca, rasgado su labio inferior y haciéndole degustar la sangre de las heridas.

—Minho— la suave voz de Seungmin le llamó. Estaba sonrojado y sus ojos brillaban como dos faroles—. Hannie te necesita. Yo te necesito. Por favor, no lo hagas más difícil.

Y lo que sea que lo atara a negarse, se rompió. Con una rapidez inhumana pasó de estar sentado en el sofá a estar arrodillado también frente al omega y con el beta a su lado. Recargó su cabeza en el regazo del castaño, frotando su cabello sobre el tibio vientre del ajeno. Sintió como el beta se acurrucaba, aún en su posición, en su cuello, oliéndole y sonriendo contra su piel.

Escuchó a Felix decir algo, pero no pudo entenderle, más concentrado en los dos chicos que, aunque todavía demasiado confundidos, en esos momentos dejaban que sus lobos hablaran por sí mismos y se impregnaran en los aromas contrarios.

Por primera vez en su vida, sintió que un hueco en su alma que jamás había notado, era completado con la presencia de aquellos dos.

sun, moon & a few stars 「2minsung」 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora