DESPERTAR

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Se escuchaba el ruido de las alarmas retumbar por todo el sanatorio. Las personas corrían de un lado para otro. Había fuego por todos lados.

Annastasia encontró por fin la celda de Bastian y lo vio tirado en el suelo. Lo tomó por los brazos y lo colocó en la cama. Le pegó en las mejillas ligeramente para intentar hacerlo reaccionar.

El chico abrió un poco los ojos y trató de enfocar las formas difusas que se presentaban frente a él. Su cuerpo le pesaba, sus extremidades dolían, y se sentía débil.

La madre se sentó y pasó su brazo izquierdo alrededor de su hijo y lo levantó.

-Por favor, cariño, resiste, ayúdame a sacarte de aquí.

Estaba insanamente delgado, pálido, unas grandes ojeras debajo de sus ojos se hundían, cicatrices se marcaban por sus brazos y cara.

Annastasia vio a todos lados, pero no había nadie. Como pudo se abrió paso por el fuego que había provocado y se dispuso a sacar a su hijo de allí.


Logró conducir a su hijo hasta el auto que estaba a algunos pocos metros del sanatorio. Una vez dentro del carro, lo encendió y aceleró.

Después de haber conducido unos pocos metros vio a la policía deteniendo el tráfico. Supo que se aseguraban de que nadie hubiera escapado, así que impulsivamente aceleró abriéndose pasó por la orilla de la carretera y al pasar a la policía entonces llamaron refuerzos y comenzaron a perseguirlos.

Al intentar esquivar autos, Annastasia perdió el control y al frenar forzosamente el carro se alzó en el aire y cayó por un barranco a la orilla de la calle.


Las sirenas de los carros policía, de los bomberos y de una ambulancia aullaban por la autopista. Mientras ubican todo para sacar el auto y los cuerpos, uno de los policías que había bajado a ver el estado de los que iban dentro se acercó a su superior para dar información.

-Señor, hay sangre por doquier, pero no hay cuerpos.Su jefe lo miró.

-No pueden haber ido lejos. Encuéntrenlos.


Pero no encontraron jamás sus cuerpos.

BeastianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora