Blocking [HyunSung]

cuatro

A lo mejor se llegaron a preguntar ¿Por qué odio a HyunJin? o a lo mejor les vale verga pero igual les voy a contar porque es mi diario y yo escribo en el lo que quiera así que se chingan mamasitas.

Todo empezó en el segundo año de secundaria hace más de cuatro años, yo era un mocoso emo de pintas medias hipsters, o diabólicas como decía mi abuela. Ya sabes, esa época en la que tu memoria se atrofia y no recuerdas ni la mitad de tu adolescencia.

La diversidad siempre a sido bien o mal recibida, en vista de muchos, a excepciones de personas sin tacto... como HyunJin.

—Que asco— me retorci ante los recuerdos.

Era un día como cualquier otro, con las nulas ganas de levantarme e ir a la escuela. Ni siquiera destacaba y estaba seguro de que si faltaba nadie lo notaría, pero mis padres no pensaban lo mismo, aún si tuviese la peor de las enfermedades o un hueso roto ellos hacían hasta lo imposible para que yo cruzara ese maldito portón de color desgastado.

Llegaba tarde como siempre, con la almohada marcada en la mejilla y esas ojeras del demonio que aún conservo.

—Llega tarde joven Han.

La prefecta movía las llaves con insistencia mientras me veía con esa mirada acusadora.

¿No pudo haber cerrado el portón y dejarme afuera?

—Lo lamento.

No es como si pudiera decir mucho, tampoco quería sincerarme y que me enviaran a la dirección por mamonsito.

—Tienes suerte, tu compañerito esta aquí.

No había notado el ser presente a mi lado, era un chico, que más bien parecía chihuahua enjaulado con esa expresión tan turbia.

—Disculpe, no lo conozco, ¿Puedo pasar a mi salón?.

Mi nivel para socializar era cero, y la verdad es que me incomodaba su mirada.

—El es HyunJin, y los dos van a acompañarme porque van a hacer servicio social.

Servi.. ¿Qué?.

—Lamento mucho mi retardo pero...

—Nada de peros o la dirección los espera, no es la primera vez de su retraso, estoy cansada de esperarlo.

—Yo no pedí que me esperara— susurré para que no me escuchase.

—¿Qué dijo joven?.

—Nada que...

—Él dijo que es una estúpida y que puede irse cuando quiera.

Madre santísima, senti que la sangre abandonaba mi cara mientras la prefecta me miraba emputadisima.

—Eso no es verdad, lo que yo quise decir es que

—Que se largue de aquí.

—¡Con un demonio callate!— le grite al tal HyunJin.

—¿Y si no que?— el tipo me miró mientras arremangaba su sudadera.

—Suficiente, ambos a la oficina del director

A este punto recuerdo estar muy enfadado tanto que no me importo el trozo de papel que me traería problemas en casa, pero es que odio, ODIO, que me interrumpan al hablar, y más que tergiversen mis palabras.

Estuvimos en prefectura al rededor de dos horas en lo que la chicharra daba la salida al receso. Y el tipo no paraba de hablar.

—¿Cómo dices que te llamabas?— preguntó por décima vez— ¿Jan?, ¿Wan? ¿Kang?