final | ' todo es gracias a ti '

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La alarma suena.

Con una pesadez me levanto de la cama, mis ojos aún querían estar cerrados y mi cuerpo quería seguir tendido en la comodidad del colchón. El cuarto de color melón estaba vacío, nadie estaba a mi lado.

Me tiré de nuevo a la cama y miré mi uniforme de trabajo a lo lejos, pensé en ponérmelo y lucirlo, mi jefe es un gran dolor de trasero. Suspiré aliviado cuándo mi cerebro me recordó que era sábado. Sólo la pasaría en casa.

Han pasado diez años, GeonHak.

Aún recuerdo esa sonrisa tuya, esos cabellos desordenados que poseías y ese ánimo que prendía la fiesta. Te extraño.

Me he convertido en un adulto, aunque recién voy por los veintiséis, pero ya me considero uno. Los años sin tu compañía no fueron los mejores, amigo.

Cuándo todo el mundo se enteró de tu partida, fue muy feo. Nos miraban con pena, siempre dándonos sus falsas condolencias y diciéndonos que, para cualquier cosa, ellos estaban ahí; que amigos más falsos. Pero quién se llevó lo peor fue KeonHee. Algunos lo culpaban, otros lo despreciaban, pero nunca me fui de su lado.

Pasamos por una etapa de depresión, pero no de esas las cuales quieres acabar con tu vida. ¿Una sana depresión? No lo sé. Sólo no teníamos ese pensamiento.

Terminamos la escuela y entramos a la universidad. Ahí fue dónde nos separamos. KeonHee tomó su camino al extranjero, mientras que yo me quedé en Corea. Si te lo preguntas, nunca llegamos a ser una pareja. Ninguno se sentía preparado.

Ahora aquí, mirando el techo de mi solitario cuarto, me hace pensar en lo imbécil que fui de joven. Me perdí de muchas cosas por un miedo que no existía. Me acobardaba todo. No podía ni siquiera mirar a los ojos de una persona. Sentía culpa cada vez que lo hacía. Sentía que esa persona podía leerme para después lanzarme toda la mierda que he sido de persona, pero... Ahí estuvo KeonHee. Hasta que se fue.

Sufrí. Lloré. Hice un berrinche. Nada de eso funcionó.

Estudié una carrera muy buena, hice lo mejor para concentrarme sin tener que pensar en KeonHee, y lo logré. Sin embargo, ese mocoso seguía en mi cabeza. No podía sacarlo.

Decidí ir por él.

Me levanté de mi cama y me coloqué las pantuflas que estaban debajo de esta. Caminé con pasos perezosos hacia el baño y decidí remojarme la cara. Terminando eso, me miré en el espejo, mis facciones ya no eran las mismas, había cambiado.

— Estás más guapo, SeoHo. —me elogié.

Cuándo llegué a Estados Unidos, fui directo a KeonHee. Sabía dónde vivía por su madre, ella tuvo la gentileza de decirme el paradero de su hijo.

Sentí tanta emoción en mi corazón por verlo, que no pensé que se iría ya de pronto. Ya habían pasado cómo tres años, es obvio que KeonHee haya encontrado a alguien; yo, cómo idiota enamorado, pensando en que sentía lo mismo por mí, lo había ido a buscar.

Él estaba en una relación. Kim YoungJo. Ese era su nombre.

Dejé el baño y bajé por las escaleras. Era un poco raro no escuchar bulla, pero no le di importancia.

Te diré que cuándo me reencontré con Koni, éste saltó a mis brazos, me abrazó y me dijo que no creía que en verdad era yo. Él lloró y yo sólo lo consolé. Le dije que estaba ahí sólo por un mes y que luego me regresaría a Corea; recuerdo haber visto su cara de tristeza cuándo le dije eso.

Le pregunté por su pareja y me dijo que estaban bien, que nunca pensó en enamorarse de otra persona, y lo entiendo; yo tampoco pensaba amarlo a él.

hyung... un favor. ㅡ seohee Donde viven las historias. Descúbrelo ahora