事故 accident ━ riren

#02: ✗STROKE OF LUCK?

Eren se encogió en su sitio, observando el teléfono sobre la mesa del living, como si este fuese su única prioridad, mientras anhelaba que sonara cuánto antes. Poco después, escuchó como el ruido de las pequeñas gotas de agua provenientes del baño se desvanecían, haciéndole saber que su mejor amigo había acabado su ducha matutina. Unos minutos fueron suficientes para tenerlo enfrente, vistiendo únicamente unos pantalones de pijama, para luego escuchar un suspiro inevitable salir de sus labios.

— ¿Qué?— Cuestionó con los ojos aún puestos en el teléfono.

Armin arqueó una de sus cejas al no recibir su completa atención, cruzándose de brazos.

— Has estado así por una semana entera, incluso las veces que visitaste a Sumi.— Comentó, dejando que su espalda desnuda se reposara sobre el frío de la pared.— ¿Podrías detener esa ansiedad innecesaria?

— Ha pasado una semana.— Recalcó aquello, atrapando la uña de su pulgar entre sus dientes.— Dí una primera impresión terrible, entré de rodillas y esparciendo los papeles por el suelo de su lujosa oficina. Muchas de sus preguntas me tomaron por sorpresa, y otras me enojaron al punto de responder con aire de superioridad, como si las preguntas fueran provenientes de un idiota cualquiera. ¡Incluso me negué a responder otras!— Chilló, llevando ambas manos a su frente.— La entrevista fue un verdadero fracaso.

— Estás precipitándote.— Sonrió, acercándose hacía el contrario.— Es normal que tarden en llamar, deben acordar muchas cosas y mantenerse al tanto de las demás personas interesadas en el puesto. ¡Estoy seguro de que lo conseguirás!

— Sería más fácil si tú fueras el Jefe.— Bufó, causando que el rubio riera.

— Ese es un peso con el que aún no puedo cargar.— Murmuró, recostándose sobre el sofá.

— Sabes que eso no es cierto.— Se quejó, observando como el contrario acomodaba con total comodidad sus piernas sobre sus muslos.

— Lo es.— Aseguró, cerrando sus ojos con suavidad.

Eren se mofó, acomodándose en su sitio.

— Por cierto...— Balbuceó, recibiendo la atención del ojiazul.— Él luce algo... joven. ¿Realmente es la cabeza de esa gran empresa?

— ¿Joven?— Inquirió, soltando una risita al escucharle decir algo como eso.— Bueno, supongo que lo es. Pero aún así es dueño de todo eso.

— ¿Y sus padres?, ¿qué sabes de ellos?— Preguntó, recostando su cabeza sobre el respaldo.— ¿Son grandes empresarios como él?

— No lo sé, no he oído muchas cosas sobre ellos.— Respondió.— El apellido que lleva es de su madre, es lo único que sé.— Comentó, pensando qué más podría decir.— Su tío también es dueño de una gran empresa, pero ellos no se llevan bien.

— ¿No?— Armin negó.

— Han salido juntos en varias entrevistas por su relación y sus empresas conocidas, pero fuera de ello no conviven en lo absoluto. Las veces que su tío visita la empresa, su humor y su rostro cambian completamente.— Soltó, recordando la exigencia que tuvo que soportar cada que su familiar venía, al igual que los demás empleados.

— ¿Su rostro cambia?— Cuestionó irónico y el rubio rió.

— ¿Por qué tantas preguntas?— Divagó, esbozando una sonrisa ante el sobresalto de su mejor amigo.— Podrás saberlo todo cuando te contraten.

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Su ceño fruncido era suficiente para demostrar el disgusto que sentía por el simple hecho de estar allí presente, específicamente rodeado de esas personas sin ninguna pizca de sentido común. Poco y nada le importaba la cantidad de quejas y problemáticas que esos malditos viejos estaban comentando a los gritos, sin siquiera preocuparse por buscar una solución eficiente. Estaba de más el decir que se encontraba ahí por pura obligación, aguantando la incapacidad que presentaban esos inútiles para manejar el negocio.