Bajo el constante asedio de Kuroinu, las tierras élficas finalmente fueron conquistadas, sometidas al yugo de la depravación. Kuroinu había logrado infiltrarse en sus filas, coludiéndose con una red de traidores que tarde o temprano desenvainarían sus espadas contra aquellos a los que alguna vez, ante su reina juraron lealtad y servidumbre.
Frente a la seductora promesa de riquezas incalculables y mujeres, la voluntad de la mayoría de sus soldados flaqueó. La promesa de deshonrar a su propia reina avivó un oscuro deseo en sus mentes, arrojando una densa sombra sobre su juicio previamente claro. La fortaleza de su temple se desmoronó como un castillo de naipes.
La tentación, cual cebo irresistible, empañó su supuesta devoción por su pueblo y su reina. Los soldados, una vez considerados leales guardianes del reino élfico, se encontraron divididos entre la promesa de gratificación personal y el deber que habían jurado cumplir. El dilema interno provocó una fractura en su voluntad que, a medida que avanzaba el tiempo, se reveló como un punto de quiebre crucial en el destino de su pueblo y su tierra...
Basta con que una persona crea que tiene una ínfima oportunidad, y su verdadero yo saldrá a la superficie, pues el hombre tan solo se ve restringido por la diferencia de poder entre él y el estado.
... Este giro inesperado de los acontecimientos fue algo que Olga nunca anticipó, a pesar de sus incontables años de vida. Jamás imaginó que la caída de su reino no sería el resultado de amenazas externas, sino en gran medida debido a factores internos. La sabiduría que tanto se le atribuía, paradójicamente, conspiró en su contra. Su fortaleza que había resistido docenas de invasiones y prevalecido ante innumerables enemigos, ahora se desmoronaba ante sus incrédulos ojos.
A pesar de que en reiteradas ocasiones, sus espías esparcidos por las tierras de la Alianza de los Siete Escudos la habían informado y advertido sobre el inminente surgimiento de un grupo de mercenarios. Este grupo, cada vez más numeroso, estaba bajo el estandarte y la influencia de su mayor enemiga, Celestina. Sin embargo, Olga optó por ignorar sistemáticamente estas advertencias, actuando de manera frívola.
Los informes detallados de los espías proporcionaban pruebas convincentes de la creciente amenaza que planteaban los mercenarios de Celestina. Pero Olga, envuelta en su confianza y arrogancia, desestimó estas noticias como simples exageraciones. Creyó que la fortaleza de su reino y su histórica capacidad para resistir invasiones repelarían cualquier desafío y amago de invasión.
Está decisión frívola y la falta de previsión finalmente se convirtieron en una de las razones clave detrás de la caída de su reino. A pesar de los innumerables indicios y advertencias, Olga decidió subestimar a sus enemigos lo que resultó en graves consecuencias para su pueblo y legado.
Los gritos de desesperación y el llanto de sus súbditos continuaban retumbando en los oídos de la reina, como un eco incesante que se negaba a desvanecerse. Cada lamento desgarrador se clavaba en su mente, erosionando su ser desde lo más profundo. Era como si esos sonidos fueron gusanos que corroían su corazón, dejando una sensación de vacío y angustia.
El reino, una vez un lugar de esplendor y paz, se había transformado en un escenario dantesco de horror. Ríos de sangre, oscuros y viscosos, corrían por las calles como siniestras venas, manchando las fachadas de los edificios y las aceras. Las paredes, que antes habían sido testigos de la vida cotidiana y la prosperidad, ahora eran testigos mudos de la violencia desatada.
En cada rincón, la escena era la misma: actos obscenos y depravados se llevaban a cabo sin la menor sombra de pudor. Las calles, que antes habían sido transitadas por ciudadanos honrados y trabajadores, se habían convertido en un teatro de libertinaje y perversión. Las aceras, antes recorridas por familias y amigos, ahora eran escenario de escenas que hubieran avergonzado a cualquier testigo.
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El Portador de Luz en Kuroinu
FanfictionOh, Lucero, tu poder se extiende sobre naciones, abarca montañas, varón que hace temblar la tierra, que desordena reinos; que convirtió mundos en desolación, que asoló sus ciudades, que nunca liberó a sus cautivos, ahora te sumes en otro mundo, en...