Capítulo 4

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(Capítulo extra)

Delila

—¿Conoces el festival de música que es en la ciudad? — me preguntó Jess.

Estábamos en clase de literatura, copiando algo que la maestra había puesto en la pizarra. No podíamos hacer mucho ruido a menos de querer llevarnos un reporte, así que hablábamos en voz baja.

—Claro.

Se acercó más a mí, su brazo rozando el mío y su pierna haciendo lo mismo. Se aclaró la garganta, rozando su nariz con mi cabello para susurrar algo.

—¿Te gustaría ir?

Bufé —Por supuesto que sí, pero ¿sabes cuánto cuestan los boletos? Tendría que vender un riñón y quizá ni así podría comprarlos.

—Exagerada — me revolvió mi cabello —. Pero no te pregunté cuánto cuestan, ni que tendrías que vender para comprar un boleto, te pregunté si te gustaría ir.

—Si pudiera... — me miró con los ojos entrecerrados a lo que yo me aclaré la garganta —, digo, sí.

Asintió y reprimió una sonrisa.

—¿Y Ezra? ¿Ya te declaró amor eterno?

Suspiré —Ya quisiera. Sospecho que tiene novia, o simplemente no le gusta alguien en este momento.

—O tal vez le gustes y tiene miedo a decirte, ¿no crees? Es una posibilidad.

—Mínima.

—Pero es una posibilidad — alzó sus cejas.

Sonreí y asentí. El copió mi acción, sus ojos entrecerrándose un poco cuando lo hizo. Dejó de sonreír tan ampliamente y solo mantuvo una pequeña sonrisa en sus labios, sus ojos mirándome con una intensidad que jamás había visto.

Miró mis labios, después mis ojos y lo hizo un par de veces más. Yo hice lo mismo, concentrándome más en sus ojos que en otra cosa. No sabía por qué sus ojos me gustaban tanto, por qué me llamaban tanto la atención. Solo sabía que simplemente... lo hacían.

Escuchamos que alguien se carraspeaba la garganta bastante fuerte. Y de repente recordé que estábamos en clase, a vista de todos, y todos con sus miradas fijas en nosotros.

Me giré y me removí en mi asiento mientras que Jess sonreía.

—¿Ya terminó de admirar a Lila, Jess?

—Si, muchas gracias por preguntar — respondió.

Solté una risita por su respuesta. La maestra rodó los ojos y se giró de nuevo.

Cubrí mi boca con el dorso de mi mano, intentando retener las risas que querían escapar de mi boca. Jess me codeó.

—Deja de reírte.

—Deja de hacerme reír.

—Oh, ¿así que ahora es mi culpa?

—Un poco, sí — solté una risita.

El mordió su mejilla, intentando no reírse, cosa que falló porque también se empezó a reír. Y me hizo reír más hasta el punto donde intenté tomar un poco de agua, pero fallé así que me ahogué un poco con el agua por reírme. Él se rio más, y yo aún más, tosiendo en el proceso. Me dio unas palmaditas en la espalda, burlándose de mí.

Le di un manotazo en el brazo, enterrando mi cara entre mis manos para no verlo y cagarme de risa. Él se recostó en el asiento, su pecho subiendo y bajando cada que soltaba una risita.

Un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora