Prólogo

4 1 1
                                    


Como  la mayoría de las historias contadas, creo que debería empezar contando todo desde un principio...

 Con los años siempre creí que mi vida era a veces un poco aburrida, padres separados, hija única, sin primos cerca mío... en fin, me acostumbré a vivir conmigo misma la mayoría del tiempo. Siempre fui la típica con una vida bastante fácil, aunque por momentos no tanto. Buen comportamiento, buenas calificaciones...

Con respecto a mis papás, bueno, siempre me he llevado muy bien con ambos y nunca tuve ningún tipo de problema con ninguno. Pero con mamá todo es mucho mejor, ella es todo para mí, nuestra relación es muy cercana, nos tenemos mucha confianza, tenemos demasiadas cosas en común, vamos a todos lados juntas y sobre todo nos encanta viajar, las dos solas a cualquier parte del mundo.

Debo reconocer que soy una de esas personas que no tiene muchos amigos, pero los poco que tengo son las personas a las que les confío absolutamente todo. Cuando entré a la secundaria me costó un poco hacer amigos y extrañaba mucho a mis otros amigos, pero en una clase de música conocí a Joel, parecía una nena de lo pequeña que era, pero cuando empezamos a hablar me cayó tan bien que ahí supe que seríamos amigas por mucho tiempo. El año siguiente conocimos a Mateo, mi mejor amigo, el es un año menor que nosotras y bueno, con él fue un poco más complicado todo, ya que el tenía una "mejor amiga" la cuál era amiga de Joel y mía,  ella nos presentó y en ese momento que empezamos a hablar no dejamos de hacerlo hasta el día de hoy, pero al poco tiempo de volverse mi mejor amigo su otra amistad se rompió para todos y bueno... Se imaginarán que eso no terminó muy bien.

En fin, mi rutina era levantarme, ir al colegio, llegar a casa para almorzar, ir a tenis y de vuelta a casa para hacer tareas y dormir, lo típico. Nada fuera de lo común, nada interesante antes de él.

Aquel verano en Río (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora