PARTE 1 - IV

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Vania Basili y Alexander se miran con tristeza mientras sus esposas y los niños se despiden en la terminal del aeropuerto. Basili es el más alegre de los tres, pero ahora simplemente está deshecho.

Tenían casi una vida de conocerse. No eran solamente sus amigos, eran familia... Y uno estaba por irse a uno de los distritos más inhóspitos de su país, el otro hacia la capital. Y sabían que el tiempo complicaría que se hagan de un momento para que se reúnan de nuevo.

Los tres habían crecido en lo profesional, y no se diga en lo personal, pero sabían que parte de su éxito se lo deben a sus familias, y ellos formaron una hermosa familia.

Alexander en ese momento maldecía sus aspiraciones. Al haber logrado el éxito, tuvo muchas satisfacciones, todas las compartía con sus amigos, a parte de Rita; pero ahora, por su crecimiento profesional, se estaba alejando de los únicos amigos que hizo en su vida y que a parte de su esposa lo aceptaron sin reservas.

Mira a sus amigos y en esta ocasión no puede evitar derramar unas lágrimas.

—Haré cuánto esté en mis manos para que nos volvamos a reunir— se comprometió.

Rita, que sostuvo su mano, se apoyó en él. Vladimir, con la inocencia propia de un niño de 9 años apenas comprendía lo que estaba sucediendo. Él solo veía a los tíos Rita y Alex que lo llevaban de viaje. Por ello, su despedida con sus hermanos fue breve, fluida y hasta cierto punto, alegre, por el momento.

Admirados de su fortaleza, los adultos miraban a los trillizos darse un abrazo tras otro y regalarse muchas sonrisas.

—Vik, cuando vuelva quiero que juguemos a los policías y ladrones, ¿Vale?— propone Vladimir con una sonrisa.
—Si, hermano... ¿Valentín, también juegas?— acepta e invita a su hermano, que es el que prefiere más jugar con juegos de mesa, que con juguetes, en especial si son armas.
—¡Si! Pero después jugarán conmigo Pictionary, ¿Trato?— les manifiesta, saben que es más tranquilo, bromista, pero pacifista. 
—¡Trato!— exclaman los tres, chocan los puños y se van con sus respectivos padrinos.

Vania abraza por el cuello a Viktor que se acomoda frente a él. Mika le acaricia con cariño el cabello a los tres niños y se posiciona junto a su esposo.

Ella decidió despedirse en privado de sus amigas. Así que de parte de ellas, todo ha sido dicho.

—Haremos lo posible por que se sigan viendo— asegura Rita mirando a Vania y Basili.
—Si, podríamos reservar un hueco una vez al mes... No sería lo mismo, pero sería algo— acepta Bella conmovida.
—Nada más comprendan lo que implica el cambio, no sé cómo lo tomarán...— murmura agobiado Basili.
—Pues aún así nos esforzaremos por qué estén lo mejor posible y no se olviden unos de otros— interviene Vania mirando con tristeza a su pequeño ahijado.

Se apartan unos de otros al escuchar por los altavoces que están llamando a abordar el vuelo de Alexander rumbo a al aeropuerto Internacional de Tolmachovo.

Un estremecimiento de nerviosismo y tristeza recorre de pronto el cuerpo de los trillizos, que inexplicablemente rompen a llorar en ese momento. Valentín sin pena, abrazó de nuevo a sus hermanos.

—¡Vlad, Vik, los quiero mucho, hermanos!
—Yo también los quiero— murmuró Viktor tratando de contener su llanto.

Vladimir era el más frío de le tres, pero tras su dura máscara, sentía como si le arrancarán el corazón al ver a sus alegres hermanos llorar. Solo deja escapar unas pocas lágrimas y los toma de la mano.

—Los quiero mucho, hermanos... Mucho— les dice sin dejar de mirarlos y sin más se da vuelta para ir hacia la puerta de abordaje de la mano de Rita.

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