Epílogo

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—¡Papá! Alguien tocó la puerta —gritó una pequeña rubia.

—Mhh... ahora voy a abrir —se froto los ojos y apagó la computadora en donde había estado escribiendo.

Se levantó de su asiento, y bajó hasta el primer piso de su casa, la cual no era muy grande, pero era muy acogedora.

Abrió la puerta de la casa y solo vio una caja en su puerta. Arqueo una
ceja al no ver a nadie y levanto la caja.

—¿Vino mamá? —pregunto la rubia desde la sala.

—No Lenka —puso una expresión triste, la cual fue cambiada a una sonrisa.

Aún no podía superar del todo su divorcio con Miku. Su matrimonio había llegado a tener demasiadas peleas sin sentido, y casi siempre el terminaba disculpándose. En cuando había nacido su hija Lenka, Miku le pidió el divorcio al instante.

Lenka vivía con Miku, pero siempre se quedaba en la casa de Len, los fines de semana.

Len se sentó en un sofá de la sala y comenzó a abrir la caja, en cuanto lo hizo, descubrió un montón de papeles que estaban bien ordenados.

—¿Qué... qué es esto? —murmuró demasiado confundido.

Tomo el primer papel que había en la caja y comenzó a leerlo. Reconoció la caligrafía al instante.

Sintió una punzada en el pecho al terminar de leer el papel. Sin embargo, tomo el papel que seguía para continuar leyendo.

En cuanto termino de leer todas las notas que habían en la caja, comenzó a sentir las lágrimas caer sobre los papeles, ante la mirada confundida de la pequeña rubia.

—P-perdón... perdóname Kaito —susurro con la voz entrecortada.

Sus lágrimas fueron aumentando, al igual que sus sollozos. Se sentía arrepentido y culpable.

Quizás si lo hubiera escuchado, podrían haber seguido siendo mejores amigos, quizás el estaría en ese momento, apoyándolo.

Pero el hubiera ya no servía de nada.

Se levantó del sofá y se fue hasta su habitación. Comenzó a buscar un celular que tenía guardado desde hace años en una caja donde guardaba cosas viejas.

En cuanto lo encontró, busco un numero específico entre sus contactos. Aún conservaba la frase desbloquear contacto.

Comenzaba a odiar a su yo de siete años atrás.

—¿Aún... será este su número? —se preguntó para si mismo.

Y sin esperar más, comenzó a llamar al número.

—¿Hola? —se escuchó una voz detrás del teléfono, después de unos minutos.

—Kaito... —murmuró.

¿L-Len...? Tú... eh...

Len suspiró, ahogando un sollozo.

—Quiero verte.

¿Remember? | KAILen (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora