Shopping List

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Ya era viernes, y para mi sorpresa, Gojo Satoru no se había aparecido como él dijo que lo haría. Hotaru ya estaba limpiando y la vista de la tienda estaba despejada. Creo que hoy cerraré temprano.
Mañana era sábado, no que significaba que mañana la pastelería no abría. Tendría tiempo para descansar un poco e ir a comprar los ingredientes de la semana. Además de unos cuantos moldes, para probar nuevas recetas que tenía en mente.

—Entonces nos vemos el lunes— Hotaru me gritó desde la puerta. La campanilla sonó cuando salió.

Salí para girar el letrero. Oficialmente estábamos cerrados.
Apagué las luces de la tienda y me dirigí a la cocina y almacén para contabilizar los insumos y hacer un listado de las cosas que hacían falta para evitar olvidar comprarlas mañana.
Había demasiado silencio. No era extraño que estuviera silencioso, al fin y al cabo, estaba sola en la tienda. Pero este era un silencio diferente. Uno que me causaba escalofríos y me inquietaba enormemente.
Era un silencio abrumador. Sabía que no había nadie, y aún así sentía como si no estuviera sola.
Esta sensación es algo que he sentido desde niña. En ciertos lugares y ocasiones, juraba que había algo más a parte de mi, pero que no podía ver. Fue algo con lo que fui creciendo, y algo a lo que si bien, me desconcertaba, intentaba no dejarme hundir demasiado en ello.
Comenzó a volverse pesado el respirar. Sentía como si algo estuviera apretando mi pecho, y mi cuerpo empezó a tener frío.
Algo me dijo que corriera, el instinto humano que siempre te avisa del peligro se activó sorpresivamente en mi, aunque mis ojos no vieran nada, mi cuerpo ya sabía que había algo ahí, y que estaba en peligro.
Bajé la pluma y el papel con el que estaba anotando el listado para intentar recobrar algo de aliento y fuerzas, estaba demasiado tensa.
Mi adrenalina se disparó cuando uno de los cazos se cayó al suelo, de forma casi inexplicable, ofreciéndole un estruendo a mi ya de por sí alterado corazón. Salí corriendo del almacén, pasé por la cocina, y luego a la tienda.
Afuera de la puerta de cristal, logré ver una figura humana bastante alargada, con los ojos vendados y el cabello parado en puntas.
Alcancé la puerta entre jadeos y mi corazón latía con tanta fuerza que juraría que estaba a punto de salírseme del pecho.
Gojo Satoru me vio desde atrás de la puerta algo extrañado, e ignorando el letrero que ya decía cerrado, abrió la puerta.

—Estaba a punto de irme cuando vi el letrero de cerrado, pero, ¿estas bien?— Dijo acercándose a mí. —Parece que acabas de correr un maratón—

—S-Sí, estoy... bien— Respondí entre jadeos y bocanadas de aire.

—Uuff, que bueno, me sorprendí mucho cuando vi que apenas son las 4:20 y ya habías cerra...— Gojo Satoru caminó más hacia adentro de la tienda mientras parloteaba, hasta que se detuvo en seco sin terminar su oración. Su aura juguetona cambio de nuevo, y ahora miraba muy fijamente la entrada a la cocina. —De casualidad... ¿Tienes invitados?— Me preguntó sin siquiera mirarme. Parecía muy concentrado en la cocina. ¿Será acaso qué...?

—N-No, estoy sola. Hotaru se fue hace rato...— Me paré justo detrás de él, y miré la cocina por arriba de su hombro, intrigada por saber que veía, si es que lo hacía, por las vendas.

—Dime, ¿últimamente has sentido como si hubiera alguien en tu tienda? ¿O cómo si algo estuviera encima de ti? ¿Tal vez sientes que pasan cosas raras?—

—Uhmmm... Pues...— Hablé con nerviosismo. —Espero que no me digas loca pero, desde hace varias semanas que siento qué hay algo en el almacén. Siempre que estoy sola, de repente siento que algo me estruja muy fuerte, al punto de no poder respirar... de echo pasó hace un momento, por eso corrí hasta aquí. No veo nada, pero, juraría qué hay algo ahí— Me detuve un poco a analizar todo lo que había dicho. —Ah... No crees que estoy loca... ¿verdad?— Lo miré algo avergonzada, sentí que todo lo que dije fue estúpido.

Sweet Agony | Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora