Bloody Sunday

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—Relájate— La mujer con ojeras y un lunar debajo de su ojo me tomó por el brazo con suavidad. —No te haré daño alguno... aún—

Odiaba las agujas con todo mi ser, y no pude evitar tensarme cuando la vi acercarse a mi brazo con una enorme jeringa. Cerré los ojos y solté un quejido agudo cuando sentí atravesar mi piel y succionar sin control.

—¿Uh?— Escuché decir a Ieiri, la médico de la escuela. Su intriga me hizo abrir los ojos para ver que es lo que había pasado.

Gojo estaba a un lado, y tanto Ieiri como él se miraron confundidos para luego pasar la vista a mi brazo. Hicieron eso por varios instantes.
En realidad no quería ver la aguja enterrada en mi brazo, pero sus actitudes no me dejaron más opción.
La tapa que succiona la sangre estaba hasta arriba del empaque de la jeringa, y aún así, ni una sola gota de sangre había salido.

—Esto es extraño, juraría que le di a tu vena— Ieiri me miró pensativa.

—Ah...— Quise interrumpir.

—Tal vez en realidad no le diste— Gojo continuó.

—Es verdad— Dicho esto, Ieiri sacó la aguja de nuevo, provocándome escalofríos. Sin previo aviso o cuidado alguno, enterró la aguja de nuevo, pero esta vez a unos centímetros del primer piquete. Sentí como si me fuera a desmayar. —No, aún nada—

—Ieiri-san espe-— Quise hablar de nuevo, pero Ieiri siguió picándome unas 3 o 4 veces más sin avisarme para que pudiera mirar a otro lado. Ver la aguja entrando a mi piel, más el dolor, hicieron que se me nublara la vista. En serio estaba a nada de desmayarme.

—Okay, creo que fue suficiente— Gojo retiró a Ieiri antes de que yo pasara a mejor vida. Gracias a dios.

—Es muy extraño, ¿suele pasar esto cuando te hacen muestras de sangre?— La mujer me cuestionó, ignorando en cierta forma que apenas estaba recuperando mi conciencia.

—Uh... Sí— Hablé entrecortado. —Mi doctor dice que es una condición que tengo desde pequeña, así que las muestras de sangre me las toma por el cuello—

Ieiri suspiró. Miró a Gojo con una expresión que no puedo describir, pero que me preocupó. Gojo levantó los hombros y no dijo más. Caminó hacia una silla cerca, y esperó ahí a que continuáramos.

—Necesito que me traigas tus estudios de sangre pasados. Desde el más reciente al más antiguo que puedas encontrar— Ieiri caminó hacia su estante y sacó otro tipo de aguja, una más gruesa y aterradora. —Puedes dárselas a Gojo para que las traiga o traerlas tú misma, pero las necesito con la mayor rapidez posible—

—C-Claro— No entendía para qué las necesitaba, pero no podía entrometerme en asuntos médicos tampoco.

—Aquí voy— Esta vez Ieiri si me avisó. Cerré los ojos con fuerza mientras la aguja atravesaba mi cuello. Quería llorar. —Listo. Haré análisis de esto, te enseñaré los resultados cuando traigas los estudios anteriores— Miré la aguja que la mujer traía en sus manos. Esta vez un líquido rojo y espeso llenaba hasta el último espacio del recipiente médico.

—Gracias— Ieiri me tendió un algodón esterilizado para hacerme presión en la herida. Hice una reverencia cuando me levanté de la camilla.

—Te llevaré a casa— Gojo caminó detrás de mi. —Vamos— Asentí con suavidad para evitar lastimar el piquete en mi cuello.

—¡Gracias Ieiri-san!— Dije antes de salir, pero la mujer no me miró. Estaba de espaldas observando mi muestra. Era una mujer sin duda extraña, pero no me causaba desconfianza o intranquilidad como Gojo, por ejemplo.

Sweet Agony | Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora