C.O58

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CAPÍTULO CINCUENTA Y OCHO 

El Dios Árbol y un sueño. 

Cuando el suelo tembló y un árbol enorme apareció donde se encontraban Obito y el resto, Jun supo que algo malo ocurriría

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Cuando el suelo tembló y un árbol enorme apareció donde se encontraban Obito y el resto, Jun supo que algo malo ocurriría. Y no tuvo que esperar demasiado tiempo para que su mal presentimiento fuera confirmado. Tan solo unos segundos después, cuatro flores se abrieron en el tronco, y cada una de ellas comenzó a formar una Bijūdama. Era similar a lo que había hecho el Jūbi, solo que esta vez eran cuatro. El joven pelirrojo hizo una mueca, algo entre medio de la desesperación y el enojo, y se acercó corriendo a la ubicación de Shikamaru, el estratega de la alianza. Al llegar junto a él se dejó caer a su lado de cuclillas y lo miró directo a los ojos, con una determinación que el Nara rara vez había visto en él.

―Necesitamos un plan ―dijo, observando brevemente sobre su hombro―, y rápido.

―Lo sé. No es tan sencillo.

―¡Amigos, no se den por vencidos! ¡Yo estoy con ustedes! ¡Y mis clones también! ¡Podemos cambiar la trayectoria de las bolas! ¡Los Hokage nos ayudarán a desviarlas al mar!¡Por ahora, concéntrense en la pared de Doton! ¡Yo usaré el Jukai Koutan para lanzarlas al mar!

Jun chasqueó la lengua y sonrió de lado, de una forma casi avergonzada.

―No puedo creer que los muertos tengan que salvarnos el trasero. Somos patéticos.

―Quizá ―concordó Shikamaru―. Pero es el mejor plan que tenemos.

―Y yo encantado, lo digo en serio ―dijo Jun, mientras se ponía de pie.

Sin embargo, después de las palabras de Hashirama, Obito lanzó ocho de esas extrañas esferas en distintas direcciones, captando su atención. Jun observó como una enorme barrera carmesí se elevaba a su alrededor, dejándolos a todos dentro del rango del ataque, y sin posibilidad de escape.

―Una barrera ―murmuró―. Ah, qué cruel.

―¡Nos encerró dentro de la barrera para destrozarnos con eso! ―escuchó a su derecha―. ¡¿Qué vamos a hacer?!

―¿Se acabó? ―oyó un susurro junto a él, de una voz conocida, y volteó casi por reflejo hacia ella.

―¿Hinami-san? ―Jun reconoció a la novia de su sensei, después de todo, cada vez que iban a comer, Shigeru solía hablar sin parar de lo hermosa que era. Sonrió ante el recuerdo, que ahora se sentía tan lejano y nostálgico.

―Jun. ―Hinami se oyó sorprendida―. No había notado que estabas ahí. ―Sonrió, tratando de ocultar el miedo.

Jun la observó y luego volteó su mirada nuevamente a las Bijūdama.

―No tiene que fingir. Yo también tengo miedo, ¿sabe?

Volvió a observarla y notó como su sonrisa se desvanecía lentamente.

𝗠𝗜𝗥𝗔𝗜 𝗡𝗢 𝗬𝗨𝗠𝗘 | GaaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora