2

849 144 6
                                    

Yuuji miraba con admiración las flores de los cerezos. El día era precioso. El cielo totalmente despejado con unas cuantas nubes. El calor no era mucho a esa hora de la mañana. El viento movía su pelo y un montón de pétalos caían sobre él. Sus ojos brillaban con ilusión.
Se sentía tan bien.

Poso su mano en su pancita de cuatro meses de embarazo. Y la acarició con ternura. Dentro de él, estaba creciendo la muestra de amor entre Sukuna y él.
Se preguntaba cómo sería. Si es niño o niña. Será mitad maldición y humano. O será completamente una maldición. Moría de ganas por tenerlo en sus brazos.

— Aquí estás — una voz se escuchó a su espalda. Sonrió al reconocer la voz de su esposo. Dió la media vuelta para mirarlo.

Sukuna termino de comerse una mano de alguna persona que mató por allí. Sabía de sobra que a Yuuji, aún le incomodaba verlo comer seres humanos. Aunque no le decía nada.
Bebió el sake que tenía en su otra mano, para quitarse el sabor de la boca.
Llegó a lado del menor. Tocó su panza abultado, lo acarició, sintiendo la energía maldita en su mano. Beso la mejilla de su consorte y acarició con su mano la otra mejilla, dejando de lado el licor.

Yuuji abrazó con cariño a la maldición. Realmente le gustaba oler su fuerte aroma. Era tan tranquilizador. Beso su pecho, recorrió con sus manos su espalda, sintiendo la cara tela de su Kimono.

Los dos sin decir nada, se acercaron al árbol de pétalos rosas. Yuuji se sentó debajo de está y recargo su espalda en el tronco. Sukuna se sentó en el pasto, se acostó y poso su cabeza en las piernas de su consorte. Hacía mucho tiempo, dejaron de pelearse, ahora disfrutaban de la compañía del otro.

Yuuji miraba las mariposas posarse en las flores. Extrayendo el dulce del polen.
Suspiró al bajar la mirada y ver a la maldición con los ojos cerrados.

En su mente se preguntó cómo estarían sus antiguos amigos. Si aún, estaban enojados o lo odiaban. Su corazón se oprimio con la idea. No era tonto, sabía lo que hizo. Era conciente de las consecuencias. Pero, aún con todo y eso. Se arriesgo a perderlo todo por amor.
No sé arrepentía, y mucho menos con la idea de la llegada de su bebé. Solamente le preocupaba sus amigos más cercanos. También por eso escogió esté camino. Para no herirlos y que estuvieran bien.
Sukuna y él, estaban en otro lado, lejos de toda civilización grande.
Al menos por ahora las personas que quería estaban a salvó.

Volvió a mirar a Sukuna.
Sonrió, definitivamente, todo lo hizo por amor. Intento agacharse y besarlo, pero no pudo, ya que, aplastaría a su bebé.
Sukuna abrió los ojos, sintió el intento del menor. Miró su puchero.
Se levantó un poco, acerco sus labios a los del menor. Lo beso de una manera suave. Siendo recibido con gusto.
Sus labios se rozaron, creando un casto beso.

Al separarse, Yuuji sonrió contento por las atenciones tiernas de Sukuna.
Quién le iba a decir, que el rey de las maldiciones podía tratar a alguien con cariño.
Disimulo su sonrisa y se acomodó con cuidado sobre las piernas de la maldición.
Lo beso una vez más en los labios. Cerró la distancia entre ellos y lo abrazo con delicadeza. Sin perder tiempo repartió besos en el cuello de Sukuna.
Éste reaccionó a los besos de Yuuji. Últimamente con el embarazo, el menor se volvió más hormonal y caliente. En casi todo momento deseaba tener relaciones sexuales. 
Pero tampoco se lo iba a negar, sería estúpido dejar pasar esas oportunidades.
Beso con hambre los tiernos labios del adolescente. Provocando que el menor soltará gemidos de satisfacción. Acarició sus piernas erizando la piel bajo su toque. Yuuji se veía hermoso con ese kimono rosa y negro con estampado de sakuras. En la parte delantera, era más corto la falda, permitiendo que pueda meter las manos fácilmente. Fue una buena elección que hicieran ese modelo y con la tela más cara.
Beso el cuello del menor, succionando su piel canela. Dejando unas enormes marcas, que pronto serán rojas y moradas.

Yuuji se aferró con sus manos a los hombros de Sukuna. Su mente se comenzaba a nublar por la dulce sensación de ser amado y deseado. La parte superior de su Kimono fue resbalando de sus hombros, dejando al descubierto sus hombros, pecho y parte de su espalda.

Sukuna aprovecho para morder los hombros y pezones del menor, que soltaba gemidos un poco más altos. La cadera de su consorte se movía sobre sus piernas. Entonces siguió estimulando los pezones sensibles con su boca.

Yuuji bajo sus manos, buscando abrir el kimono de su esposo. Se encontraba tan caliente, que no quería esperar. Sintio la sonrisa de Sukuna, en su piel. Le diría algo, pero, por la exquisita estimulación no pudo decir nada.
Cuando logro su cometido. Se separó un poco de Sukuna. Observó sus hermosos ojos rojos.
Levantó la cadera y permitió que la maldición le quitará la ropa interior, bueno, la arrancó.

Sukuna no estaba para perder más el tiempo.
Se sacó el pene y sentó sobre ella al menor. Con cuidado por el embarazo.
Vio como Yuuji bajaba lento, metiendo su pene en su entrada. Haciendo una expresión de alivio, como si fuera lo que más esperaba.
Sus cuerpos comenzaron a moverse creando un vals erótico. Las hojas rosadas caían sobre sus cuerpos.
El sonido de sus cuerpos chocar y los gemidos eran más fuertes.
Nadie podía ser testigo de la unión, solamente los árboles y una que otra mariposa.

Yuuji se movía sobre Sukuna, disfrutando como el pene tocaba su punto dulce. Sus piernas temblaban. Su respiración era errática. En ningún momento rompió la conección de sus miradas.

Sukuna movía sus caderas de manera rápida. Golpeando el punto dulce de su consorte, haciéndolo gritar. Sus manos tomaban fuerte la cadera, dejando sus dedos marcados. Evitando siempre dañar al menor. Aumento la velocidad. Mordió, chupo y lamió toda la piel que tenía a su alcance.
Sintio como Yuuji intento cerrar las piernas. Y termino llegando a su orgasmo, manchando su abdomen.
Con esa imagen, Sukuna derramó su semen dentro del menor.

Yuuji beso por última vez a Sukuna.
Se sentía cansado. Se recostó a su lado, tomó la mano de la maldición y beso la palma. Cerró sus ojos y se dejó llevar por el sueño.

Sukuna no dijo nada. Dejo que el menor se durmiera. Limpió a su consorte, arregló su ropa y se quedó a su lado. En algún momento, Sukuna cargo al menor, y lo llevo devuelta a su hogar.

La casa no era tan extremadamente grande como se esperaba. Pero, si era cómoda y tenía lo suficiente para vivir ahí. Sukuna se sentó en lo que parecía la entrada, aún con el menor en sus brazos.

Los sirvientes veían a su señor con el menor entre sus brazos. Sabían que estaban esperando un bebé. Nadie ha dicho nada, pues el muchacho era muy amable con todos. Ayudaba en lo que podía. Así que estaban agusto con él.
Uraume se acercó a su señor, con comida al ver a Yuuji despertar.

Yuuji, abrió sus ojos. Miró primero a Sukuna y se sintió bien, luego miró a Uraume y le sonrió. Agradeció por la comida.
Se estiró para quitarse la pereza. Volvió a observar el cielo.

— Come — fue la orden de Sukuna. 

— Sí, solamente estaba viendo el cielo — contestó Yuuji. Regreso su mirada a la maldición — no salgas hoy, quédate conmigo.

— ¿Me estás dando una orden o me estás suplicando? — preguntó con una sonrisa Sukuna.

Yuuji sonrió — es una orden — sonaba más a súplica, pero, sonaba mejor dar órdenes al rey de las maldiciones.

Sukuna colocó una fresa en los labios del menor — está bien — por ese día podía darle el lujo de quedarse. Otro día podía matar a esos jujutsu que lo buscaban.

Ahora era más importante cuidar a su consorte. Lo observó comer, y nuevamente posó su mano en su pancita.

🌺🌺🌺🌺🌺🌺🌺🌺🌺🌺🌺🌺

☺️💕💕💕

Vals de Primavera // SukuIta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora