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Cada día te extraño un poquito más, Hana-chan.
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—Volví. — suspiro cansada mientras entraba por la puerta de la habitación.
—¡Chōko-san! ¡Te extrañamos mucho! — las chicas de la residencia mariposa se acercaron a ella, haciéndole preguntas y dándole regalos.
—Muchas gracias. — les sonrío mientras caminaba a donde se encontraban los tres adolescentes con su maestra.
—Shinobu-san. — hizo una pequeña reverencia llamando la atención de la mayor que hablaba con el chico jabalí —Cuanto tiempo sin verla. — sonrió mientras retomaba su postura.
—Pero si viajamos juntas. — río ante el irónico comentario de su aprendiz en medicina —Quería pedirt-
—¡Hana-chaaan~! — con una sonrisa de oreja a oreja el rubio se le acercó.
—Un pajarito me contó que no estuviste entrenando por un largo tiempo. — su ceño se frunció levemente.
—Ese gorrión. — susurró con resentimiento.
—¿Sabes? — tomo sus manos.
—¿Si? — contestó eufórico por la acción de la albina.
—Siempre voy a alentarte eso tenlo por seguro. — sonrió cerrando sus ojos.
—¡Me esforzaré al máximo! — hablo motivado.
• • •
—Hana-chan, creo que tengo los huesos rotos. — un cansado Zenitsu entró a la enfermería.
—¿Cómo es eso? Déjame ver. — hablo preocupada mientras observaba las heridas del chico.
—No te preocupes, tus heridas son sólo superficiales. — vendo algunos raspones que sangraban.
El rubio disfrutaba el poder observarla curando sus heridas.
—Se nota que te estás esforzando mucho en el entrenamiento.
—Es gracias a tu apoyo. — jugó con sus dedos.
—Pero tu le pones voluntad, él que lo está haciendo, enorgullécete de tus logros. — lo animó sonriendo.
