005

4.6K 674 102
                                    

La madre de Jennie llegó justo a tiempo, antes de que Roseanne y Jisoo se burlaran de su hija.

— Tomen, chicas. Disfruten.– Les entregó un pedazo de pie a cada una.

— Muchas gracias, señora Kim – Le dijo Chaeyoung.

— Gracias.– Dijo Jisoo.

— Thanks.– Agradeció Lisa, a su manera.

Todas se deleitaban en el exquisito postre. Era algo que Lalisa Manoban jamás había probado, y le encantaba.

— Es muy tarde, ¿No creen?.– Dijo Jisoo, mientras tomaba la mano de la rubia, para que entendiera lo que tramaba.

— N-no, creo que es bastante temprano aún. ¿Quieren ver una película?. Tengo muchas.– Hizo su intento Jennie. No quería quedarse a solas otra vez con Lisa.

— Tengo sueño, tal vez mañana.– Dijo Roseanne, sonriendo.

La pareja se levantó, y Jennie tomó un extremo de la camisa de Roseanne para evitar cualquier otro movimiento.

— Suelta a mi novia, Kim – Ordenó Jisoo, haciendo fuerza para que la castaña soltara la camisa, lográndolo con éxito.

— ¡Chicas!.– Intentó detenerlas, pero fue en vano, ya que ambas salieron riendo de la habitación.

Todo estaba en silencio, y una pequeña risa por parte de la pelinegra hizo a la rubia reaccionar.

— ¿D-de qué te ries?.– Preguntó, sonrojada.

— ¿Por qué estás tan nerviosa?. Ni que fuera a matarte...Osea, ya entiendes.– Arruinó su propio chiste.

— Creo que es mejor dormir.– Se tapó completamente, mientras respiraba lo más profundo que podía, para calmarse.

— Si...– La castaña escuchaba como la ropa caía al suelo, haciéndola poner aún más nerviosa.

— ¿T-te presto pijama?.– Le dijo, aún manteniéndose bajo las tapas.

— No es necesario. Me incomoda.– Y sintió como el peso caía a su lado. Ya no sabía como respirar...

— ¿Por qué estoy tan nerviosa?. Ambas somos mujeres...No hay necesidad de sonrojarme.– Pensó la castaña. Suspiró profundamente y se destapó.

Su mirada se dirigió al cuerpo que yacía a su lado, descansando. La pelinegra mantenía sus ojos cerrados.

Se relajó al verla tan tranquila, así que decidió dormir.

A media noche se despertó, ya que sentía algo no muy peculiar en donde no debería.

Se puso nerviosa al sentirse un poco excitada y húmeda.

— ¿Q-qué es?.– Pensó la castaña, mientras se movía, ya que a sus espaldas tenía a la pelinegra.

Levantó un poco las sabanas, para observar que era lo que había hecho presión contra su trasero, pero no podía ver mucho en la oscuridad.

Encendió la lámpara de la mesita, y observó con detenimiento lo que llamaba su atención. Su rostro cada vez se ponía más rojo, y sus ojos comenzaban a moverse desesperadamente, sin querer volver a mirar aquello, pero le era inevitable.

— ¿Por qué te mueves tanto?.– Se quejó la pelinegra, haciendo que la castaña de un pequeño salto por el susto.

— ¿T-tienes un...– Ni siquiera podía decirlo.

— ¿Un?...– Dijo la pelinegra, adormilada.

— U-un...– Sentía que explotaría en cualquier momento.

La pelinegra siguió su mirada, encontrándose con su duro miembro dentro del bóxer.

— Oh...Sí, si tengo. ¿Es eso?. Duerme ya, que tengo sueño.– Se dió media vuelta, mientras volvía a dormir.

La castaña no volvió a pegar ojo en todo el resto de la noche.

Ángel de la Muerte. | Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora