Ángel de la Muerte. | Jenlisa G!P

010

La pelinegra no sabía por qué aquellas palabras le habían dolido tanto. ¿Qué poder había logrado tener aquella chica sobre ella?.

- Mierda, mierda, mierda...– Maldecía en bajo, queriendo regresar en donde antes estaba. La tierra era aburrida, y los sentimientos que comenzaban a nacer en ella no le agradaban, porque sabía que en algún momento le dolería.– ¡Diablos!.– Gritó con frustración.

Salió de la casa, intentando poder distraerse.

Llegó hasta el centro de la ciudad. Ella conocía todo.

Entró a una cafetería, pero no tenía dinero, así que tan solo se sentó, mientras se tranquilizaba.

- Buenas tardes, hermosa.– Una chica muy linda la atendió.– ¿Qué desea ordenar?.

- Nada, no traigo dinero encima.– Contestó. Ella era Joohyun, la chica de 23 años que moriría a los 67, mientras dormía profundamente junto a su esposa Seulgi, que posteriormente moriría dos días después.

- Oh...– Estaba confundida, ya que estaba en una cafetería, sin dinero.– ¿Puedo ayudarla en algo?.– Le había llamado la atención que su expresión fuera tan seria.

- No.– Contestó, mientras cerraba sus ojos, y suspiraba.

- Problemas amorosos, ¿No?.– Se sentó frente de ella. Por alguna razón sentía la increíble necesidad de ayudar a la pelinegra.

- Si se puede llamar así...– Era la primera vez que se iba a abrir a alguien.

- Oh, ya veo.– Se acomodó para seguir escuchando.

- A ella le gusta un chico, y creo que a mí me gusta ella...La besé, y por poco tuvimos sexo, pero ella no quiso, porque dijo que quería hacerlo con una persona especial. Yo soy especial por muchas razones, entonces no entiendo por qué no puedo ser yo.

- Creo que malentendiste lo que ella quiso decir. No se refiere a "especial" por la personalidad, o lo que sea que tengas de especial. Se refiere a que ella debe amarte, y tú a ella. El sueño de toda chica virgen es perder su virginidad con alguien que ame...

- Pero yo no puedo amarla...Ni ella debe amarme a mí.– Dijo rápidamente la pelinegra.

- Nada es un impedimento para amar, ¿Sabes?. Solo debes hacerlo. No pienses en las consecuencias.

- ¿Y si ella está a punto de morir?.– Aquello había logrado dejar muda a la chica.

- B-bueno...Eso es complicado...Pero...Ni así debería ser un impedimento. Solo debes amar sin límites...De eso se trata.– Pero ella no entendía, no podría entenderlo.– Conozco a una chica, muy dulce y tierna. Esa chica sufre de una enfermedad que la ha dejado en cama, y no puede declararse al chico que le gusta, por esa razón...– Le mencionó, sonriendo. La pelinegra sabía que se refería a Jennie, puesto que la chica era una compañera de clases de la castaña.

- ¿Y esa chica ama mucho a ese chico?. ¿Tanto que no puede amar a otra persona?.– Y de eso se maldecía, de no poder saber lo que pensaban las personas, si no lo han dicho.

- No lo sé...Nunca hablé eso con ella.– Era obvio, pero aún guardaba una pequeña esperanza.

- Ya veo...– Sonrió como pudo.

- Aunque, ya sabes qué deberías hacer.– Dijo, antes de levantarse.– Espero verte de nuevo, ya que ahora debo volver a trabajar, antes de que me despidan.– Rió, antes de irse.

La pelinegra se levantó decidida, y regresó a la casa de la castaña. Necesitaba hablar con ella, y sobre todo, pedirle disculpas...