Nizho x Val

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Advertencia.
Este fanfic es un poco más explícito en cuanto a descripciones

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Nizho se hallaba en su tienda, recogiendo sus armas, y limpiando sus botas. Había sido un largo día; y entre el caballo y el Dragón, ya tenía suficiente.

Se quitó las correas donde sujetaba su espada y las dejó en su lugar correspondiente.

Oyó la tela de la puerta moverse. Esperaba ver a Lanqo, que seguramente se quejaría de que una mujer lo había despechado. Pero al girarse vio a Val.

Llevaba el pelo recogido, demasiado... Arreglado.
Llevaba unos ropajes que no había visto nunca. Parecía una túnica.

Nizho fue a decir palabra pero se le atragantaron cuando el otro dejó que el cinturón y su ropa ahora desabrochada cayera al suelo.

Su cuerpo era tan inmaculado como su rostro. Excepto por las cicatrices que marcaban su brazo y cuello. Pero aún así el otro lo veía radiante. Perfecto.
El Dothraki salió de su ensoñación para ver que el otro caminaba hacia él, daba una vuelta a su alrededor y lo empujaba con la mano, obligando a que caminara hacia atrás y se sentara en la cama.

Nizho jamás se había sentido tan ligero como cuando ese chico de cabello blanco lo empujó suavemente con sus dedos.

No quería conversar ni andarse con rodeos.

Tenía la piel caliente cuando lo sostuvo por la cintura. Siempre la tenía así? Había alguna relación con el fuego? El desierto era frío por la noche. Ni siquiera un hombre hecho y derecho habría aguantado el calor en la piel tanto tiempo.

Val depositó sus manos sobre las de Nizho y se acercó más.

El muchacho lo atrajo hacia sí hasta que sus pechos se juntaron. Val jubaja con su pelo, y él supo que le permitía explorar cuanto quisiera.

Deslizó las manos hacia abajo, hasta terminar la espalda y comenzar las caderas. Masajeo hacia el centro de los glúteos y hacia abajo. Lo agarró y lo puso en alto.

El otro, sorprendido, se agarró fuerte. Definitivamente no era eso lo que estaba esperando. Llevaba casi un año viviendo con los Dothraki, y aunque sabía cómo eran, por alguna razón tenía otra cosa en mente.

Sentó al Targaryen sobre una cómoda, la espalda apoyada sobre la madera donde antes había un espejo.

Prácticamente tiró las pieles al suelo, y sus pantalones cayeron con ellas.

Por un momento Valaekar tuvo una expresión de confusión y arrepentimiento. Aunque no sentía dolor, no significaba que pudiera descuidarse.

Nizho rió, su risa tan clara como el agua.
El Targaryen se sonrojó, y no pudo evitar mirar hacia otro lado.

Pero el Dothraki lo obligó a mirarlo, y se apretó más contra él

- No me quites los ojos de encima... - Susurró, y el otro asintió, cohibido. Le soltó el pelo. Solo la fina trenza que se había ganado quedaba atada en su cabello.

Sabía que el de pelo blanco no podía sentir el daño. O algo intuía por experiencias previas. Se preguntaba hasta qué punto llegaba esa pequeña faceta suya.

Estaba todavía divagando cuando el otro frunció el ceño y se cruzó de piernas alrededor de la cadera del moreno.

Estaba impaciente, lo que no sorprendió a Nizho. Se había presentado en su tienda con total tranquilidad dispuesto a todo. Incluso al rechazo. Pero era imposible que el Dothraki lo rechazara. Ya le tenía puesto el ojo encima desde hace tiempo. Pero había esperado a que el otro diera el primer paso. Se permitiría el lujo de que Val hubiera escogido a otro hombre, pero jamás permitiría que nadie le hiciera daño.

One shots para los amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora