Nero x Ele (2)

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ADVERTENCIA. BDSM.


Venecia, 2008

Era una preciosa tarde de Primavera. Había llovido recientemente, y el aire estaba fresco. Habían salido recientemente del invierno, pero aún así era agradable.

Ele estaba comprando en un mercadillo que había cerca de casa, sobre todo alguna que otra cosilla de comer y algún que otro talismán.

Llevaba una camiseta de tirantes negra, ceñida; y un jersey holgado de media manga que dejaba ligeramente sus hombros al aire, de color gris oscuro, con tie dye en morado.
Llevaba unos vaqueros negros desgastados, rotos en las rodillas y muslos, que dejaban ver unas medias de gatos.
Por zapatos llevaba unos botines altos a juego con el jersey.
Su pelo estaba recogido en una trenza, con mechones más cortos ligeramente rizados en las mejillas.
Llevaba unos pendientes largos con mini saturnos, con liquidillo con estrellas y purpurina flotando. Y ahora llevaba varios piercings. Pero estaban decorados con pequeñas estrellas. Cuatro en total en cada oreja.
No llevaba maquillaje, solo el eyeliner y un poco de brillo en los labios.
Llevaba unos guantes sin dedos, y sus uñas estaban pintadas de color negro, menos los anulares, plateados.
Llevaba bastantes pulseras en el brazo derecho.

Con el tiempo no había cambiado mucho. En realidad, no había cambiado en absoluto. Es lo que tiene ser Inmortal, supongo.

Pero su forma de vestir tampoco. Amaba levantar miradas de confusión entre algunos más suspicaces. Amaba la ropa femenina, pero también se permitía ir más acorde a su género cuando le daba la gana. Y ahora más a menudo.

Algunos de sus amigos Humanos pensaban que era una chica. Otros que era un chico. Nadie sabía la verdad y todos coincidían que tenía que ser de género fluido o parecido. Tampoco se atrevían a preguntarle. Aunque entre sus pulseras tenía una con una pequeña bandera arcoíris.

Llegó a casa y entró, quitándose los zapatos. A lo largo de los años, las sirvientas y mayordomos habían empezado a escasear. Lo que les convenía. Una vez se quedaron solos, la mayoría de cosas las hacían ellos. Al fin y al cabo, la Magia es muy cómoda para autosustenerse.
Eso sí. Habían reformado la casa de arriba a abajo. Mantenían la esencia original, mientras que mezclaban elementos modernos con los antiguos. La mayoría de los muebles eran originales. Un pequeño Hechizo de permanencia.
La cocina era totalmente nueva. Y Ele amaba cocinar en ella. Ya fueran pociones o comida. Pero para no mezclar, había dividido la enorme cocina en dos enfrentadas. Para no tener que desplazar nada.

El jardín estaba un poco más asalvajado, ya que usaba la pared más alta para cultivar plantas inusuales. Lo habían dividido con un muro y una verja de forja, que lo separaba de la piscina y zona recreativa.

Ele suponía que Nero estaría en la piscina, pero se sorprendió al ver que estaba vacía.

Subió las escaleras de dos en dos. Sus llamativas medias de gatos viéndose todavía más.

- Nero? Andas ocupado con algo? Tenemos que preparar la comida. En unas horas vienen los invitados...

El mencionado salió de una habitación del tercer piso y cerró con llave. Bajó corriendo las escaleras antes de que el otro pudiera continuar.

Casi se chocaron y Ele fue el primero en reaccionar

- A ver. Explicamelo. Me pediste expresamente que te dejara reformar esa habitación de arriba a abajo. Llevas meses en ello y aún no me dejas verla. Qué escondes, Silvio?

- Cuántas veces tengo que decirte que no me llames así? - rió mientras se peinaba el pelo hacia atrás. En estos años había estado entrenando. Añadieron un gimnasio donde previamente dormían los sirvientes, y Nero se había puesto fuerte. Seguía llevando un estilo bastante refinado, pero se permitía excepciones. Actualmente llevaba un polo azul de marca y unos vaqueros negros. Iba descalzo.
Habían llenado el suelo de calefacción, y era madera ignífuga, que también repelía el agua. Perfecta para andar descalzos y realizar hechizos.

One shots para los amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora