Era invierno, me gustaba mucho el invierno porque podía ver algo más que solo la arena roja por la ventana, éramos los únicos viviendo en ese acantilado a kilómetros a la redonda. Siempre viví en mi casa y jamás me han dejado salir, mama no me deja, tiene miedo de que si salgo de nuestro refugio me lastimen. Mi casa está veinte metros bajo tierra y nuestra única ventana ocupa el espacio de una pared enorme que solo está hecha de cristal. Eso me permite ver el vacío infinito en el que podría caer si algo rompe esa ventana y también puedo ver hacia arriba el final de la gran pared que aparta el gran desierto rojo de nosotros.
No me gusta llamar refugio a mi hogar, incluso no sabía a qué se refería mama con que me estaba protegiendo. Aunque lo más extraño siempre fue que a papa nunca lo he escuchado decir ni una palabra.
Pero lo bueno es que si se supone que me estaba protegiendo lo estaba haciendo muy bien. Mi casa es completamente blanca por dentro, todos los muebles, paredes y accesorios son blancos y no me mal interpreten, son bonitos pero a veces siento que es aburrido. Mamá dice que no todo es blanco, que hay algunas cosas de color que se nos permite tener.
Yo no entiendo porque dice eso ¿No se supone que si es nuestra casa podemos decorarla como queramos?
Son algunos adornos dorados, las esferas del árbol de navidad, un reloj en la pared es dorado, y algunas franjas decorativas en algunos otros muebles.
Con decir que es invierno lo sé solamente porque el calendario lo dice, porque mamá me lo recuerda y pues porque mamá siempre hace que la nieve caiga dentro de casa y haga frio así que siempre nos ponemos chaquetas y seguido bebemos chocolate caliente.
Puede estar helando dentro de nuestra casa pero afuera el mismo desierto rojo y caliente seguía intacto. No sé cuánto llevábamos ahí en esa casa, mamá dice que desde generaciones atrás viven ahí pero no creo que sea así. Tengo vagos recuerdos de haber estado en otro lugar y de pronto estar aquí viviendo, pero tener esos flashazos no significa nada o al menos para mamá no.
Hoy va a ser la cena de navidad y estoy nerviosa, es la primera vez que vendrá familia de otro lugar, yo no sabía que existía más familia. Mi madre, mi padre mi hermano y yo nos quedamos esperando en la puerta de nuestra casa, escuchamos una puerta abrirse y cerrarse para después escuchar pasos.
La puerta de nuestro hogar se abrió y dejo ver a una familia como la nuestra. Un padre, una madre y dos niños, me resultaba hasta intimidante que fueran parecidos a nosotros hasta en la edad.
Sonreían muchísimo y se quedaron quietos hasta que mamá los llevo hacia el comedor, no hubo ni siquiera un hola de su parte ni de nosotros, que modales tan feos son esos.
Aproveché para mirar por la puerta y me di cuenta que después de nuestra puerta había un pasillo algo largo y oscuro, al final de este había unas escaleras hacia arriba que si bien no son infinitas si me llevaría uno o dos minutos subir y de nuevo, otra puerta.
Para mi es extraño, no entiendo porque mamá no me dejaba ver más allá, Mientras pensaba me fijé en que había algo que brillaba en ese pasillo oscuro, era algo azul que parpadeaba y de un momento a otro cambio de color a rojo. Me asusté porque podía ser algo malo y me alejé un poquito de la entrada. Entonces sin aviso la puerta se cerró fuertemente porque nuestro invitado la cerró.
Lo mire un poco espantada, el señor tenía una sonrisa de oreja a oreja y los ojos bien abiertos.
-Oye pequeña- Acarició mi cabello con un poco de rudeza- No es bueno que salgas de casa sin permiso de tu mamá, ¿o si? Digo, podría resultar todo en una tragedia.
Ya eso era suficiente para querer correr a abrazar a mamá, pero mis piernas no me respondían, me estaban fallando en una situación que consideraba necesaria.
Con mucho miedo deje que el extraño se fuera caminando de manera automática al comedor, su manera de caminar era cuando menos robótica. Parecía que estuviera programado para hacerlo o que apenas ayer aprenderá a caminar. Aún sintiendo un poco de curiosidad por la situación mejor regresé a la sala con mi mama, nuestros invitados en toda la cena no cambiaron sus expresiones. De todas manera todo fue una situación super incomoda desde el inicio. Finalmente se fueron de la casa por el mismo pasillo extraño y oscuro sin siquiera sacar una vela o una linterna.
Ellos habían dejado un regalo, cuando lo abrí me fijé en que había más adornos dorados que yo misma me encargué de colocar en el árbol navideño. Pero bueno, yo siempre he sido muy curiosa y como era de esperarse robé una de las decoraciones para poder abrirla y sacarle el polvito dorado que tenía dentro. Con la excusa de que tenía sueño fui hacia mi habitación, una vez ahí me senté frente a mi escritorio. Saqué la navaja de mi padre que le había quitado hace semanas y con cuidado abrí el recipiente en forma de lágrima que dejó caer un polvito dorado. Luego de sacar todo el polvo volví a unir el recipiente y pude observar como las pequeñas partículas del polvo que aún quedaban en el recipiente se transformaban en una piedra gris y fea.
Me quedé mirando esa roca por un tiempo corto, me aburrí y cuando ya iba a dejar a un lado mi experimento un holograma saltó del recipiente para proyectarse en el techo. Era una especie de persona con piel gris, tenía ojos muy grandes que ocupaban casi toda su cara y llevaba una bata blanca como de los doctores que a veces vienen a revisar a mi hermanito. En una de sus manos cargaba una libreta y en la otra un lápiz. Esto era extraño y aterrador, pero como siempre la curiosidad me pudo más y permanecí de pie mirando lo que pasaría. Cuando la persona se dio cuenta de que lo estaba mirando se asustó y dejo caer sus cosas al suelo, luego llegó otra persona exactamente igual y me miro igual de asombrada. Se parecían mucho que solo pensé en que serían gemelos. Yo me asusté mucho también, ahora si reaccioné y traté de destruir el bote para después poner la roca debajo de mi cama.
-¡¡Mamá!!- Solo supe correr hacia la sala de nuevo y abrazar a mi mamá, ella me sonrió con dulzura y acarició mi cabello. No perdió la calma cuando le dije lo que pasó en mi habitación.
-Pero hija, siempre han estado viéndonos y nunca antes te habías quejado- Esas palabras fueron suficientes para aterrarme, ¿eso que significaba? ¿Que todo lo dorado en la casa era algo que usaban para vernos? ¿Entonces nos miraban todo el tiempo? ¿Y para qué?
Después de ese día ya no me atreví a acercarme a ningún objeto dorado de la casa.

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Diario de sueños
Science FictionAquí escribiré mis sueños en forma de historias, sí estoy siguiendo con mi idea original porque creo que tienen potencial. Son pequeñas historias inspiradas en sueños o experiencias paranormales que he tenido a lo largo de mi vida