Keita y Jasira eran dos jóvenes enamorados de 19 y 20 años de edad siendo Jasira la menor. Su vida había sido tranquila, alegre y sobre todo en un entorno familiar. Vivían en Kenia junto a sus padres, abuelos, primos y hermanos. Crecieron juntos desde el jardín de niños como buenos amigos, llegada la edad de 15 y 16 años su amistad se había transformado en algo más íntimo, más romántico y a pesar de nunca haber propuesto noviazgo formalmente, ellos dos sentían que pertenecían el uno al otro por la forma en la que se miraban. No hizo falta promesas, regalos, propuestas, pues el simple hecho de reunirse cada noche a ver las estrellas en la playa cercana a su comunidad bastaba para saber que serían inseparables. Keita sintiendo el suave rose de los dedos de Jasira por su mejilla, las estrellas brillando con más intensidad solo para la pareja, la suave brisa del mar que los arrullaba y la cálida arena bajo sus pies. Todo eso fue suficiente para que su amor se diera de forma tan natural que ya todo el pueblo esperaba una boda cuando fuesen mayores y de eso se encargaron las madres de los dos enamorados.
-Te vez feliz Jasira, ¿porque será que esa sonrisa no se va de tu rostro?- La madre de Jasira, acomodaba por casi enésima vez el tocado que su hija llevaría.
-Mamá...- Jasira se dio la vuelta para ver a su madre de frente, observaba más que nada sus arrugas, su semblante gentil y de reojo pudo ver a sus hermanos menores espiar la escena.- como no voy a estar feliz si hoy es mi boda, mi boda con mi príncipe Keita
-como te gusta soñar hija.- Su madre le dio la vuelta de nuevo para seguir acomodando y retocando cada parte de su vestido y tocado- Te veo tan ilusionada como cuando yo era joven y acepté casarme con tu padre. Para serte sincera siempre creí que ustedes dos iban a terminar juntos, se les veía desde muy niños.
-Ay mamá después de la ceremonia me hablas de eso ¿sí? Porque no quiero llegar tarde, ¿qué va a pensar el si llego tarde a nuestra propia boda?- Dicho eso se apuró a estar lista y terminar de arreglarse.
Cuando Jasira consideró estar lista para que su futuro marido la viera salió de su casa de barro y caminó al lado de su madre, su padre y hermanos con dirección a la playa donde tanto habían soñado con una vida juntos. En la playa ya se encontraban los invitados y sobretodo Keita, quien entrelazaba sus manos detrás de la espalda, esperando ver a su amada caminar hacia él. No tardó mucho en llegar al lado de su prometido y tomar su mano para ver hacia el mar. La ceremonia comenzó muy poco después del atardecer y al finalizar hubo bailes, todos festejaban la unión de la joven pareja. Jasira y Keita observaban la fiesta desde la distancia, ellos preferían pasar su festejo tranquilos, mirando las estrellas y hablando sobre lo que harían en el futuro tan brillante que tenían. Su primera noche de bodas fue solo dormir abrazados, con su ventana abierta para que la luz de luna entrara y los bañara. Para ellos esa noche representaba más que un compromiso, para ellos significaba unir sus almas y si fallecían sabían que su destino era encontrarse en la vida siguiente.
A la mañana siguiente los recién casados se prepararon para irse a pescar, era algo que ya habían planeado, quizá también se fueran a nadar un buen rato. Llegando a la playa Jasira pudo ver a la distancia un barco enorme pero al ser una playa no le tomó importancia, seguro hasta iban de paso. Eso pensó hasta que vio una flecha roja clavarse en la arena a pocos pasos de ella, se alarmó como era de esperarse y se echó a correr hacia su marido para abrazarlo y advertirle lo que sucedía. Antes de poder escapar de la situación tan horrible que se avecinaba vieron cientos de flechas cruzar el cielo, apenas pudieron cubrirse con algo, pero las demás flechas se clavaron en las demás personas que estaban ahí, familias enteras que disfrutaban de la playa, el sol y la pesca. Keita se aferraba a su mujer para que no viera todo lo que sucedía y la abrazaba contra su pecho. Cuando las flechas dejaron de volar y ser disparadas Keita tomó el valor de asomarse a ver. Botes pequeños con gente armada y cubierta de metal se llevaban lo que eran los cadáveres de sus vecinos. Niños, jóvenes, hombres mujeres e incluso bebés cubiertos de sangre y flechas. Tomando así la dura decisión de proteger a su mujer, Keita le hizo prometer a Jasira que no haría ruido por lo que más quisiera y así cuando un hombre armado se acercó peligrosamente a su escondite besó por última vez a su esposa y corrió para atacar al hombre quien con un solo disparo en la pierna logró frenar a Keita. De la impresión por el sonido del disparo Jasira cayó al suelo desmayada.
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Diario de sueños
Science FictionAquí escribiré mis sueños en forma de historias, sí estoy siguiendo con mi idea original porque creo que tienen potencial. Son pequeñas historias inspiradas en sueños o experiencias paranormales que he tenido a lo largo de mi vida