¿final?

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Las arrugadas manos de la señora tomaron nuevamente aquel portarretrato viejo.

La juventud que había en esa foto se le reía en la cara. ¿En qué momento habían pasado tantos años? Recordaba esa foto como si hubiera sido ayer, como si hace tan solo unas horas ella hubiera aceptado los sentimientos de aquella chica de pelo negro azulado.

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"— Sakura-chan, verá, yo... — la chica respiraba nerviosa, sus manos dudaban y sus ojos estaban concentrados en el ramo de flores lavanda que tenía perfectamente acomodado para regalarle a la chica enfrente suyo. — yo quisiera... Quisiera contarle que... Me gustas, Sakura. — terminó aquella frase que su boca no quería soltar.

La brisa de la primavera golpeó fuertemente en aquel parque pero envolvió suavemente a aquellas chicas que hoy se estarían confesando su amor. Rosados pétalos del cerezo caían sobre sus cabezas y hacían una delicada danza hasta el suelo.

Silencio, eso es lo que se escuchaba. Un silencio endulzado por los pájaros y el arrollo cerca de ellas que ambeintaban la escena de una manera romántica y tierna.

Hinata Hyuga se estaba confesando. Al fin, luego de tantas salidas y meses de lucha mentales, decidió compartir sus sentimientos.

Su larga cabellera azulada volaba con el viento y resaltaba su piel blanca como la luna y sus ojos aperlados que solo miraban sus manos. Su larga falda café bailaba al compás de la brisa y su camisa blanca le daba un aspecto hipnotizante. Sus pequeños zapatos color crema se asomaban timidos bajo esta.

Sakura Haruno estaba tan enamorada de esa chica que ahora combatía nuevamente con su mente.

Tal vez, la heredera de los Hyuga podría verse miles de veces al espejo y odiarse, querer vomitar cada vez que se veía desnuda o querés esconderse bajo capas y capas de ropa para que nadie notara sus defectos pero...

Para la hija única de los Haruno, ella era lo que necesitaba para ser feliz.

Hinata Hyuga era su fuente de energía, la única persona que la hacía sentir tan feliz y que con una simple sonrisa ya era capaz de alegrar hasta su año.

No importaba que tan malo habría sido el día, la semana o el mes, mientras esa chica estuviera ahí, ella podía sonreír, podía caerse el mundo bajo sus pies y estar feliz porque al menos su última imagen sería aquella chica.

Sakura quería ser feliz.

Y Hinata quería ser su fuente de felicidad.

Los ojos Jade de la pelirosa la observaron. Y se puso a reír, no podía parar de soltar carcajadas mientras las lágrimas caían.

Abrazó a una estática Hyuga que no entendía lo que pasaba.

— Hina, te amo, te amo más de lo que crees. — se separó de ella y la miró a esos orbes que la volvían loca, tan brillosos como un espejo. — Por ti soy capaz de luchar contra todo Akatsuki, soy capaz de plantearme frente a tu padre, soy capaz de pelear con los mismísimos Sannin. Hinata, por ti soy capaz de cualquier cosa  porque estás al lado mío. Contigo iría hasta el fin del mundo. — tal vez se emocionó mucho, pero no pudo dejarla responder puesto que le plantó un beso tan puro y único, que Hinata se sentía en el mismísimo Edén.

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