Y un día los besos y los abrazos desaparecieron. Las visitas frecuentes a familiares y amigos, quienes eran fuente de nuestra felicidad tambien.
Las cámaras web y el internet cortado pasaron a ser nuestros mejores amigos.
Los viajes desaparecieron, para que de un momento a otro nuestra mente nos hiciera imaginar que estábamos en otro lugar, para evitar pensar que estábamos perdiendo la cabeza dentro de cuatro paredes.
La familia derrepente empezó a aprovechar estos momentos para valorarlos como si fuera el ultimo día de sus vidas, compartiendo sonrisas, por si el día de mañana teníamos que despedirnos.
Empezó la desesperación, no dormir o cambiar horarios, empezaron las lagrimas incontrolables por el miedo de no volver a ver a otras personas, el miedo de no poder volver a disfrutar los paraísos y miedo de no volver a compartir grandes momentos.
No se cuanto tiempo ha pasado ya desde la ultima vez que fui a un concierto, porque siento que han pasado años.
Ya no me acuerdo de la adrenalina que me causaba un buen concierto junto a un grupo de personas saltando y disfrutando de ese gran momento.Todavía siento el sabor amargo por el miedo de estar hoy acá y luego no, quizás ese fue el miedo que tuve siempre, pero ahora simplemente hizo mas grande ese miedo.
La desesperación crea una locura interna que nos vuelve paranoicos por una simple respiración o por el tacto. Ahora existe una distancia que parece ser un muro para todos.
Me sorprende el hecho que ya no podamos ver nuestra expresiones faciales. Ya no podemos ver nuestras sonrisas o simplemente cara de culo, que consideramos normal, mientras que algunos mostraban preocupación.En algunos lugares la comida era escasa, poco a poco nos ayudábamos con lo poco que teníamos, para contenernos de este momento duro.
Mientras caminaba veía ollas populares donde habían colas grandes de gente, con caras cansadas y otras ansiosas por recibir un plato de comida caliente después de días sin comer.El choque de puños nos parecía ridículo pero creo que ahora actúa como el abrazo o simplemente ese beso que ahora casi no existe y eso ayuda por lo menos a sobrellevar la situación.
Muchos perdimos la esperanza, nos sacaron las ganas el estar encerrado, y poco a poco algunos nos hundimos.
Muchos perdieron el rumbo, no encontraron el por qué.
Los medios son una ayuda al brote psicótico que nos ha acompañado durante un año (es loco decirlo, pero ha pasado un año.)
Ahora puedo ver a los niños llenos de ansiedad por salir a disfrutar de las plazas para volver a llenarlas de alegría.
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Y un día
Historia CortaTextos cortos desde mi cuarentena, donde se trata de hablar con todos los sentimientos y no ocultar nada. Escritos desde el baño hasta mi habitación y soñados desde un rincón