025- El Rey.

2K 240 79
                                    

El invierno se acercaba tan inminente como el amanecer.

Los más experimentados, sabían que los fríos traerían consigo más que las nevadas. Aunque aún no sonarán los cuernos de guerra, la tensión en los reinos del norte, tenían a toda Europa a la espera.

La mujer de cabellos platinados veía un mapa frente a ella.

Su experiencia en el arte de la guerra era nula, pero en unos cuantos meses habían unido a tres reinos en contra de un enemigo en común y por tan extraordinaria proeza, había tomado las riendas de la invasión y conquista de Gales.

Sabía debían actuar rápido, pues el espía que tenían en aquel reino les había informado sobre el delicado estado del rey. Y sabía que sí no enviaba a los buques de guerra antes de que Lalisa se recuperará, no tendrían la más mínima oportunidad.

También era consciente de que a diferencia de Corona, las Islas del Sur y Weselton, los inviernos en Gales eran tan crudos y atroces que era casi imposible que lograrán sobrevivir si cortaban sus suministros de comida, por lo que decidió usar aquella estrategia que vio caer a su pueblo, aunque con ligeros cambios seria en esencia una probada de su misma medicina hacia el rey.

El plan era bastante simple, usarían a los barcos para interrumpir las vías de comercio y abastecimiento, y cuando se quedarán sin comida, el avanzar y destruir al reino sería cosa de niños.

Dejando la comodidad de su oficina, camino hacia al balcón principal del castillo, viendo a las fuerzas de los tres reinos debajo de ella.

Estaba segura, que sería recordada en la historia por la alianza que tenía frente suyo, y aunque el precio era alto, la venganza por la muerte de su padre, lo valía. A ambos reinos, tanto a los de las Islas del Sur, como a Weselton, les había prometido las riquezas y tierras de Gales, si se unían a ella a tan sangrienta cruzada, después de convencerlos al recordarles que ambos tenían deudas con el reino del norte, y que tarde o temprano, sufrirían la misma suerte que Corona, le fueron entregados un ejército tan basto que haría temblar hasta al más fuerte de los reinos.

- Ustedes marcharán al norte. - Podía sentir como las miles de miradas se clavaban en ella, pero en ese momento no le importó en lo mas mínimo. - Sus acciones traerán honor y gloria a sus reinos, serán recordados como aquellos que no bajaron la cabeza ante el tirano que quiere sus tierras. - Podía sentir como los hombres frente suyo comenzaban a mostrar la emoción por la guerra. - Sus hijos e hijas cantaran sus proezas, y el orgullo llenara sus pechos cuando digan quiénes son sus padres.

Los clarines sonaron, las botas retumbaron al marchar, la tierra tembló por la fuerza demostrada, y los hombres se embarcaron a la lucha que les traería honor.

Cuando el último barco zarpo, Jennie volvió a internarse en su oficina, viendo a la pieza que figuraba al rey Lalisa, y tomándola entre sus manos.

- Me hubiera gustado que las cosas hubieran sido diferentes. - Dijo como si aquella pieza de mármol en verdad fuera el rey. - Y sé que esto traerá muerte y hambruna, pero... - las palabras parecían atorársele en la garganta. - Lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y el mal.

Recordó con pena, como había comenzado su relación, y era casi una broma del destino, que aquel regalo que había sido el que comenzaría a abrir su corazón, fuera ocupado para clamar la muerte de una de ellas.

Los mensajeros eran puntuales, y gracias a ellos, apenas unas cuantas semanas después de la partida de los barcos, supieron que en ese momento, Gales ardía en llamas.

El primer general, pedía una audiencia, solicitando el refuerzo de tropas para limpiar las cenizas de lo que llego a ser el reino más rico del norte, y darle a la reina Jennie, un regalo que sabía le encantaría.

El Rey. | Jenlisa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora