| Capítulo 3 | Cita de ensueño

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Jueves a mediodía

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Jueves a mediodía.

Boruto bajó de su auto y se agazapó apenas llegó a la esquina. Kawaki estaba en la acera del frente, mirando curioso hacia el portón de su casa. No lo veía. Pero Boruto le silbó discreto, alzando los brazos para llamar a su atención. No podía dejarse pillar por su mamá por un detalle.

La vez en los recreativos Kawaki no lo dejó aclararle que ese día tenía clases hasta pasadas las cuatro y que debía estar en la universidad en ese preciso instante, por eso, Boruto pisó el acelerador apenas Kawaki se subió a su auto. Tenía prisa por fugar de su barrio y perderse en algún centro comercial de otra ciudad. No se iba a arriesgar a encontrarse con la cargosa de su amiga Sarada, que ella era muy capaz de comentárselo a su tío Sasuke, y de su tío Sasuke de hecho iba a contarle a su papá.

De todas maneras, un día era un día, y Kawaki valía esas horas con tal de conocer sus razones para ser parte de la cartera de muchachos de XOXO. Y se las pidió mientras conducía sin rumbo fijo. Pero Kawaki le pidió darle el volante. Quería llevarlo a un lugar en específico antes de cualquier juicio, un lugar que lo amarraba mucho a esa vida fácil. Kawaki estaba allí para darle respuestas a sus reclamos de indignación y eso pensaba hacer desde ya, aclarándole que iba a conocer el edificio donde vivía.

—No vivo en un penthouse ni en un moderno complejo. —Kawaki le avisó, a pesar de los gestos incrédulos que soltaba Boruto. No le creía—. Supongo que eso imaginan tus amigos, que vivo como un rey, en uno de esos departamentos de lujo, el típico nido de zorro —ironizó.

—Ganas muy bien, ¿no?

—Voy a comisión, Boruto.

Kawaki se bajó del auto junto con él, aunque antes de que pudieran intercambiar, un policía les pitó. Boruto renegó al recibir una papeleta por saltarse un letrero de Pare antes de cruzar una avenida principal. Era la tercera multa en un mes, una cada semana y ya podía imaginar el sermón que le iba a dar su padre cuando se enterase. Y Kawaki solo se burló de su despiste de novato.

—Oye, que te estaba prestando atención.

—Eres una bestia, admítelo —le dijo riéndose, sin esa careta de muchacho bien educado de XOXO—. Deja de mirarme así, idiota, no soy el Kawaki refinado del trabajo.

—... sí que debe ser un suplicio para ti amarrarte la lengua.

—No tienes idea, sobre todo con la cantidad de viejos verdes que van buscando a quien soltarle sus piropos de mierda —le contó Kawaki y condujo con una velocidad, que Boruto se vio obligado a aferrarse al cinturón de seguridad hasta que Kawaki frenó delante de un edificio antiguo.

Era un barrio humilde, por las construcciones en mal estado y por la hilera de tiendas de gente sin recursos invadiendo la calle. Estaba en la zona más pobre, en el límite del distrito.

Boruto sintió lástima de ellos, de su despilfarro, y prefirió seguir a Kawaki de cerca, sin distraer la atención en los lugareños. Era la primera vez que pisaba un sitio de extrema pobreza, y lo confirmó aún más al entrar al edificio que parecía a punto de caerse a pedazos. Las paredes eran de madera, hueca y apolillada. Sintió miedo al subir las escaleras, agarrándose de las barandas cada tanto. A diferencia de Kawaki, que caminaba con confianza, comentándole que el lugar resistía a pesar de su aspecto.

Kawaki | Boruto :: Novio de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora