| Capítulo 1 | Aplicación XOXO

746 49 36
                                    

Boruto se sorprendía hasta dónde había llegado con su aventura

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Boruto se sorprendía hasta dónde había llegado con su aventura. Se acuclilló caminando casi arrastrándose a tientas en la oscuridad, y se asomó por el filo de la mesa de noche, suspicaz, tal cual cocodrilo en busca de una presa. Su papá estaba ahí, durmiendo, y la billetera gordita también, aunque esta reposase sobre el libro de siempre, tentando a quien necesitase de un préstamo.

Pero se prometió que iba a ser la última vez, así fuese mentira, como las anteriores semanas que se exigió lo mismo e igual volvía a cometer el crimen por motivos de fuerza mayor. Eso lo juraba por más que muchos no estuviesen de acuerdo con sus razones, quizás un poco banales.

Sacó la módica cantidad del día para completar la suma de la semana y salió luego con sigilo, para tentar la buena suerte que lo acompañaba por semanas. Aunque solo respiró con calma cuando cerró la puerta de su habitación, aguantándose el remordimiento de comportarse tal cual ladrón. Lo valía. Existía un motivo, no lo hacía por maña. E incluso gastaba también su propio dinero para aquel vicio, dejando su monedero de sapito vacío. Aunque, se repetía, había una justificación para su vandalismo.

Sacó su celular y buscó el perfil de su chapero, Kawaki, para contratarlo como muchacho de compañía para una cita económica. El precio para hijitos-de-papá como le pinchaba su amigo Inojin, donde no se permitía ni besos ni contactos ni teatros ni escenitas ni salidas grupales. Se limitaba al contratado y al cliente dentro de una cafetería o de algún lugar público para una pareja de salientes.

Pero era bonito soñar con más.

Boruto suspiró entonces al leer las especificaciones del paquete premium. Se castigaba con ello. No ganaba lo suficiente en su trabajo de medio tiempo y tampoco podía robarle tanto a su padre sin ponerse la soga al cuello por ambicioso. Si tan solo con pagar el precio base se le dificultaba bastante, teniendo que montar el seguimiento nocturno durante varios días para reunir lo necesario.

El VIP era inalcanzable para él ¡A menos que! Boruto pidiese prestada la tarjeta de crédito, sin autorización del propietario por obvias razones, y luego fingiese un atraco para que su padre llamase al banco a solicitar el seguro ¡Esa era toda una idea! Pero su cinismo no era tan grande.

En ese exceso de imaginación, Boruto afirmaba que, en realidad, Inojin era el único culpable de que se haya enamorado otra vez, porque aquella sensación de cosquilleo en la panza y de nerviosismo que lo dominaba cuando pensaba Kawaki, era amor. Conocía ese sentimiento. Después de todo, él ya se había enamorado. Ya había tenido un primer amor y precisamente, por no quedar en ridículo frente a ese primer gran amor, contrató en medio de la desesperación el servicio de un chapero.

Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos. Cuando se enteró por su amigo Shikadai que su expareja, Shinki, acudiría a la fiesta de cumpleaños de Sarada, una amiga en común, bien acompañado. Shinki iba a presumir de nuevo novio, iba a restregarle en la cara su felicidad. O al menos Boruto lo tomó de esa forma cuando Shikadai le anticipó la noticia, para que no se esperanzase con una reconciliación, a pesar del contundente motivo de la ruptura. Y otra vez comprobó que fue un juguete de usar-y-botar.

Kawaki | Boruto :: Novio de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora