El amigo ebrio y hippie de Charles nos había dicho varios meses atrás que éramos cordialmente invitados a su exposición de arte en uno de los museos más famosos de la ciudad y siendo sincera si me daba emoción ir.
Semanas antes de la inauguración nos había hecho llegar un ramo de rosas en donde la invitación venía incluida en ellas con su firma elegante de Eran James. Creo que nos había invitado porque estaba un poco coladito por Tiare y yo sabía que Charles no estaba de acuerdo con esos sentimientos pero el las llevaba de ganar porque hace 2 semanas que se había apenas besado con ella cuando se fueron a un bar y terminaron según ellos, ebrios.
Faltaban 3 días para la exposición y ya Tiare me había arrastrado a la zona más cara de vestidos que había en toda la ciudad que porque a su perspectiva tenía que brillar, yo por mi parte me conformaba con verme presentable aunque con Tiare eso era imposible con ella la elegancia venía tomada de a mano con ella.
Estábamos en la.... ¿quinta?, ¿décima? tienda de vestidos, y a ella no le gustaba nada, de verdad. Todos tenían algo, un brillo de más, el corte era demasiado o muy poco, el color no iba con su tono de piel, o se veía demasiado paliducha.
Yo ya había previsto ponerme un vestido rojo que tenía guardado en el closet con unos zapatos de aguja negros, fácil y práctico.
-Siento que este corte hace que se me vean más las estrías en las rodillas- se queja.
-Amiga, todas tenemos estrías.
-Pero no a todas nos resaltan igual- se las ve en el espejo- Siendo un gasparín todo se te ve. Fuiste bendecida por los Dioses de que tu eres morocha , parece que el sol te besa la piel todos los días. Te da poquito color.
La verdad a mi ya no me acomplejaban, eran algo sumamente normal, nada de lo que nos teníamos que avergonzar, pero Tiare era vanidosa hasta por los aires, si ella tenía un cabello fuera de lugar se lo acomodaba hasta que estuviera segura que no se iba a volver a mover.
- ¿Qué te vas poner?- pregunta mientras escoge unos vestidos en un estante, lista para volverse a sumergir al vestidor a probárselos- Y no me digas que el vestido rojo de toda la vida, ese vestido ya parece saca- apuros.
La veo, y sabe que no necesita decirle nada por que ya conoce la respuesta. Prefiero hacerme la loca y no le contesto.
Ella arroja los vestidos al sillón en donde estoy sentada y pone las manos en jarras.
-No lo voy a permitir, voy a buscarte un maldito vestido así tengas que probarte toda la tienda. Así que levanta ese trasero y vamos a buscarte uno.- me ordena.
Y es que pelear con Tiare es no ganar, así que con toda la pesadez del mundo le sigo la corriente, se mueve entre los estantes como toda una experta y me va mostrando los que ella cree que son monos, pero ninguno me gusta.
Son demasiado brillantes, o escotados, altos o muy largos.
-Mujer, vamos Me eres muy especial pero algo tiene que gustarte.
-Es que no son mi estilo, tal vez el tuyo si pero el mío no.
Esta revolviendo una sección a toda prisa y su mano coge uno que sinceramente es precioso, es blanco aperlado de tirantes , la tela es seda y tiene una abertura en la parte de la pierna izquierda, sencillo pero puedes matar a un hombre con el si quisieras.
-Me encanta, es bonito. Muy tú Me.
La mirada de esta amiga mía destila emoción.
-La verdad si es muy lindo, pero el rojo se me vería bien. ¿No lo crees?
-No, ni lo pienses. Anda- me empuja y pone el vestido en mis manos- Ve a probártelo y si no lo haces lo haré yo, al cabo que no sería la primera vez que tengo que cambiarte.
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Cómo Bestias.
Teen FictionA veces solamente quieres escapar de un pasado, y en veces este te sigue hasta envenenarte.