7- El arte nos une, pero la vida nos sepulta.

387 37 0
                                    

El tacto de alguien puede hacer que nuestro cuerpo tenga sensaciones estimulantes que hace que sintamos una atracción hacia la persona que esta con nosotros; un simple toque en un lugar de nuestro cuerpo puede desencadenar deseo o bien asco. Creo que la mía es el primero.

Su mano en mi cintura hace que me provoque calor y hormigueo, y esta se intensifico cuando su voz hizo contacto cerca de mi oído y yo pude escuchar su voz cerca de mi, de mi piel.

-Arman, no me asustas- le miré sus preciosos ojos.

<No me asustas, me provocas>

-No esperaba verte aquí Amelia, que sorpresa- continua sin quitar su mano de mi cintura y a mi sinceramente no me molesta.

Va vestido elegantemente, lleva un traje negro con una camisa blanca de vestir, con un saco negro, pero por dentro se puede apreciar que lleva chaleco, no lleva ni moño ni corbata, solo un par de gemelos y un reloj que se ve costoso, lleva el cabello peinado hacia adelante pero también un poco hacia atrás, le caen mechones en la frente. Se ve guapo, bueno, siendo sincera las dos únicas veces que mis ojos han cruzado con su figura se ve guapo, demasiado guapo.

Su tacto en mi hace que me revuelva para evitar que el calor me suba hasta las mejillas pero el no lo nota y si lo hace prefiere ignorarlo.

-¿Te han invitado?- cuestiona- ¿Viniste con pareja?

Huele delicioso, tengo una obsesión con las fragancias masculinas pero esta ha sido mi favorita, huele dulce y un poco amaderada; quiero pasarle mi nariz por todo el pecho hasta que mi piel huela  su perfume.

-Mmm... si, algo así- aprieto mi cartera de mano- El artista es amigo de un amigo mío-

 Le miro directamente a los ojos y el lo nota, no me baja la mirada si no que, sonríe  y la barba creciente le adorna la cara, sin apartarme la mirada.

-Ya, me alegro- y baja un poco la mano al comienzo casi de mi trasero, pero no lo toca, solo me empuja un poco hacía adelante.

Me percato de lo que hace y me obliga  mirar que la fila ha avanzado y que es nuestro turno de pasar al lugar.

Ambos le extendemos nuestra invitación a la persona de la entrada, y ella nos checa en la lista. Cuando es el turno de que le pidan su nombre, hace resaltar su apellido, como si este destilará elegancia con un ruso perfecto, esplendido y exquisito. 

Ella se sorprende y nos abre la puerta de madera rústica dejando ver al lugar que venera elegancia y arte por dentro, me tomo un minuto en la entrada apreciando todo y es que para alguien que ha vivido entre el arte, esto es un maldito pedazo de cielo. 

Es una antigua fábrica que a finales de la segunda guerra mundial la convirtieron en un museo que alberga las obras más caras de todo el mundo, pero esta vez expone las de el amigo ebrio de Charles, y es que este hombre es el hippie más talentoso que he conocido en todo el maldito universo.

Cada pieza desde la que cuelga del techo hecha con arcilla hasta las fotografías y pinturas que adornan las paredes hace que te quedes perplejo y enamorado.

-Amelia, ¿Qué haces?- interroga Arman.

Se ha quedado de pie en al final de la alfombra por la que pasábamos, mirándome con una cara de diversión y no se como definir la segunda que hace que su cara este juguetona y un poco risueña.

-Estoy admirando el arte, es obvio, ¿por qué tu no lo haces?- le miro y avanzo de pie a donde el esta.

-¿ Y quién te ha dicho que no lo hago, испорченный?- me ofrece su brazo y lo tomo.- Eres un poco despistada que no te haz dado cuenta.

Cómo Bestias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora