Día 0

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Estoy en el piso de la habitación que llegué a compartir con él, el suelo está tan frío que se asemeja al hielo que ha poblado el jardín; siento como el frío va abrazando mi cuerpo y dañando mi pensamiento que hasta comienzo a sentir un calor corporal inexistente. Necesito salir de aquí pero ni siquiera puedo moverme, mis piernas parecen que se han quedado sin fuerzas y mis brazos parecen haberse quedado hechos piedra. Todo lo que puedo sentir es como mi corazón desenfrenadamente, igual que cuando lo veía a él, con su perfecta sonrisa que solo me dedicaba a mí y la forma tan sucia en la que me sonreía cuando me tocaba de manera inadecuada.

Él ni siquiera sabe que estoy en esta situación, creó que se volvería loco. Bueno no cabe duda de que loco ya está, desde que lo conocí no hay quién pare la mente de ese hombre. 

No puedo dejar de pensar en él, creó que es lo único que me mantiene cuerda para no dejarme arrastrar por este sueño que tengo, mirando al techo no puedo evitar pensar en su rostro, pues tuve tantas noches para memorizarlo que lo conozco de manera detallada, cada lunar, cada peca, gesto o mueca. Aprendí a leerlo con solo verlo.

El frío ha comenzado a delirar  y jugar conmigo, todo lo que repito una y otra vez es que ojalá él estuviera aquí.



Cómo Bestias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora