Prólogo (1/2)

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Nos encontramos un maravilloso sábado, apenas empezaba a salir el sol en la bella ciudad japonesa de Musutafu, los pájaros ya cantaban sin parar y la gente comenzaba a salir de sus casas para otro arduo día en el trabajo, estudios o hacer las compras. Ésto con toda la confianza en su seguridad ya que después de la derrota y muerte de All For One hace algunos años, se vió una disminución en la delincuencia llegando a un porcentaje que no se había vivido desde el surgimiento de los quirk.

Ahora nos situamos en una casa de dos pisos que se encuentra en una buena zona de la ciudad, esa casa es de la familia Midoriya, un inmueble no tan grande pero tampoco tan pequeño ideal para poder acoger cómodamente a la familia de seis integrantes.

En la recámara principal podemos ver a nuestro querido Izuku Midoriya dormido, tan dormido como si no quisiera despertar y afrontar la realidad de ser el gran símbolo de la paz, el héroe número uno, las responsabilidades de ser un adulto de 31 años y un excelente padre de familia; él únicamente quería seguir soñando que se encuentra en una convención exclusiva de productos edición limitada de All Might y dónde desesperadamente se le veía con el deseo de comprar una figura tamaño real de la Edad de Bronce con diálogos de voz y rasca huele, todo parecía perfecto ya estando a nada de tenerla entre sus manos... Hasta que se despertó repentinamente a causa de los gritos de tres niños pequeños entrando corriendo felices a su habitación donde antes yacía plácidamente dormido.

Se le podía ver al héroe Deku con una cara de tristeza por estar a casi nada de lograr su cometido de comprar una nueva figura para su ya extensa colección de mercancías de All Might. Pero su rostro cambió a mostrar alegría al ver a sus pequeños hijos trillizos de 4 años, dos de ellos estaban corriendo por toda la habitación felices mientras que una pequeña se subió como pudo a la cama donde se encontraba y se acostó a un lado de su padre.

— ¡¡Vamos papi!! —exclamó la pequeña peliverde mientras estrellas se veían en sus ojos— Tienes que levantarte, mamá dice que ya está listo el desayuno y nos pidió que vinieramos a decírtelo. Recuerda que hoy debemos ir al hospital a saber cuál es nuestro quirk —dijo la niña.

— Si, diganle a su mamá que enseguida me levanto —una vez dicho eso abrazó a la niña con una gran sonrisa en su rostro y ésta se bajó de la cama dirigiéndose con sus hermanos saliendo del cuarto.

Ya estando a solas, se levantó para dar unos cuantos estiramientos y soltar un gran bostezo, una vez listo se trasladó afuera de su habitación para encontrarse a una mujer pelirrosada sirviendo la comida a un cuarteto de niños en una mesa redonda. Esa mujer no era otra que la mismísima Mei Hatsume, ahora conocida como Mei Midoriya.

— Buenos días amor —Izuku se acercó con su esposa para darle un gran abrazo por la espalda y un beso en la mejilla mientras servía la comida— Huele fantástico el desayuno —dijo continuando abrazándola.

— Buenos días cariño, veo que los niños si pudieron despertarte —dijo la pelirrosada mientras volteaba su cuerpo sin soltar el abrazo para ver a su esposo hacer un lindo puchero en su rostro y besarlo.

— Buenos días cariño, veo que los niños si pudieron despertarte —dijo la pelirrosada mientras volteaba su cuerpo sin soltar el abrazo para ver a su esposo hacer un lindo puchero en su rostro y besarlo

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