Las vacaciones de Dorkas I

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En sus primeros años en Londres, para ganarse unas monedas con las que comprar libros o ir al teatro de vez en cuando, Dorkas solía leer el tarot en su barrio. También vendía lo que se consideraban "pócimas", hunguentos, y demás, algo que había aprendido de su madre. 

Recordaba esos días, en los que se sentía muy sola, una joven eslava en las sucias calles de Londes, echando de menos su vida anterior. Ahora su vida había cambiado bastante, la familia a la que servía estaba en un bonito viaje familiar en el cual decidieron prescindir de la institutriz, se había ido a vivir a casa de una nueva amiga de la alta sociedad que había conocido, se llamaba Hester y era tan dulce como inteligente e ingeniosa, Dorkas sentía cierta admiración por ella, era una gran bruja y científica. 

Esa nueva casa estaba repleta de libros tanto de literatura como de magia, de ciencia y de cualquier cosa que le hubiera interesado alguna vez. Ella leía y leía en sus ratos libres, tumbada en el jardín. Desde que era niña en Rumanía nunca se había sentido tan... ¿ella? Adoraba estar en la naturaleza. Adoraba leer. Y adoraba que a su pálida piel le dieran los rayos de Sol. 

En ese momento se acercaba Amira, otra huésped de Hester, y nueva amiga también de Dorkas, Amira era de Bulgaria, se sentía cómoda con ella porque le recordaba a su tierra. Venía con una botella de algún licor que probablemente le habría virlado a Hester. 

-¿Qué lees ahora?-preguntó Amira sentándose junto a ella.

-La familia del Vurdalak-contestó Dorkas mirándola.-Escrito por un escritor Ruso, y habla sobre vampiros, pero con nuestra perspectiva eslava... -susurró lo siguiente muy flojito.-No esa que tienen los británicos...

-Ah, ¿eso de creer que un vampiro es el mejor novio que puedas echarte?¿Que te van a llevar a caros bailes de la alta sociedad y que te mimarán solo para poder beber tu sangre?-decía mientras se reían ambas. 

-¿Imaginas lo que haría un verdadero Upyr contra esos vampiros engalonados?-dijo Dorkas a Amira mientras se reían.-Estas fantasías de los Europeos occidentales... Seguro que a este paso llegará el día en que los vampiros sean jóvenes guapos que jamás dañarían a una dama...

-Buah!-dijo haciendo un gesto de asco.-No sé a quien le podría gustar eso...-Amira le dió un trago a la botella.-Estos lo hacen todo igual de suave...-le ofreció el licor a Dorkas.-De verdad... es que no noto el ardor.

-A ver...-Dorkas agarró la botella y le dió un par de sorbos para saborear bien aquel licor, sinceramente, estaba delicioso a su paladar, pero en cuanto a alcohol, le faltaba fuerza.-Tienes razón... está flojo... Para beber bien hay que ir al Este...-Le sonrió a Amira, mientras notaba a algunas de las criadas de Hester poner los ojos en blanco o hacer gestos desaprobatorios. Dorkas suponía que a esas señoras ver que dos extranjeras de inferior posición a ellas estuvieran siendo mantenidas por la señorita les debía resultar incomprensible. Seguían bebiendo y charlando cuando sobre ellas notaron una gran sombra, y una voz masculina, imponente pero aterciopelada.

-Así que os pasáis el día ganduleando, ¡cómo se nota que sois extranjeras!¡Y encima borrachas!-gritó Alastair, el primo de Hester, un caballero tremendamente guapo, pero igual de sinvergüenza. Como todos los caballeros de alta sociedad, aunque este parecía tener un lado tierno, en alguna parte recóndita de él. -De la salvaje me lo esperaba... pero de la mojigata... eres una mala influencia...

-Que no vaya asaltando todas las camas de Londres no quiere decir que sea una mojigata...-dijo Dorkas mirándolo con un gesto burlón.- Y por cierto, si crees que vas a emborrachar a una eslava con este zumo... es que no has conocido a muchas... -le dijo riendo y le puso la botella de licor en las manos.

-Mi prima es demasiado buena con vosotras... ¿Y tú que sabes con cuantas eslavas he estado?-dijo haciéndose el interesante.

-Porque odias a las extranjeras, y las eslavas somos muy orgullosas, mi Lord.-dijo Dorkas riendo.

-¡Dilo más alto!-le aplaudió Amira.

-Yo no odio a las extranjeras... odio que os mezcléis con la población británica y cambiéis la cultura que tanto nos ha costado tener.

-¿Tú no eres mitad francés?-preguntó Dorkas mirándolo fijamente.

-¿Eso qué tendrá que ver?-preguntó el señor Miracle indignado.

-Tu existencia también es una mezcla y la cultura británica y la francesa no puede ser más dispar, pese a que el compartir tantas familias nobles lo oculte, y hablando de nobleza, en toda Europa está bastante mezclada... -Dorkas empezó a comentar algunos extraños linajes europeos con bastante mezcla de nacionalidades, a lo que Alastair puso los ojos en blanco pensando "otra rata de biblioteca como mi prima". 

-De acuerdo, señorita institutriz...-dijo para que dejara de dar su ponencia sobre linajes europeos.-Mi prima quiere que vayas practicar magia con ella... encontrar a otra dotada de tus capacidades la tiene muy intrigada.

-¿Tu no vienes?-preguntó Dorkas mirándolo extrañada.

-No, voy a entrenar con la salvaje.-Dijo mientras se quitaba de forma innecesariamente sensual la camisa, que provocó más de un desmayo del servicio doméstico, y ponía una extraña pose de batalla.-Ven aquí, bestia búlgara. 

-¿¿QUÉ HAS DICHO NIÑATO PIJO??-gritaba Amira para lanzarse contra él. En el fondo, aunque siempre pelearan era gracioso y entrañable, Dorkas a penas había tenido hombres en su vida, a parte de su padre y algunos compañeros de clase y veía a Alastair como lo que habría sido un hermano mayor. 

Dorkas caminó por la casa, encontrándose con Edgar, el esposo fantasma de Hester, a quien saludó amablemente, era un tipo bastante amable, era tan triste como hermoso contemplar como tras la muerte, era incapaz de abandonar a su amada, y como Hester disfrutaba cada momento junto a su marido, algunas veces pensaba que le gustaría tener un vínculo así con alguien, aunque esa oportunidad no se le presentara.

Caminó mientras charlaba con el fantasma por los pasillos hasta dar con la gran biblioteca de Hester, donde los libros flotaban, a demás que había montones de estanterías con materiales para amuletos y conjuros. A Dorkas le fascinaba, jamás había visto tanto material de brujería. En el centro, dentro de un pentáculo estaba Hester y en sus manos sostenía un grimorio.

-¡Menos mal, ya estás aquí!-dijo Hester.-¿Lista para aprender más sobre brujería?-Le sonrió Hester y Dorkas le devolvió la sonrisa.

-Estoy deseando empezar.-Contestó y juntas comenzaron a leer el grimorio.

La Joven escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora