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capítulo cinco;

"tristesse partagée"
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—Realmente me sorprendiste Petra— atinó a decir un rubio con coleta mientras tragaba. Esta lo miraba con desdén, estaba situada a un lado suyo.

Uno de tez ligeramente morena lo apoyó —Eso Erd, no cofiaba mucho cuando nos habló de este lugar, pero no era mentira —ambos se reían con complicidad— esta delicioso— finalizó.

La pelinaranja bufó —Supongo que gracias, Gunther— dirigió su atención al azabache que estaba en un extremo de la mesa, tenía pinta de querer irse de inmediato. No sería de extrañar su molestia, había sido arrastrado hasta allí en contra de su voluntad, prefería quedarse bebiendo un té en su escritorio. Petra habló nuevamente —¿Qu-qué opina, jefe?

Bebió un sorbo de té y miró de reojo a todos en la mesa —No está mal— juzgó sin cambiar esa expresión fría suya. Los muchachos reían como si estuvieran festejando una victoria, ¿era para tanto?

Auruo carraspeó, cortando un poco el ambiente. Acomodó su chaqueta —Le falta sal— comenta refiriéndose a su plato. Fue ignorado claramente, a excepción de Petra que rodó sus ojos ante esto. Iba a quejarse, pero se tragó sus palabras gracias a algo que cruzaba por la entrada del local. Más bien, alguien. Observó a la mujer que se encontraba de espaldas, acompañada de un rubio de estatura media. Como si le cayera un balde encima, su mente hizo un click y la recordó: era la señorita que cruzaron con su superior en el avión la semana pasada.

—Oye, Levi— quiso contarle al mayor, pero era tarde.

Él ya la había visto.

Por otro lado, Hisae estaba en una nube. Solo seguía los pasos de su colega, ignorando su entorno. El mensaje de un número desconocido la había dejado en tal estado pensante, sin embargo, tenía la certeza de saber de quien se trataba.

"¿Qué harás?"

No entendía bien el apuro del calvo por una respuesta, pero tampoco se detuvo a pensarlo mucho.

Hizo una rápida seña con sus dedos, Yelena asintió alejándose con el resto. La rubia iba acompañada de Onyankopon, el chofer. Ambos estaban en una mesa a un lado de la ventana mientras que los otros dos hombres de siempre tomaban una prudente distancia en otra mesa.

—Hisae— estando más cómodo, Armin logró sacarla de su burbuja —¿esos tipos están contigo siempre?— indagó, refiriéndose a los de traje. Los observó de reojo, estaban charlando amenamente, parecían ser muy cercanos.

—Algo así— se limitó a responder. Él asintió, sabía que no conseguiría más que eso.

Entre ellos era notable la confianza que había, no cabían formalidades ni apariencias. Pese a eso, Armin no era idiota, se dio cuenta del muro invisible que había formado su amiga, si es que se le permitía llamarla así. Ni aunque consiguiera alas para volar sobre este sería capaz de atravesarlo. Tenía la impresión de que era así con todas sus relaciones, inclusive con Yelena, quien conocía cada movimiento que traía entre manos la castaña.

Conversaron de cosas triviales, a esa altura ya habían recibido sus órdenes. El lugar era conocido, tenía buena fama y su servicio era incuestionable.

—Debería ver el expediente de los nuevos— pensó en voz alta, viendo como las hojas de un árbol caían a través del gran ventanal. Con un poco de emoción en su tono, se dirigió al rubio que comía plácidamente frente suyo —se acerca el aniversario de la empresa, ¿qué propones?

≋ doux enfer ≋  Levi Ackerman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora