Esa mañana pasó por ella, se saludaron y la conversación fluctuó entre temas de trabajo y ….más temas de trabajo. Parecía incómodo hablar de otra cosa.
El día fue intenso, pasó con ella revisando contratos y proyectos. Miranda estaba muy empapada en todos los temas, sabía bien de que trataba todo. Por algo la enviaron desde la Casa Central, tenía un conocimiento profundo de todos los aspectos de la empresa y una visión muy amplia sobre el crecimiento a futuro.
Las semanas siguientes siguieron intensas, reuniones, algunos cambios, nuevos contactos comerciales. La empresa tenía su sede en zona franca de Uruguay y desde allí trabajaba hacia el Mercosur y el resto de América Latina.
Argentina y Brasil eran los compradores más importantes de la región y luego Chile.
-Señor Leitch, tendremos que hacer un viaje. Una semana, Buenos Aires, Santiago y Río de Janeiro en principio. Puede que sumemos alguna ciudad más en Brasil. Tenemos que presentar nuevos productos a nuestros principales intermediarios en esos países y quiero hacerlo en persona. Necesito que me acompañe, tiene algún inconveniente con eso?
-No…no tengo inconveniente.
-Bien, le diré a Silvia que prepare las reservas y me contactaré con los proveedores.
-No sería mejor llevar al jefe de ventas que llevarme a mí? Él es el experto en ventas….
-Lo necesito a usted señor Leitch, es mi asesor legal. Usted puede asesorarme de temas que el jefe de ventas no puede. Además yo voy a establecer lazos y a hacer propuestas, Ventas se hará cargo de los pasos futuros. Es importante que los principales distribuidores conozcan con quien tratarán ahora.
Él asintió… le incomodaba un poco salir tantos días con ella. La relación era estrictamente profesional, pero nunca se sintió cómoda. Había fricción, ella era tajante e inflexible y no le daba mucho margen a él para expresarse. El daba los datos básicos y ella no le permitía mucha opinión. Hacía su potestad y ciertamente, era siempre acertada. Era una empresaria muy hábil y él a veces no sabía ni cuál era su papel a su lado.
Ella pareció darse cuenta de lo que él estaba pensando.
-Sé que no es fácil trabajar conmigo seño Leitch. Sé que no le pido opiniones y a veces parecería que no escucho…-levantó la vista de lo que estaba leyendo y le clavó los ojos a él. Su mirada casi siempre parecía despectiva….o despreciativa…. como si lo hiciera sentir muy inferior. Y así se sentía él realmente – pero sí lo escucho y analizo profundamente sus concejos. Su trabajo y su consejo con importantes para mí, sobre todo a la hora de hacer propuestas a otros países. Tendrá que informarme de los aranceles para el Mercosur y el resto de América. Si quiero ampliar la cantidad de ventas con ellos debo saber qué aranceles manejamos.
-Bien. Agradezco sus palabras…es verdad que a veces parece que no me escucha.
-Siempre lo escucho. Y luego decido según la estrategia que quiero aplicar. -hizo una pausa y siguió mirando los papeles sobre el escritorio- le avisaré cuando tengamos hechas las reservas.
Salió de la oficina de Miranda y fue a la oficina de él. Se sentó tras el escritorio y apoyó la cabeza entre las manos. Estaba agotado y no por el trabajo, sino por aquella tensión con Miranda. Cada vez que la miraba quería decirle un millón de cosas y no podía. Ella no daba un mínimo margen de apertura o acercamiento y él sentía que se moría por dentro. Él nunca dejo de amar a esa mujer, lo sabía ahora, cada vez que la veía. Aquél día…aquél fatídico día que tuvo que despreciarla por un chantaje de su madre, fue el peor día de su vida. Debió irse con ella, debió escapar con ella a cualquier lado, pero no, se dejó chantajear por su madre…. Ya era tarde, no podía volver el tiempo atrás y parecería que tampoco podía ir hacia adelante. Se sentía atrapado.
Esa tarde fue eterna y a última hora, cuando ya no creía que hubiera alguien más trabajando allí, aprontó sus papeles en el maletín. Todo lo que podría necesitar para trabajar fuera de la oficina estaba allí, la laptop ultra liviana y documentos necesarios.
Alguien tocó la puerta abierta, levantó los ojos y era Miranda.
-Quería avisarle que salimos mañana al mediodía para Buenos Aires. Lleve ropa formal, informal para ratos de ocio, y algo de fiesta. Estamos invitados a un coctel en Santiago. También lleve ropa para el clima de Río. Lo espero a las 12 del mediodía en mi departamento, puede dejar su auto en mi estacionamiento, mi chófer nos llevará hasta el puerto para tomar el Buquebús.
-Bien. No pensé que lo solucionara tan rápido.
-El coctel de Santiago apresuró el viaje, festejan los 50 años de la empresa y nos quieren ahí para la celebración.
-Quiere que la lleve ahora hasta su departamento? Ya me estoy yendo…
-Gracias, tengo un coche esperando. Lo veo mañana.
Se despidió con la mano y desapareció de su campo de visión. Sería una larga semana, suspiró ya cansado…. aunque desconocía las sorpresas que le deparaba el futuro inmediato.
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Miranda
RomanceMiranda sufrió mucho y eso la volvió una mujer fuerte. Ya no es la chica pobre que fue pisoteada, ahora es una empresaria poderosa. Qué pasará cuando se reencuentre con su pasado?