Capítulo 3

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La estadía en Buenos Aires fue breve, tuvieron una reunión esa misma tarde y otra a la mañana siguiente y ya en la siguiente tarde estaban viajando a Santiago.

Iban en el avión conversando sobre el éxito que resultó la visita a la capital Argentina. Ella resultó de alto impacto en las empresas distribuidoras. Presentaba los productos con gran conocimiento y resaltando ventajas y precios. A los pocos minutos de empezar ya tenía a aquellos hombres en un puño. Además Miranda tenía una belleza extraordinaria y sabía usarla a su favor. Él detestaba como esos tipos la miraban, o como le alcanzaban sus tarjetas personales para “ahondar” la relación comercial. Hubiera querido darle un puñetazo a más de uno pero sólo apretaba las mandíbulas y se tragaba su rabia.

Quizás ni siquiera era tan así….quizás no la miraban con deseo, y él solo lo imaginaba porque aquella relación lo estaba volviendo loco.

-Miranda, puedo pedirte que nos tuteemos? Es muy incómodo tratarnos de usted, de señor o señorita delante de los clientes. Se supone que somos compañeros de trabajo y este tratamiento puede parecer raro…por lo menos, no es normal…

Ella lo pensó unos minutos -Tienes razón, puede parecer raro. Está bien…. podemos tratarnos de tú y por nuestro nombre. Sé que este tratamiento te ha resultado incómodo desde el principio, pero es mi forma de moverme en el mundo de los negocios. Es importante mantener la distancia.

-Miranda…. ahora no estamos en el mundo de los negocios, somos dos compañeros de trabajo que compartimos nuestros días a tiempo completo…

-SÍ…es verdad…y acepto el cambio. Para que veas que te escucho, aunque no lo creas -y sonrió al decirlo. Era la primera vez que la veía sonreír desde que se habían reencontrado. La última vez fue hace 16 años….

EL clima en Santiago estaba muy agradable. El hotel era muy lindo, decidieron descansar el resto de la tarde y se encontrarían para cenar. Los temas de conversación se movían solo entre comentarios de oficina o de trabajo. Hasta que después de un largo silencio ella hizo una pregunta personal.

-El señor Ferreira me dijo que tú te mudaste a su casa cuando comenzaste la universidad. Me dijo que trabajabas duro para pagar tus gastos. Por qué ya no viviste con tus padres…. Si se puede saber?

Lo miraba directo a los ojos. No parecía haber en ellos esa soberbia que los caracterizaba últimamente.

-No tengo nada que ocultar….la convivencia con mi madre se volvió insoportable…

-Pensé que ella y tú congeniaban bien -él dejó de comer y la miró fijó, pero ella pareció ignorarlo -por lo menos eso pareció la última vez que los vi.

Ella siguió comiendo como si no hubiera dicho nada importante. Él sabía a qué se refería, ese día que él tuvo que despreciarla.

-No congeniábamos. Ella me manipulaba usando la salud de mi padre como pretexto…ese último día que nos vimos en mi casa…

-No quiero hablar de eso -cortó tajante.

-Yo sí quisiera hablar de eso…hay cosas que no sabes…que nunca pude decirte…

-Estamos igual, también hubo cosas que no pude decirte. Pero ya es tarde para eso, no es nada que se pueda remediar.

-Aún así….quisiera decirlas…

La mirada femenina otra vez se volvió oscura, dura, desafiante….

-Nada que digas cambiará lo que pasó hace 16 años… cuál sería el beneficio?...ninguno

Se levantó -me retiro, estoy muy cansada. Pide postre si quieres, todo está pagado…buenas noches.

Y ahí quedó él con la palabra en la boca. Quería explicarle que nada fue como ella creyó…. pero eso a Miranda no parecía importante. Aún así el sabía que tenía que decirlo, tenía que explicarlo. Trató de hacerlo en aquél momento que todo sucedió y no la encontró, se la había tragado la tierra…

Se levantó y fue hasta la habitación de ella. Tocó con los nudillos y unos minutos después ella abrió. Él quedó como desencajado, no podía decir aquello en el pasillo.

-Puedo pasar sólo un momento?

-Para qué? -ella frunció el seño, se veía algo molesta.

-Es que tengo que decirte algo y no quiero hacerlo en el pasillo….

-Tendrás que hacerlo en el pasillo o dejarlo para después. No te recibiré ahora.

A ella no parecía importarle  que él estuviera muriendo por dentro, que tenía que contarle que pasó….que necesitaba hacerlo….

-Di lo que tengas que decir o cerraré la puerta.

ÉL se recostó sobre el marco de la puerta y la miró largamente. Ella comenzó a impacientarse.

-Ese día que estuviste en mi casa…

-No quiero escucharte- trató de cerrar la puerta

-Pero yo tengo que decírtelo…. -puso la mano en la puerta para evitar que la cerrara- nada de lo que dije era cierto…. Mi madre me obligó a decírtelo. Me amenazó con la salud de mi padre…él había sufrido un infarto el día antes y ella quería responsabilizarme por eso. Tuve que mentirte….creí que mi padre casi había muerto por mi culpa…y no era cierto. Él casi murió esa vez por los disgustos con mi madre, pero ella me convenció que yo era el responsable….

Miranda, yo no quería decir todo lo que dije…

 

Ella no lo miraba, escuchaba mirando el piso.

-Miranda….. te busqué después para pedirte perdón, para explicarte y no te encontré, tus padres me echaron…

Ella levantó la vista, sus ojos estaban brillantes y oscuros. No mostraban ni un ápice de algún sentimiento.

-Terminaste?

-Sólo quería que lo supieras …nunca pude pedirte perdón.

Lucas sacó la mano de la puerta, esperando poder seguir hablando pero ella la cerró en su misma cara.

-Mierda!- se mordió el labio y se fue a su habitación.

Miranda quedó allí, tras la puerta, con lágrimas en los ojos y el alma hueca….Lucas no entendía, que ya nada se podía remediar. El daño estaba hecho, ahora sólo quedaba vivir con las consecuencias.

 El daño estaba hecho, ahora sólo quedaba vivir con las consecuencias

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