Capitulo 5

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-Es..-Meneo sus dedos de nuevo

- ¡Dios! -susurré-. Es como el mío, multiplicado por cien. No sé lo que tú vas a hacer, sé lo que yo voy a hacer -no estaba segura si algo de eso tuvo el mínimo sentido para él, apenas pude poner algo de sentido en las palabras en ese momento.

Pareció pensarlo por un momento, hasta que sacudí mis caderas con impaciencia. Miró hacia abajo, encontrándose con mi torturada mirada con una leve sonrisa.

-Lo siento, perdido entre pensamientos.

Apretó sus dedos directo en mi clítoris, mis ojos se cerraron y me mordí el labio de nuevo, un pequeño gemido escapó por la pequeña separación de mis labios.

- ¿Era esto lo que buscabas? -desplazó sus dedos, moviéndolos en círculos de nuevo.

Asentí con la cabeza débilmente, antes de dejar caer mi cabeza hacia atrás de nuevo. Subí mi pierna sobre el borde de la tina extra grande, oí a payton reír. Me acordé de cuando había visto por primera vez cuán grande era la tina, le había preguntado a payton por qué había adquirido una tan grande, él procedió a mostrarme exactamente por qué era tan grande. Ahora mismo estaba extremadamente agradecida por su consideración a nuestra vida sexual, le daba mucho más espacio para que su mano maniobrara. Retorció sus dedos a la vez que hacían círculos.

-Uhhh, Carajo-Gemi

Se rió de nuevo, pero no pude lograr que me importara, mi atención estaba puesta todavía en los retortijones, vueltas y movimientos circulares de sus manos mágicas de doctor.

- ¿T/N? -su voz era ronca.

- ¿Si? -Respondí-gemí.

-Ábrelos.

Una palabra. Era todo lo que había dicho. Sólo una palabra. Pero significaba mucho. Probablemente lo más importante era que estaba a punto de traer mi exquisito tormento a su fin; él sabía perfectamente qué botones apretar.

Abrí los ojos, encontrándome con su cálida y verde mirada. Desplazó sus dedos para trabajar en el lado izquierdo de mi clítoris, haciendo que mi placer subiera un nivel. Me mordí el labio, tratando de prolongar el placer del pre-orgasmo durante tanto tiempo como fuera humanamente posible. Sus dedos se movieron más rápido. No pude aguantar más: mi espalda se arqueó, presionando sus dedos aún moviéndose sobre mi clítoris, mis ojos se cerraron por voluntad propia, y mi boca se abrió con un profundo gemido.

No sé cuánto tiempo me tomó para abrir los ojos y que mi respiración recuperara de nuevo algo de su ritmo normal, pero su mano seguía presionada contra mí cuando lo hice. Sus ojos aparentaban no haber abandonado mi cara en todo el rato.

-Me encanta ver eso -dijo sin voz-. Aunque me gusta más cuando puedo ver tus ojos -sonrió.

Le devolví la sonrisa con timidez.

-Lo siento, fue un poco... abrumador.

Soltó una risita.

- ¿Compensó el haberte asustado?

- ¡Definitivamente! -asentí con la cabeza bruscamente.

-Bien -sonrió-. Entonces, ¿hay lugar para uno más?

-Siempre.

Me deslicé por la tina para hacer espacio para que se pusiera detrás de mí, y observé cómo se desvestía. Su camisa y su corbata ya estaban fuera y tiradas a un lado de él en un montón en el suelo antes de que yo hubiera siquiera terminado de hacer espacio, estaba un poco decepcionada de que no hubiera visto esa parte, pero rápidamente mi atención se centró en él de nuevo, cuando se bajó los pantalones y bóxers por las piernas. Vi como saltaba en una pierna quitándose el calcetín del pie opuesto. Su erección se balanceaba libremente mientras lo hacía y no pude contener el gemido que se me escapaba. Eso me valió un destelló de esa asombrosa sonrisa torcida. Mi sonrisa torcida. Se quitó el otro calcetín y rápidamente se metió detrás de mí.

❪✓❫Nuestra vida sexual, Payton MoormeierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora