Capitulo 6

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Soltó un gruñido

— ¡Dios, T/n! ¡He estado esperando todo el día para esto! No pude esperar ni siquiera media hora extra en el hospital, has estado en mi mente desde que salí de casa.

— ¿En serio? —le pregunté, brincando sobre él—. ¿Qué estuviste pensando? —el agua chapoteaba ruidosamente sobre el borde de la tina. No me importaba, ¿a quién podría importarle algo tan trivial cuando un hombre estaba a punto de contarte sus fantasías?

Movió sus manos desde donde estaban hasta mis caderas, deslizándolas a lo largo de mi cintura hasta mis pechos. Mis pechos que estaban cubiertos de burbujas. Pellizcando ligeramente y tirando de mis duros pezones me contestó:

—Tú y yo y esa mesa en mi estudio que no hemos bautizado todavía.

— ¿Ah, sí? —le pregunté sin aliento—. ¿Y exactamente cómo la bautizábamos?

Su respiración era tan irregular.

—Tú… inclinada sobre eso. Yo… detrás de ti.

Obviamente no estaba de ánimo para explicarse detalladamente. No importaba, de todos modos estaba segura de que averiguaría como la bautizaríamos pronto. Salté más rápido, él empujó hacia arriba a mi encuentro.

—¡T/n!—gimio—me vengo no puedo más.....

—Vente —lo animé. Agarró mi pecho con más fuerza—. Vente, bebé.

Ahora gruñó cada vez que me palanqueaba en él.

— ¡Ughhh, T/nnnn! —gimió, mi nombre saliendo de sus labios con facilidad al tiempo que se venía.

¡Dios, me encantaba cuando decía mi nombre!

Después de que ambos recuperamos el aliento me jaló de nuevo contra él, todavía jugando con mis pezones.

—Me encanta esta tina —comentó.

Solté una risita.

—A mi también.

******

Tarareaba una suave melodía para mí misma mientras revolvía la salsa en la estufa. Estaba en eso como cinco minutos antes de que me diera cuenta de que era la canción que payton había escrito años atrás. Sonreí levemente, lo que pronto fue reemplazado con un ceño fruncido, los doctores trabajaban demasiado para mi gusto. Él estaba, una vez más, en el trabajo, mientras yo estaba, otra vez, en casa, esperándolo. Supongo que eso es lo que pasa cuando te casas con un doctor y trabajas en casa.

Salté, sorprendida, cuando dos manos rodearon mi cintura.

— ¡Jesús, payton, me asustaste carajo! —dije sin voz.

—Lo siento —murmuró, acariciando mi cuello con su nariz. Se adelantó y apagó la estufa.

— ¿Qué estas…? —comencé.

—Shh —me cortó.

—pay…

Me dio la vuelta. Su expresión era intensa. Se veía tan aliviado.

Algo estaba pasando.

—Te amo, T/n

—También te amo —le respondí sin pensarlo—.payton , ¿qué pasa?

Suspiró y me atrajo en un fuerte abrazo.

—Es sólo que te amo tanto, tanto T/n. No quiero perderte nunca.

— ¿De qué estás hablando? —él estaba comenzando a asustarme.

Suspiró de nuevo.

—He tenido un día realmente malo.

❪✓❫Nuestra vida sexual, Payton MoormeierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora