Capitulo 11

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Cerré mis ojos y respiré profundamente, alisando mi corta falda plisada y reajustándome mi diminuta camisa. Este era uno que, sorprendentemente, no habíamos hecho antes. No es que hubiéramos hecho tantos que fuera excepcional encontrar uno nuevo, no, nada de eso. Es sólo que, bueno, el juego de rol Maestro/Colegiala era uno de los más comunes, ¿no?

Volví a respirar hondo, en un inútil intento de calmar las mariposas en mi estómago y toqué la puerta de su estudio. Sin duda, esto sería una experiencia interesante.

-Pasa -su voz ordenó desde el interior.

Me reí en voz alta, manteniéndome en línea con la imagen de colegiala y entré.

- ¿Pidió verme? -me paré justo enfrente de su escritorio.

Su mirada barrió mi cuerpo desde los tacones -con los que tan desesperadamente esperaba no caerme y romper completamente con la atmósfera- hasta la que apenas era camisa, y finalmente deteniéndose en mi rostro.

Sonrió ampliamente.

-Sí, Srta. Jhonson, lo hice -contestó, usando mi apellido de soltera.

- ¿Hay algo en que pueda ayudarle? -pregunté, poniendo una mirada inocente en mi rostro.

Se sentó en su silla y me indicó con su mano que ocupara el único otro asiento en la habitación, justo frente a él. Me senté y crucé mis piernas, dándole a propósito una rápida visión de mis bragas. Sus ojos permanecieron ahí por un momento.

- ¿Sr. Moormeier? -insté.

Sus ojos parpadearon de vuelta a los míos.

-Me he enterado, T/n, de que no has hecho tus deberes -la autoridad en su voz era innegable.

Y tan deseable.

Era bueno en esto.

Descrucé mis piernas y me puse derecha.

- ¡No he hecho tal cosa, Sr. Moormeier! -negué.

Una vez más sus ojos se desviaron a mi regazo. Tuve que morderme mi labio para reprimir una sonrisa.

-T/n-negó con la cabeza en fingida tristeza en mi dirección y regresó su mirada a la mía-. Mintiendo sólo te meterás en más problemas.

- ¿Mintiendo? -respondí inocentemente.

-Tengo pruebas. No tiene sentido negarlo. Su castigo ya de por sí es suficientemente severo -exhaló fuerte-. Si no me crees, echa un vistazo por ti misma -hizo un gesto a la página en su escritorio.

Las comisuras de mi boca se crisparon. Me levanté de la silla y caminé alrededor del escritorio, una vez más esperando de ser librada de mi usual torpeza sólo por esta noche. Me incliné por la cintura, poniendo mis manos a uno y otro lado de la página. Lo miré con el rabillo del ojo, tenía una bastante convincente "mirada seria" en su rostro, aunque el brillo malicioso en su rostro lo delataba. Moví mi cabeza y miré la página, estaba en blanco.

-Sr. Moorme...

Fui interrumpida por el sonido de mi propio jadeo. Su mano se había deslizado por la parte posterior de mi muslo y curvado alrededor de la silueta de mi trasero.

Me enderecé, su mano cayó.

- ¡Sr. Moormeier, no estoy del todo segura de que sea apropiado!

Se puso de pie, y me hizo darme la vuelta agarrándome las caderas.

-Creo que lo es Srta. Jhonson -casi gruño-. Vea, hay una pequeña cuestión con su uniforme.

- ¿Qué... -estaba aturdida por la proximidad-. ¿Qué tiene, Señor?

❪✓❫Nuestra vida sexual, Payton MoormeierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora