Capitulo 8

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Actualidad.

En las profundidades de la mansión de Cocodrile había mazmorras con vayas electrificas para poder encerrar a cualquier ser.

En una de ellas yacía Zoro pero estaba distinto ya que le habían inyectado una fuerte droga para asegurarse que no podría salir.

Cocodrile bajaba de ves en cuando para ver como estaba, por alguna razón verle en aquel estado tan lamentable hacia que sintiera una satisfacción inimaginable.

-Tuve que a ver hecho esto hace mucho tiempo, así no hubieras sido tan arrogante.

Zoro le oía pero se sentía tan mareado que no era capaz de retener lo que le decía.

-Cuando me traigan a Sanji me pregunto cuanto suplicaras para que no le haga daño.

Después de decir aquello se alejo riéndose, su risa retumbaba por las paredes haciendo eco.

-Sanji...

Le costaba mucho a Zoro pronunciar palabra alguna, aun que por fuera se viera tranquilo,mareado,ido. Por dentro había una furia inigualable, en lo único que podía llegar a pensar era en el rostro sonriente de Sanji.

En aquellos días en donde había sentido un profundo vacío en su interior y en como poco a poco fue llenándose gracias a Sanji, había sido tan feliz. Si tan solo pudiera volver atrás se aseguraría de apreciar cada minuto junto a él.

No hubiera perdido el tiempo escondiéndose de él, o pasando días sin hablar por peleas tontas.

Si le dieran a elegir entre una vida tranquila pero sin a verlo conocido o volver a vivir todo aquello, elegiría lo segundo ya que no tendría sentido su vida sin él. Porque cuando sabes que la persona es la correcta lo sabes, en lo mas profundo de tu ser sabes que con nadie mas hubiera habido esa conexión.

-¡Zoro!

Zoro abrió los ojos con dificultad, le había parecido escuchar la voz de Sanji,  y efectivamente era él, estaba enfrente suya.

-Te he echado tanto de menos.

Sanji se abalanzo sobre Zoro dándole un abrazo, pero Zoro se dio cuenta de que había algo raro, y lo aseguro al no sentir el tacto de Sanji, estaba volviendo a tener otra alucinación por el efecto de lo que le habían inyectado.

Zoro cerro fuertemente los ojos e intento taparse los oídos, no quería escuchar aquel falso Sanji, aun que lo que mas deseaba era que fuera el de verdad, su labio inferior temblaba de la tristeza que sentía su corazón y algunas lagrimas bosaron sobre sus mejillas.

Zoro sentía una explosión de emociones en su interior, quería con toda su alma estar junto a él pero también que estuviera lo mas lejos posible, para estar a salvo. Ya que en su actual estado no podría protegerle.

-No quiero que lo hagas.

Zoro abrió los ojos, el falso Sanji seguía enfrente de él con una expresión de repulsión.

-¿Como iba a querer? Tus manos están llenas de sangre, me repugnaría incluso que me tocaras.

Zoro se miro las manos, tenia razón estaban machadas de sangre, las escondió detrás de su espalda.

-¡No mires!

-¿Como no mirar? Estas cubierto de sangre por todos lados.

Zoro se miro y donde antes no había nada ahora había sangre, era consiente que era la droga pero en el fondo tenia razón. ¿Cuántas veces se ha bañado para luego ir a ver a Sanji? y aun que Sanji nunca lo dijera Zoro podía ver su rostro  cuando lo abrazaba, y olía la sangre, era un olor que ya se había prendido en Zoro.

El falso Sanji se acerco aun mas a Zoro, lo sentía tan real.

-Tienen razón.

Zoro sintió un escalofrió por todo su cuerpo, miro a Sanji desesperado.

-No lo digas

Repetía Zoro una y otra ves con desesperación.

-Eres un monstruo.

Lo que mas temía el peliverde en este mundo era escuchar aquellas palabras de la persona que mas amable, y aun que no era realmente Sanji dolieron igual.

Lo guardias podían escuchar los gritos desgarradores de Zoro, era insoportables solo alguien sin corazón no le rompería escuchar aquello.

Y es que el infierno de Zoro estaba alli, siempre lo había estado era su propia mente, su cabeza quien le decía que Sanji pensaba que era un monstruo, que no le quería, que era demasiado bueno para él y que él solo destruye lo bueno.

 Aquellos pensamientos solo eran calmados por el mismo Sanji, pero ya no estaba junto a él.


Cisne NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora