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El bullicio que causaban sus compañeros de clase eran opacados completamente por sus pensamientos en forma de garabatos que siempre ocupaban la mayor parte de su cabeza. Aquellos se encontraban difusos, esparcidos por todo el espacio. Su mirada perdida, vagando por la ventana donde las gotas de lluvia resbalaban armoniosas mientras deja que la música entre por sus oídos al tener los auriculares puestos.

—Na Ra—mencionó una chica sacudiéndola por los hombros haciendo que saliera de ese pequeño trance.

Aquella peli negro se giró un poco sobresaltada y quito los audífonos con tranquilidad al ver quien había sido la causante. Al instante su rostro se relajó y su respiración se redujo a casi nada, era una falsa alarma, pues temía que fuese algún maestro.

—Ya es hora de ir casa—le dijo su amiga tendiéndole su mochila con una sonrisa—El timbre sonó hace unos minutos.

Aquella joven aceptó el gesto y se colgó la mochila en un sólo hombro.

—¿Tan rápido?—preguntó levantándose de su asiento, correspondiendo tal sonrisa—Ni siquiera logré escucharlo.

—Claro que no lo escuchaste—le respondió divertida señalando sus audífonos—Espero que hayas traído un paraguas, la lluvia está muy fuerte hoy, puedo dejarte frente a tu casa, pero necesitas cubrirte hasta entrar en ella o podrías resfriarte.

—¡Aquí está!—exclamó sacando su pequeña sombrilla de la mochila.

Admitir que nuestra vida discurre un poco más cada día y que avanza con un tic-tac que resuena fuertemente en los oídos por cada minuto qué pasa, pero que nadie puede detener, es sin duda algo que nos asusta y que nos obliga a reflexionar todo el tiempo cuando tratamos de tomar decisiones.
En un día casi todo puede cambiar... tú realidad, tú manera de vivir, tú forma de pensar, tú manera de querer, tú modo de valorar las cosas; A veces pensamos tener proyectada en nuestra mente la película de nuestra vida que creemos, que deseamos, y esta es perfecta, creemos tener en nuestras manos el mañana pero en tan sólo un día todo puede volverse diferente, y simplemente de nada sirve buscar explicaciones cuando sabemos que casi nunca las encontramos.

—Gracias por traerme señora Yoon—dijo saliendo del vehículo al momento de abrir la sombrilla para poder evitar mojarse—Te veo mañana en el colegio Ha In.

—No es nada, linda—le respondió acompañada de una sonrisa antes de poner el carro en marcha.

—¡Hasta mañana!—se despidió su amiga por la ventana agitando su mano antes de desaparecer al doblar la esquina.

Todo puede cambiar de un momento a otro.

Luego de ver tal vehículo alejarse, Na Ra aguardó unos segundos bajo la lluvia. Escuchaba las gotas estampando sobre su paraguas de color azul y le parecía simplemente fascinante tal sonido, luego, un largo suspiro abandonó su cuerpo. Siempre había amado los días lluviosos, así que decidió quedarse sólo un momento más bajo la lluvia en forma de manto.

Inesperadamente un fuerte disparo, seguido de otro, la hizo sobresaltar y cubrirse los oídos como autodefensa dejando caer su paraguas al suelo, automáticamente las gotas de lluvia comenzaron a bañarle el rostro. Cayendo desde su pelo, hasta sus sienes, resbalando de sus mejillas hasta contornear su barbilla y caer sobre sus hombros.

Su respiración se volvió incontrolable cuando se percató de que aquel estruendo provenía de su casa. Aún con el miedo apoderándose de todo su cuerpo, sin pensarlo dos veces corrió hasta ella lo más rápido que sus delgadas piernas se lo permitían, pero aún quedaba lo bastante lejos, su hogar básicamente era rodeado por metros de césped. Cuando llegó, aún con las manos temblándole, introdujo las llaves para abrir la puerta.

—¡¿Tío!?—gritó una vez entró, divagó la mirada por todo el lugar—¡¿Tío Ong?—volvio a decir con cierta desesperación buscando por toda la sala, pero no había nada ahí.

Así que continuó por el largo pasillo que conducía a la cocina. Conforme más fue acercándose, pudo visualizar la sangre embarrada sobre el tapiz rosa pastel. Aquello detonó una alarma en su interior que le decía que algo no estaba bien, que estaba en peligro.

—¡Oh por Dios!—ahogó un gritó al ver dos cuerpos tendidos en el suelo de loza blanca.

—Na Ra—artículo con dificultad.

—Tío, ¡¿Qué pasó?! ¡¿Quién hizo esto?!—preguntó dejándose caer a su lado, instantáneamente se quitó el saco del uniforme, quedándose sólo con su chaleco de punto encima de la camisa, y lo colocó haciendo presión para tratar de frenar la sangre que salía de su tórax.

—Te encontraron—habló tomándola de la muñeca.

—¿Quienes?—cuestionó asustada.

—Escúchame con atención, por favor—dijo pasando a su muñeca—No debes olvidar estas palabras, es muy importante.

—Ya no hables—le respondió sin poder retener más sus lágrimas y sin importar mancharse con aquel líquido espeso—Llamaré una ambulancia—soltó sacando el celular.

—¡Corre!—grito volviendo el agarre más fuerte provocando que soltara el teléfono e impidiendo que hiciera ese llamado—¡Vete muy lejos y escóndete!— suplico mirándola directamente a los ojos. Parecía que aquel le perforaría con la mirada.

La chica no comprendía nada, su mente estaba en blanco, el miedo y la desesperación se apoderaban de ella.

—¿Q-qué?—logro articular con dificultad mientras su ceño se fruncía cada vez más.

—No dejes que él te atrape—imploró tosiendo y dejando salir más sangre de su boca.

—Pero tú ...

—¡Olvídate de mi! Ya vienen, ese hombre de allá tan sólo es una pequeña advertencia—la interrumpió señalando el segundo cuerpo ya sin vida—¡Corre! ¡Huye!—vocifero haciendo sobresaltar sus venas.

Na Ra se levantó del suelo temerosa, no quería dejarlo ahí, necesitaba pedir ayuda. ¿Qué estaba pasando? Todo era tan confuso en ese momento.

—¡Corre Na Ra! ¡Corre!

Y sin más aquella peli negro salió de casa corriendo, dejando a su tío atrás.
Corrió y corrió, hasta adentrarse al bosque que se encontraba cerca de su hogar, en ningún momento se detuvo, y en definitiva el hacerlo no estaba presente en su pensar. Ni siquiera sabía con exactitud a dónde podría dirigirse, no tenía a nadie más, no tenía un plan preparado de ante mano, no podía pensar claramente en ninguna solución. Se encontraba aterrada, traumatizada.

De pronto un fuerte dolor en la cabeza le inunda, y en efecto tropieza con sus propios pies haciendo que caiga sobre el suelo frió, dejando que la lluvia la terminé de empapar por completo.

En el suelo lleno de hojas, algunas secas, de pronto todo se deja de escuchar, todo es completo silencio a excepción de su inestable respiración, repentinamente su cabeza deja de pesar, y su cuerpo comienza a sentirse liviano, a pesar del frío, comienza a sentirse cálida y cansada, cómo si no hubiese dormido en días y necesitara descanso urgente.
Sus ojos comienzan a cerrarse y ahí el mundo deja de existir para ella.

Definitivamente todo puede cambiar de un momento a otro.

CORRE || Kim TaehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora