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Un mundo dónde la agresividad reina, la sangre y la venganza son las principales motivaciones. Un mundo donde naturaleza humana es la muerte.

El sueño abrumador la hizo despertar de repente, su respiración era acelerada y su mente estaba perlada en la mayoría por sudor frió. Trago en seco cerrando otra vez los ojos al caer en cuenta de que, sólo había sido un mal sueño, un producto de su gran imaginación y eso la hizo tranquilizar. El sol esté día definitivamente no saldría, estaba nublado y la temperatura era baja, apenas una luz se asomaba por las pequeñas ventanas de la habitación haciendo que todo se viera en tonos azules, grisáceos, para ella ese ambiente era el más sereno.
Empezaba a gustarle estar ahí en medio de la nada.

Con lentitud se levantó de la cama y colocó una sudadera sobre su cuerpo para terminar con el frió que sentía, una extrañeza la invadió al bajar y escuchar todo en completo silencio, mira hacia todos lados dándose cuanta al fin de que la sala esta completamente solitaria. Con el entrecejo fruncido se asoma por la puerta para corroborar, pero el carro color guinda estaba estacionado justo al frente, lo que indicaba que en definitiva Taehyung estaba en casa.
Algo indecisa volvió a subir por las escaleras, caminó directo a la habitación de aquel chico y abrió la puerta tratando de hacer el menor ruido posible. Grande fue su sorpresa al notar que el joven seguía recostado.
Pese a llevar poco tiempo viviendo juntos, sabía que él no era de los que despertaban hasta tarde, al contrario, todos los días sin falta a las siete de la mañana ya estaba preparando el desayuno. Con la curiosidad a flor de piel, se acercó hasta quedar a poca distancia, desconcertada posó su mano sobre la frente del castaño, y en definitiva quedó atónita. ¡Estaba ardiendo!

»¿Qué debería hacer?« se preguntó.
Pero sin pensar demasiado en una respuesta, se apresuró por un paño mojado para tratar de bajar la fiebre. No podía dejarlo así, no después de la hospitalidad tan buena que él le brindaba.

Y así pasaron las horas, la luna estaba por hacerse presente. Aquel castaño se la había pasado durmiendo mientras Na Ra cuidaba lo mejor que podía de él.

Algo agotada, salió de aquella cabaña para respirar un poco de aire fresco y tomó asiento en los escalones de la entrada, no sabría cómo explicarlo con exactitud, pero la paz que emanaba aquel bosque era memorable, gloriosa.

Pero toda esa paz fue interrumpida por el ruido de la puerta abriéndose, el cuál la hizo voltear algo asustada.

—¡¿Qué crees qué haces!?—exclamó al ver cómo el castaño se sentaba a su lado—¡Está helando aquí afuera, te hará daño!

—Estoy bien, descuida—se limitó a responder regalándole una media sonrisa.

—Pero...

—Tranquila Na Ra—le interrumpió.

El silencio se hizo presente, ninguno de los dos sabía qué decir a continuación, más sin embargo aquel sigilo no les era incómodo, disfrutaban de la compañía del otro.

—Puedo preguntarte algo—habló por fin la peli negro volteándose a mirarlo.

—Lo que sea—respondió metiendo sus manos en los bolsillos de la delgada sudadera marrón.

—¿Qué es lo que más extrañas en todo el mundo?—cuestionó—Has estado aquí solo durante un largo tiempo, en definitiva debes extrañar algo, alguien.

—Mmm—pensó unos segundo—No estoy seguro, podrían ser varias cosas o ninguna al mismo tiempo, podría decir que lo que más extraño son mi padres—respondió devolviéndole la mirada—¿Tú?

—Yo...—corto aquel contacto visual enfocando su vista al frente—No extraño mi anterior vida, el lugar, o las personas que me rodeaban, lo que más extraño es como me hacían sentir.

—¿Y como era eso?—respondió casi curioso—¿Cómo te hacían sentir?

—Querida—soltó volviendo a mirarle—Siempre me hicieron sentir así, realmente era feliz y no lo sabía.

El castaño ya no supo que responder, en definitiva todo era confuso, no sabía con exactitud qué es lo que le había pasado a aquella chica a quien desconocía casi por completo, y eso estaba matándolo.

—Hace unos meses mi tío estaba feliz planeando lo que haríamos cuando cumpliera la mayoría de edad—continúo cambiando un poco de tema—Decía que prepararía su pastel especial de zanahoria y me cantaría, pero ¿Sabes que respondí?

—¿Qué respondiste?

—Qué no quería—contestó torturándose así misma—Le dije bromeando que su pastel siempre fue asqueroso porque ¡Dios!, enserio tenía un sabor horrible, sólo reímos y luego hicimos maratón de películas—prosiguió riendo pero aquel chico pudo notar ciertas gotas asomarse—Daría lo que fuera para que mañana al despertar, me encontrara con él en la cocina horneando uno de esos...estúpidos pasteles, observarlo levantar la vista para luego comenzar a cantar "feliz cumpleaños" aunque su canto fuese horrible.

La chica bajó la cabeza evitando llorar a toda costa, no quería volver a hacerlo y causarle más problemas a la persona que se encontraba a su lado. En cambio, el castaño sólo buscaba una manera de hacerla sentir mejor.

—No me arrepiento de nada si es lo que te preguntas—hablo nuevamente irrumpiendo en sus pensamientos—Porque disfruté cada segundo a su lado, es solo que, comienzo a creer que no lo suficiente.

—Na Ra—mencionó sereno llamando su atención—Alguien dijo una vez: "Cuando una estrella desaparece, su luz aún brilla en el cielo. Esto se debe a que la luz debe viajar desde donde estaba la estrella, hasta donde está la tierra"

La peli negro levantó la mirada con el entrecejo fruncido.

—Quiero decir que la vida es interminable, así como un legado—continúo regalándole una sonrisa—No sé qué pasó en realidad, por lo tanto, no sé si las palabras que estoy usando son las correctas, pero aprovechemos cada segundo en este mundo, creamos que estamos hechos de universo, y el universo está hecho de nosotros, deberíamos crear nuevos recuerdos que nos traigan consuelo los próximos días.

Una sonrisa no pudo evitar formarse en el rostro de Na Ra, y al mismo tiempo una lágrima recorrió su mejilla, pensaba que era raro sentirse conmovida por palabras de un desconocido, pero ¿Cómo no sentirse de esa manera? Aquel chico de ojos cuál otoño ganaba su corazón de a poco, gradualmente.

Aquel castaño al verla sonreír, pudo sentir como si alguien prendiese fuegos artificiales en su estómago, no sabía con exactitud qué era aquella sensación gratificante que se volvía cada vez más fuerte al verla en su faz serena, quien le decía que ha olvidado todo sufrimiento y que ese amargo trance posiblemente terminaría, pero no le molestaba sentirse así.
Es que su sonrisa era tan genuina, sonreía con todo su ser, principalmente con sus ojos, donde juraba el veía lo profundo de su universo, porque al verla hacerlo, también sonreía por inercia, restablecía su energía y por fin llegaba a comprender lo que aquella chica había causado ya en su vida.

Aquello que había comenzado sólo por una atracción hacia su físico, poco a poco se incrementaba, y comenzaba a gustarle aquella sensación que solo ella provocada.

CORRE || Kim TaehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora