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En el instante previo al amanecer, la luz fue rojiza alrededor del punto por donde saldría el sol y violeta profundo en el resto del cielo, segundos, minutos, horas después, la luz se vuelve rosácea y, cuando el sol sale por fin, se vuelve todo dorado.

Aquella joven se mantenía con la mirada perdida en la ventana y pudo presenciar todo aquel maravilloso y gratificante espectáculo, no había podido pegar un ojo en todo lo que la noche había durado, y no porque no tuviese sueño, sino, porque su mente estaba en otro lugar y sus pensamientos se encontraban esparcidos por toda su cabeza, no había podido ordenarlos, no había obtenido respuestas. No podía seguir viviendo así, pero tampoco había muchas pistas que le ayudaran a descubrir lo que sea que estuviera buscando.

Una tarde había encontrado a su tío con una herida de bala, le ordenó correr porque alguien estaba buscándola, y al final había terminado en una cabaña en medio de la nada con un apuesto chico, quien la había salvado.

En realidad nada tenía sentido.

Un fuerte suspiró abandonó su cuerpo, salió de la cama y lo siguiente que hizo fue colocarse los zapatos y un abrigo que tomó prestado. Salió de aquella habitación haciendo el menor ruido posible, bajó las escaleras en un sigilo y vigiló que Taehyung no se encontrara por ningún lado, temía que si le dijera a dónde se dirigía, no lo aprobaría. Pero qué más daba, al final él no podia decidir por ella, no había nada que los uniera.

Caminó fuera de aquella cabaña con las llaves del auto en mano, sabía que hacía mal, pero si iba a pie, se llevaría toda una eternidad en llegar.
Sin pensar demasiado, entro al carro, lo encendió recordando las pocas clases que había recibido de su tío, y aunque hasta ahora sólo había conducido en un estacionamiento lo puso en marcha.

Su destino: su antigua casa.

Por otro lado, un castaño abrió los ojos con pereza, observó el reloj a un lado viendo cómo este marcaba las seis de la mañana con cincuenta minutos, salió de la cama y rápidamente buscó una sudadera con que mantenerse caliente, un bostezo lo abandonó, y mientras estiraba su cuerpo con pereza, empujó la puerta de la habitación para abrirse pasó hacia las escaleras.
Antes de bajar, por un momento el vago pensamiento de ir a ver a la chica cruza por su mente, pero al final decide no hacerlo.

Llega hasta la cocina y lo siguiente que hace es poner la tetera sobre la hornilla de la estufa. Y como si alguien le hubiese susurrado en ese momento, volteó topándose con el hecho de que su auto no estaba estacionado al frente como todas las mañanas. Frunció el entrecejo, un signo de interrogación apareció en su cabeza. Y sin hacer más, corrió de vuelta a la planta alta corroborando lo que temía en ese momento: NaRa no estaba, y quizá había robado su auto.

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Las palmas de sus manos sudaban y se pegaban al volante. Conducía a una velocidad mínima en el carril pegado al bosque, estaba paranoica en ese momento, no sabía manejar muy bien todavía, iba en un carro que no era el suyo, uno que acababa de tomar sin pedir permiso previo, y para terminar de acabarla, no tenía licencia para conducir.

Aún así, no desistió, no daría vuelta para regresar, necesitaba averiguar, tener al menos una pista de lo que había ocurrido, algo que le dijera que estaba pensando su tío antes de que ella saliese huyendo.

La joven siguió avanzando, hasta que a lo lejos logró visualizar aquella casa de tres pisos color beige, aquella a la que había llamado hogar desde que tenía memoria, pero que ahora desconocía por completo. Esta se veía más demacrada, descuida y sólo habían pasado unos cuantos días. Estacionó el auto frente a esta y salió de el. Se detuvo unos momentos al pie de la puerta debatiendo en contra suya.

Si tanto quería respuestas, ¿Por qué dudaba entonces?.

Respiro profundo, juntando todo el valor que podía, giró aquella manija y abrió la puerta provocando un chillido en la madera. Puso un pie dentro, luego el otro, admiro el lugar con la respiración un tanto entrecortada, vaho salía de su boca por el frió que de esta se emanaba. Todo seguía en su lugar, justo como el día en que se había marchado. Sin pensar de más, corrió literalmente hasta la cocina y la sorpresa, la confusión subió a tope cuando se dio cuenta: Su tío no estaba ahí. De hecho, no había nada en el piso, no estaba la sangre, ni su celular manchado por esta, no estaba el cuerpo, ni se encontraba la mochila que botó al llegar, no había nada de aquel día. ¿Quién había limpiado eso? Sabía que no había sido la policía, porque entonces ya hubiesen dado con ella, ¿Algún civil? De haber sido así, todo hubiera llegado a lo mismo. Entonces...¿Había sido la persona que había asesinado a su tío? ¿Por qué? Seguro no querían ser descubiertos y se deshicieron de la escena.

El haber venido hasta aquí, no había hecho otra cosa, que confundirla más de lo que estaba.

Salió de la cocina y camino por un pasillo que daba pie a las escaleras para subir al segundo piso donde se encontraban las habitaciones. No sabía porque, no sabía que era, ¿Un presentimiento? ¿Una corazonada? Pero fuese lo que fuese, le decía que debía entrar a la habitación de su difunto padre. Y así lo hizo.

Tenía tanto tiempo sin entrar, cuando el murió, se prometió así misma que no lo haría por nada del mundo. ¿Pero ahora? Se paseaba cuidadosa por todo el cuarto, muchas fotos juntos se encontraban colgadas en las paredes o sobre los muebles, ¿Qué era lo que realmente buscaba? ¿Que la había incitado a entrar?

¿Su corazonada? ¿Un presentimiento?

Sin tener mucho control sobre sí misma, abrió diversos cajones, revolviendo un poco las cosas, debía haber algo, algo que la ayudara, algo que la hiciera calmar un poco. Fue entonces, cuando tomó aquel papel entre sus manos y una lágrima automáticamente, al instante resbaló sobre su mejilla.

Na Ra. Al leer.

En lugar de calmarse, se sintió más alterada.

CORRE || Kim TaehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora