CAPITULO VIII

220 17 1
                                    

Media docena de damas goblins lideradas por la Sra. Hoogle, quien era adorable, le ayudaron a Sarah a elegir el vestido de gala perfecto para la fiesta y a arreglarse. Haciéndola sentirse por primera vez como una reina con su corte. Y así, después de agradecerles por la ayuda y porque le contaran sobre sus entrañables amigos Ludo y Sir Didimus, quienes habían regresado a sus respectivas tierras con sus familias; aceptó bajar del brazo de Hoogle, que se hizo presente en la habitación para escoltarla rumbo al salón.

Tuvieron entonces tiempo de hablar los dos viejos amigos sobre cómo habían ido sus vidas durante aquellos dos años y medio en que no se vieran, en una corta pero amena conversación en la que se desearon lo mejor y en la que el gnomo le dejó saber la felicidad que sentía aún dentro de su seriedad de que ella pudiese llegar a ser su reina.

-Nunca podremos terminar de agradecerte Sarah... a mi nombre y de los míos, lo mucho que has logrado cambiar nuestras vidas para bien aquí en el Subsuelo desde que llegaste... y en especial a Jareth, disminuyendo su crueldad... Creo que se ha vuelto una mejor persona por ti- le confesó. Sarah no pudo sentirse mejor con aquel halago que le reiteró lo que en su interior ya sabía pero de lo que en otra época, cuando todavía dudaba de sí misma, le hubiese costado convencerse... Una época que si se ponía a pensar había durado hasta hacía sólo una semana atrás en el mundo real, pero que allí para entonces le parecía haberla superado ya hacía meses.

"...Extraño" pensó Sarah, en tanto le veía a Hoogle despedirse de ella con una venía, habiéndola llevado hasta la entrada del salón. Ella le correspondió con un movimiento de cabeza, enternecida de haber podido compartir aunque fuera pocos momentos con su antiguo mejor amigo pero pronto tuvo que dejar de reflexionar en aquello al volver a escuchar de forma repentina el retumbo de las misteriosas voces sin rostro dentro de su mente. Las mismas que no tardaron en hacer detenerle al provocarle un intenso dolor de cabeza.

"Sarah... Sarah..., regresa"

...No alcanzaba a distinguir bien si se trataban de masculinas o femeninas pero lo único cierto era de que la llamaban con desesperación y con palabras que le recordaban tanto a las que le mencionara Jareth cuando recién se conocieran, al quererle hacer desistir de cruzar su laberinto. Con todo después de cerrar los ojos durante unos minutos forzándose a enfocarse sólo en él, su rey de cuentos después de todo, quien debía estarle esperando dentro del salón , logró reponerse y respirar con tranquilidad.

-Quizá es el polvo de felicidad de las hadas que todavía surte efecto en mí- se dijo de tal modo recuperando su buen ánimo, y sin perder más tiempo dejándose encandilar por la música que se escuchaba desde afuera del lugar, los más hermosos valses del mundo real, con seguridad en sí misma, ingresó.

Ya tendría tiempo más tarde para enfrentarse a las sensaciones de miedo y preocupación, cuando le conversara sobre ese problema a Jareth, decidió. Sintiéndose segura de que con su magnificencia pronto podría ayudarle a encontrar una explicación a aquello y también a resolverlo, puesto que lo encontraba de lo más incómodo... porque a esas alturas a decir verdad confiaba plenamente en él y se lo repetía internamente para evitar que se pudiera colar cualquier asomo de duda en su corazón.

Dejando por lo tanto de lado aquello una vez más, volvió a centrar toda su atención en no permitir que se arruinara su velada perfecta, por la que había esperado tanto. La segunda oportunidad que le daba la vida para hacer bien las cosas con él.

Envuelta así en su elegante vestido strapless negro, con brillos dorados en su delicada falda de tul, como nunca en su vida se supo llena de poder y amor propio. Simplemente preciosa, tal como él se lo decía. Y transmitió aquello a todos los invitados que allí dentro le esperaban, emocionados de su regreso a la tierra de los duendes, por ser la campeona del laberinto y además la joven que robara el corazón del rey. Convertida ya en el personaje de quien por ende se contaban cientos de historias, habiéndose su hazaña transformado en leyenda.

UndergroundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora